El prestigioso director y productor de cine y televisión Jorge Denti murió el jueves por la noche a los 79 años. Fue uno de los tantos argentinos que tuvo que padecer el exilio durante la dictadura; en su caso, en México, país en el que se quedó a vivir definitivamente y donde falleció. Ferviente defensor de las causas sociales y populares, con Denti se va una porción de historia del cine nacional político y militante, pero quedan sus documentales dedicados en su totalidad a aspectos centrales del continente y figuras sociales, políticas y artísticas de gran relevancia, todas de Latinoamérica.

Nacido en 1943, Denti formó parte durante los ‘70 del mítico grupo Cine de la Base, fundado por el cineasta Raymundo Gleyzer. Cuando Gleyzer fue desaparecido por la dictadura, parte del grupo Cine de la Base partió a Perú a realizar Las AAA son las tres armas (1977), un documental inspirado en la Carta Abierta de Rodolfo Walsh a la Junta Militar. Ante la inminencia del Mundial de Fútbol 1978, este film fue uno de los puntapiés de una campaña de denuncia contra las aberraciones de la dictadura. Denti había conversado con Jorge Cedrón sobre la posibilidad de adaptar al cine “ese valiente testimonio que hizo Rodolfo”, según le comentó una vez a este cronista.

En 1978, en Nicaragua, el Frente Sandinista llamó a organizaciones culturales y políticas y grupos que había en México (no solamente mexicanos, sino también latinoamericanos), pidiendo colaboración para enfrentar la fase final de la lucha contra la dictadura de Somoza. En aquella época, el Cine de la Base, en México, adhirió a ese pedido y formó parte de un contingente de cineastas cuyo trabajo se plasmó en el documental Victoria de un pueblo en armas. “Fue un proyecto colectivo con mucha presión política de todas partes”, narraba Denti. A fines del ’79 y principios del ’80, comenzó en Nicaragua la campaña de alfabetización. El país de América Central tenía más de un sesenta por ciento de analfabetismo y esta campaña, que duró casi un año, lo redujo a un diez por ciento. Esa fue la crónica de Insurrección cultural, filmado por Denti entre 1980 y 1981.

El primer documental argentino sobre la guerra de Malvinas lo realizó Denti en el exilio mexicano: Malvinas. Historia de traiciones vio la luz al año de haber terminado el conflicto bélico de 1982. El film circuló de manera casi marginal durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Distinto fue el caso de lo sucedido en América latina y en Europa, donde tuvo un fuerte impacto –y apoyo– y se emitió públicamente en diversas oportunidades. Durante aquella época surgió la idea de hacer una película que reflejara las causas políticas, sociales y económicas de la guerra de Malvinas, pero con una particularidad: analizada por integrantes de diversos sectores tanto del lado argentino como del inglés. Hasta qué punto podía llegar a interesar a los ingleses un documental hecho por un argentino sobre la guerra de Malvinas era algo difícil de entender, que sólo se comprende porque Denti estaba en pleno proceso de preparación del documental cuando se encontró con el crítico de cine inglés Michael Chanan. El distribuidor del proyecto de Denti, Jorge Sánchez, le comentó a Chanan la idea que tenía el cineasta. Chanan lo contactó entonces con el recientemente nacido Channel Four de Londres. Y finalmente llegó a un acuerdo con esa señal televisiva. Así y todo no resultó sencillo porque los conservadores se opusieron a la difusión de la película y el Daily News tituló: “Paren la película del argentino”, mientras pedía al Parlamento que prohibiera la exhibición. “Pero en Inglaterra no pueden hacer eso y se pasó”, recordaba Denti.

No sólo importantes acontecimientos sociales y políticos filmaba Denti. Figuras insoslayables de la cultura argentina y latinoamericana fueron abordadas por el ojo de su cámara. En Hamlet Lima Quintana, el pòeta y músico era el que contaba su propia historia y leía fragmentos de sus obras emblemáticas. Su padre también escribía poesía y era admirador de Shakespeare. Esto lo llevó a llamarlo a su hijo no sólo Hamlet sino también Romeo, un nombre que Lima Quintana se empeñó en ocultar. Su padre, además, era músico al igual que su madre, una excelente pianista. De tal familia salió un ser que ocupa un lugar importante de la historia literaria y musical de Latinoamérica.

En Juan Gelman y otras cuestiones, a lo largo de noventa minutos, el poeta desarrollaba una serie de recuerdos relacionados, en principio, con sus padres y su infancia en Villa Crespo, el barrio que lo hizo simpatizante de Atlanta y del que se sentía orgulloso porque la biblioteca del club fue bautizada con su nombre. Este documental tiene la particularidad de que cuenta con la narración del contexto histórico-político en paralelo con las distintas etapas de la vida del poeta. Algunos de los temas reflejados en el film son el relato de los estudios de Juan en el Nacional de Buenos Aires, la vida a los quince años en las milongas, la escucha de las audiciones radiales de Angelito Vargas, sus inicios en el periodismo, su impronta en el grupo literario El Pan Duro, y sus primeros contactos con la poesía. Después de mencionar la admiración por César Vallejo y Raúl González Tuñón, el autor de Violín y otras cuestiones sostenía que “la influencia esencial sigue siendo la realidad”, a la hora de crear poesía.

Otro de los grandes documentales de Denti fue País verde y herido, donde el recordado poeta uruguayo Mario Benedetti hablaba desde el exilio sobre su país y Latinoamérica. Contaba Denti que en México se iban a presentar por primera vez Benedetti y Daniel Viglietti, a dos voces. “Fue un hecho histórico que grabamos a tres cámaras, pero el laboratorio quemó el negativo. No sabíamos si fue un atentado. Era un tema que, cada vez que nos juntábamos, pensábamos si había sido un atentado o no”, comentaba el cineasta. Pero de la quema se salvó una entrevista a Benedetti que Denti le había hecho en el ’78 en La Habana.

Jorge Denti nació en 1943. De modo que, cuando se produjo la Revolución Cubana, era un adolescente. Sin embargo, justo por aquel enero de 1959 leyó en un diario que compraba su padre acerca de la gesta de Fidel Castro, secundado por un revolucionario argentino llamado Ernesto Guevara. Claro que Denti era chico para entender la dimensión de lo que había significado el ingreso triunfal a La Habana. Pero siempre le quedó marcada esa imagen. Años más tarde, estando en París con un grupo de colegas, Denti se enteró del asesinato del Che en Bolivia, producido el 9 de octubre de 1967. Y sentía la necesidad de hacer una película sobre el Che desde hacía muchos años. Denti concretó su deseo en 2012: en La huella del doctor Ernesto Guevara indagó en el aspecto menos conocido de la vida del Che, ya que “el otro aspecto fue demasiado explorado”, admitía el realizador. 

El documental arranca en 1953, cuando Guevara inició su segundo viaje por Latinoamérica junto a Carlos “Calica” Ferrer, luego de realizar el primero junto a Alberto Granado. El cineasta combinó los testimonios de testigos, compañeros e historiadores de Guevara junto con la lectura de una voz en off que hacía públicas las cartas que les enviaba el joven Ernesto a su madre y a “Tita”, una compañera de estudio de la Facultad de Medicina. Se reconstruyen fragmentos de sus recorridos por Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Guatemala y México, entre otros países donde el médico aprendió sobre las dificultades que vivía la gente en zonas desfavorecidas y socialmente vulnerables. También se escucha a sus compañeros de viaje: el recordado Alberto Granado y Calica Ferrer. Partiendo de ese segundo viaje, La huella del Doctor Ernesto Guevara indaga en las motivaciones que tenía este médico argentino y cómo entendía su profesión al servicio de los más necesitados. La particularidad del film de Denti es que aborda al hombre antes del revolucionario: es el Che antes de ser el Che. Es el hombre antes del héroe.

Jorge Denti también trabajó para distintas productoras y emisoras de televisión de Europa y América: Televisión de la Suiza Italiana, RAI, Channel Four de Londres y la Televisión holandesa, entre otras. Durante más de una década se desempeñó en el canal 40 de México, donde llegó a ser director de producción. Ahora es la historia quien lo toma de la mano.