En 2015, la publicación de El mito del origen fue celebrado como el demorado sucesor de Maru se aleja de las entrañas, el debut solista que, en el año 2000, Mariano Conti publicó a través del sello Planeta X. Esa obra resultaría una suerte de salto iniciático para que, pocos años después, el cantante y guitarrista se pusiera al frente de Aguas Tónicas, grupo que en 2006 editó un primer disco homónimo y, desde entonces, ocupó buena parte de la labor creativa de Conti. Sin embargo, en paralelo a la vigorosa producción junto a su banda, y en paralelo al registro de El mito... el compositor fue elaborando nuevas obras desde la intimidad que le ofrecía la trastienda de Lado V, la dietética que maneja en Paraguay 1583, donde nacieron las canciones incluidas en Cocina, el flamante disco publicado por Discos del Saladillo y Auto Muerto Imprime. Esta noche, a las 21.30, Conti presentará formalmente ese tercer disco solista en la Terraza de Plataforma Lavardén (Mendoza 1085), donde, además de la presencia de Juani y Oscar Favre como invitados, sumará el acompañamiento de Eduardo Vignoli, responsable de la producción de Cocina.

Conformado por once canciones, el disco incluye reversiones de "Estrechez de corazón" de Los Prisioneros, "Uki Uki" de Loquero y "Como el viento voy a ver" de Pescado Rabioso. Pero, también, una relectura de "Cinemateca de Montevideo", creación original que Conti incluyó en aquel debut del año 2000. La relectura no sólo trasluce la maduración autoral e interpretativa de Conti, sino que resulta además un nexo directo con el pasado post adolescente de un músico cuyo sello autoral sigue haciéndose evidente tanto en sus incursiones introspectivas como en las demoledoras apariciones con Aguas Tónicas.

En Cocina, esa impronta personal estuvo asociada a la mirada de Vignoli, que luego de escuchar los demos registrados por Conti en una portaestudio digital le propuso asumir la producción del disco. Así, una primera devolución fue suficiente para que el cantante y guitarrista aceptara lanzarse al juego del intercambio. "Lo primero que hizo Eduardo me parecía un buen camino a seguir. Desde ahí fui al estudio y grabé todo de nuevo, aunque decidimos dejar algunas cosas de los demos, algunos coros, guitarras, algunos ruidos del mismo negocio que se escuchaban de fondo", apunta Conti, que remarca: "Eduardo viene de hacer otro tipo de música, no es tan del palo del rock, sino que hace música del mundo, música latina, árabe... Me interesaba el pasado de Eduardo con Los Buenos Modales, ese tipo de música en la que mezclaban el rock con diferentes idiomas, con ruido a metales. Esa experiencia de Eduardo es con la que me sentía identificado y quería que esa impronta estuviera en mis canciones. Eso fue buscado, pero a la vez me sorprendió el resultado final, que realmente me gustó".

Y aún cuando las capas sonoras aportadas por Vignoli sugieren matices probablemente impensados en la primera cocción de las obras, la esencia de voz y guitarra sigue brillando a lo largo de un disco marcado por canciones "que en sí hablan un poco del contexto general que estamos viviendo todos". Así lo entiende Conti, cuya paternidad resultó clave en la aproximación al presente: "Si bien algunas canciones pueden considerarse un poco tristes, o íntimas, también guardan cierta esperanza. El mundo va en un camino complicado y a uno le cuesta mucho pensar en positivo. Pero un poco también me siento obligado por las nuevas generaciones, tenemos una responsabilidad grande ante ellos".

Si de responsabilidades se trata, mientras disfruta de recorrer sus canciones solistas Conti ya prevee un 2017 con nuevos proyectos para Aguas Tónicas, proyecto que garantiza vitalidad y personalidad al rock hecho en estas tierras.