Un puñado de frases bellísimas, simples, poderosas e inspiradoras componen "Escribir", clásico ensayo de Marguerite Duras publicado por primera vez en 1993. Por ejemplo: "Hallarse en un agujero, en el fondo de un agujero, en una soledad casi total y descubrir que solo la escritura te salvará". Otra: "La escritura llega como el viento, está desnuda, es la tinta, es lo escrito, y pasa como nada pasa en la vida, nada, excepto eso, la vida". El ensayo es el texto que abre un libro homónimo editado por Tusquets (colección Andanzas), seguido por otros tres materiales de la autora nacida en Indochina en 1914 y fallecida en París en 1996.

Especie de decálogo sobre la actividad, la pasión y la pulsión de escribir, muy querido por muchos escritores y escritoras, este ensayo es uno de los últimos textos que Duras dejó antes de morir. Las reflexiones sobre la escritura se entrelazan con otros acontecimientos de su vida: el alcohol, el dolor, el marido, los amantes, las amistades, la pintura, el cine, la política. La soledad es una presencia más: "Alrededor de la persona que escribe libros siempre debe haber una separación de los demás. Es una soledad. Es la soledad del autor, la del escribir. (…). Escribir es lo único que llenaba mi vida y la hechizaba. Lo he hecho. La escritura nunca me ha abandonado". 

En estas páginas la autora comparte, además, algunos hábitos construidos en su casa de Neauphle, adquirida con los derechos cinematógraficos de su libro Un dique contra el pacífico con el fin de esconderse para dedicarse a su tarea. Cuenta que escribe por las mañanas, sin horario; que lo hacía en principio en el primer piso y luego en una gran habitación central "para estar menos sola" y "ver el jardín". Detalla que las grandes lecturas de su vida son las escritas por hombres y elige al Antiguo Testamento como "el texto de los textos".

La reedición en la colección Andanzas incluye, además, el texto "La muerte del joven aviador inglés”, acerca de un piloto británico llamado W. J. Cliffe, abatido en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, a quien Duras dedica el libro. Lo siguen "Roma", suerte de guión que antecedió al film Le dialogue de Roma, y El número puro. Se trata de escritos que también reenvían a ideas suyas sobre la escritura, de los cuales destaca el primero. Así se conforma este libro que apreciarán, ante todo, aquellos que pretendan, como Duras, "aullar sin ruido"; aquellos que vivan con la seguridad de que "todo escribe a nuestro alrededor".