"Mi papá les gritó para que no le tiren a mi hijo y lo terminaron matando a él", sollozó Sabrina ayer por la mañana, desde la puerta de su casa en la cuadra de Cepeda al 3700, donde la noche anterior tomaba mates su familia, cuando los sorprendió una ráfaga de balas. Ricardo Américo Carrizo, de 60 años, recibió un impacto de proyectil en el cuello. El hombre participaba en el comedor comunitario de Villa Manuelita, ubicado en Cepeda al 3600 y ayer fue recordado por sus compañeres del Movimiento Evita, quienes lamentaron que en los últimos meses sufrieron otras dos pérdidas similares. El día anterior a su homicidio, Ricardo había estado cocinando en el comedor. Una de sus hijas y su yerno fueron lesionados y su nieto, de 9 años, resultó herido, por lo que fue internado en el Hospital de Niños Víctor J. Vilela, con un impacto en la pierna derecha.
Eran poco más de las 20 del primer feriado del fin de semana largo, cuando "personas no identificadas bajaron de un auto en el que circulaban y efectuaron múltiples disparos de arma de fuego contra un grupo de personas que se encontraba en la vía pública", expresaron desde el Ministerio Público de la Acusación sobre el caso que es investigado por el fiscal Alejandro Ferlazzo. Además de la víctima fatal y el niño herido, resultó lesionado Ezequiel S., de 34 años, y Magalí, la hija de 33 años de Ricardo, con una herida en la pierna izquierda.
Ayer, los vecinos de la cuadra manifestaron la angustia por lo ocurrido y aseguraron que “ya no se puede ni salir a tomar mates en la vereda”. Es que un suceso similar ocurrió tiempo atrás a la vuelta de esa cuadra, cuando la víctima fue una jubilada.
La diputada Lucila De Ponti y el diputado nacional Eduardo Toniolli dieron a conocer a media mañana de ayer que la víctima fatal participaba del comedor comunitario que tiene el Movimiento Evita en el barrio. "Era un compañero del comedor de Villa Manuelita. Él vivía en la otra cuadra", señaló la legisladora en un tuit. Y sobre la situación de la zona, agregó: "Es así desde siempre y ni siquiera les pudieron entubar el desagüe que está a cielo abierto para que no se rebalse y se llenen las casas de aguas servidas cuando llueve. Ahí el Estado no está, la violencia sí".
Mariano Romero, responsable de zona sur del Evita, relató a este diario que Ricardo participaba desde hacía unos seis años en las actividades del comedor, pero que en los dos últimos años lo hacía de manera permanente. "Vivía a tres casas, de la cuadra de enfrente. Se acercó a dar una mano en su momento, a cocinar al lugar donde su familia y otras van a retirar comida y ya hacía unos dos años que lo hacía mucho más activamente, junto con una de sus hijas. El miércoles a la mañana estuvimos con él, y me llamaron ayer (por el jueves) para contarme lo que había pasado y que el marido de la responsable del comedor, otro compañero nuestro, lo cargó en el auto para ir al hospital Roque Sáenz Peña, pero falleció en el traslado", lamentó sobre el hombre que además hacía changas.
Al mismo tiempo, Romero lamentó que "en los últimos tres meses y un poco más, ya mataron a tres compañeros en tres hechos distintos: a Ricardo se suman Graciela Carrizo -la mujer de 58 años asesinada en septiembre, por error, en la plaza del barrio Molino Blanco, al quedar en medio de las balas cuando una persona que pasaba por el lugar disparó contra otro-, que participaba en el centro comunitario Unión Sur de Tablada; y Alejandro Ramua -de 22 años, asesinado en agosto, en Avenida del Rosario al 400 bis, cuando estaba en la puerta de su casa-, que estaba en un taller de panificación nuestro. No queremos acostumbrarnos a que pase esto", planteó.
En tanto, la mamá del nene herido e hija de Ricardo, contó lo que sucedió: “Yo estaba en mi casa y sentimos los tiros. Salí corriendo desesperada porque sabía que mi hijo había ido a la casa de su abuelo. Cuando llegué vi a mi papá tirado, a mi nene tirado, a mi hermana tirada”, describió en Radio 2. “Mi papá les gritó ‘ey no tiren’, y uno de ellos se dio vuelta y les disparó a todos los que estaban en la vereda tomando mates, como todas las tardes”. Y agregó: “Acá hay un búnker, acá pasa casi todos los días. A mis chicos los tengo todo el día adentro".