El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, retomó ayer ofensiva tras regresar de su viaje a París, mientras un sondeo indicó una fuerte caída de su popularidad, reflejo de una sensación de frustración de los estadounidenses frente a su estancada agenda legislativa. En un tuit escrito ayer, Trump recurrió a su lenguaje más belicoso contra uno de sus objetivos predilectos, los medios, denunciando el uso de “falsas fuentes anónimas” y una cobertura de los medios “sumamente sesgada e incluso fraudulenta”. “Las noticias falsas están distorsionando la democracia en nuestro país”, indicó. Al mismo tiempo, uno de los abogados personales del mandatario, Jay Sekulow, participó en cinco programas de televisión para argumentar que la reunión del hijo del mandatario, Donald Trump Jr., con una abogada rusa con la promesa de información dañina de la rival demócrata Hillary Clinton no se trató de un encuentro ilegal.
“Lo que ocurrió en esa reunión no violó ninguna ley, estatuto o código”, dijo Sekulow en la cadena NBC. También reiteró que Trump no se encuentra bajo ninguna investigación sobre la presunta injerencia de Moscú en las elecciones presidenciales estadounidenses. La ofensiva desde el Ejecutivo coincide con la divulgación de un sondeo de Washington Post-ABC News, que muestra una caída de seis puntos en la popularidad de Trump, de 42 por ciento en abril a 36 por ciento, cuando se cumplen sus primeros seis meses en la Casa Blanca. Ese dato es más bajo que el 39 por ciento que obtuvo Gerald Ford en 1975, después de medio año en la Casa Blanca. Simultáneamente, el nivel de desaprobación de la gestión del millonario subió cinco puntos a 58 por ciento, según la encuesta, que entrevistó a 1.001 adultos entre el 10 y el 13 de julio.
Trump respondió al sondeo en un tuit: “Aunque 40 por ciento no está mal a estas alturas, la encuesta ABC/Washington Post fue una de las más imprecisas durante la campaña electoral!”. El jefe de Estado no logró impulsar exitosamente una legislación de importancia, y la reforma al sistema de salud, una promesa central de su campaña, sigue paralizada en medio de divergencias entre sus aliados republicanos en el Congreso. Casi la mitad de los encuestados (48 por ciento) dijo que “desaprueba fuertemente” el desempeño del mandatario republicano, marca a la que nunca llegaron los demócratas Bill Clinton y Barack Obama, y que sólo alcanzó una vez George W. Bush, durante su segundo gobierno.
También 48 por ciento de los encuestados percibe un debilitamiento del liderazgo estadounidense global desde la llegada al poder de Trump, mientras que 27 por ciento opina que se fortaleció. El magnate republicano se puso a prueba en la escena internacional con una serie de viajes de alta envergadura, incluyendo una visita a Arabia Saudita y una cumbre del G-20 en Alemania, donde se reunió por primera vez con el líder ruso Vladimir Putin. Dos tercios de los encuestados dijeron que no confían, o apenas lo hacen, en la habilidad de Trump para negociar con líderes extranjeros, especialmente con Putin. De esos, 48 por ciento dijo que “para nada” confían en Trump negociando con Putin. Su visita a París para la conmemoración de la toma de la Bastilla ocurrió un día después de finalizado el sondeo. En la capital francesa, Trump asistió al pomposo desfile militar junto al presidente francés, Emmanuel Macron, y las dos parejas presidenciales cenaron en un restaurante de lujo en la Torre Eiffel.
Luego pasó dos días como anfitrión de un torneo femenino de golf en sus campos de Bedminster en New Jersey. Pero a su regreso se encontró con una intensificación de la tormenta alrededor de los contactos de su campaña con Rusia. Las opiniones sobre la presunta colusión entre la campaña de Trump y Moscú durante las elecciones presidenciales de 2016 –objeto de múltiples investigaciones– se repartieron estrictamente por líneas partidistas, con los demócratas mucho más dados a pensar que Rusia intentó influenciar en la elección y que la campaña de Trump intentó ayudar en esos esfuerzos, comparado con sus contrapartes republicanos.
El nuevo sondeo también reflejó que las dificultades para aprobar una ley en el Congreso pesan en la popularidad del presidente. Los encuestados prefieren más el sistema de salud aprobado por Obama (Obamacare) a los planes de Trump y sus aliados republicanos de sustituirlo, indicó la encuesta. El Senado postergará una semana sus intentos por acabar con el Obamacare mientras el veterano senador John McCain se recupera de una cirugía. Con la oposición en bloque de todos los demócratas, la ausencia de cualquier voto republicano, como el de McCain, podría acabar de sepultar definitivamente la promesa de Trump de un nuevo sistema de seguridad médica.