El relator especial de la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias, Morris Tidball-Binz, destacó que en Argentina se mantienen "bolsones de prácticas de violencia institucional a pesar de los esfuerzos loables del Estado argentino de hacer prevalecer los derechos humanos". Tidball-Binz recorrió durante diez días, casi sin dormir, las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Corrientes y Chaco. En esa recorrida documentó que la violencia institucional en algunos casos remite a prácticas del pasado "en cuanto al modus operandi de detención arbitraria, de torturas a veces seguidas de muerte o de ejecuciones de personas que luego son presentadas como situaciones de intercambio de disparos o accidentes".
En diálogo con Página/12 Tidball-Binz, quien nació en Chile pero se siente "un 98 por ciento argentino", habla de su paso por Abuelas de Plaza de Mayo, cuando la revolucionaria idea de aplicar la genética forense a la búsqueda de los nietos empezó a desarrollarse hacia fines de los 70. Luego fue uno de los fundadores del Equipo Argentino de Antropología Forense y pasó por organizaciones como Amnistía Internacional o el Comité Internacional de la Cruz Roja. Cuando ya estaba preparado, según sus palabras, para "jubilarse y jugar a las bochas", llegó una propuesta de Naciones Unidas a la que no pudo resistirse.
"Esta es la primera visita a la Argentina en los 40 años de existencia del mandato, cuya creación en 1982 le debe mucho a este país, en particular a las víctimas y a sus familiares", dijo este experto en ciencia forense al concluir su viaje. A Tidball-Binz le queda por delante la elaboración de un informe final de su visita al país que presentará en junio de 2023. De manera preliminar, además de recomendar la creación de un Consejo Nacional de Medicina Forense para no depender de las disposiciones de cada provincia, Tidball-Binz sugiere que el Congreso de la Nación avance en el tratamiento de un proyecto de ley integral contra la violencia institucional.
- ¿Cómo llegó a interesarse en la medicina forense?
- A fines de los 70 había un gran compromiso social en términos de llamar al fin de la dictadura y pedir por memoria, verdad y justicia, y yo era parte de eso. De hecho fui miembro fundador de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de La Plata, ya en el 79 tenía relación con Abuelas de Plaza de Mayo, pero en mis tiempos de estudiante quería ser médico rural. Hasta que se dio una situación con Abuelas, que invitaron a un grupo de científicos extranjeros que visitaron el país para compartir algunos conocimientos en materia de ciencias forenses.
- ¿Cómo empezó a colaborar con Abuelas?
- Fue en junio de 1984, un evento que se hizo gracias a Abuelas y la Conadep en La Plata. Una conferencia a la que asistí un poco de casualidad y estaban entre otras Chicha Mariani y Estela de Carlotto. La intérprete que estaba traduciendo lo que decían estos científicos extranjeros no pudo seguir más, no le daba el inglés técnico para traducir, se paró y se fue. Ahí Chicha y Estela me vieron y me pidieron ayuda. Me puse a traducir y me enganché porque esta gente necesitaba intérpretes para algunas de las pericias. Luego pasó que en esa visita el juez Juan María Ramos Padilla ordenó una exhumación en San Isidro para la que necesitaban antropólogos y arqueólogos. Yo era estudiante de Medicina más o menos avanzado, convoqué a algunos compañeros de Buenos Aires que estudiaban arqueología y ahí empezó la cosa.
- ¿Por aquellos años se fundó el Equipo Argentino de Antropología Forense?
- Sin el apoyo de Abuelas y no solamente en ese momento, sino a lo largo de esos primeros años que fueron complicados, a veces incluso con amenazas, no hubiésemos formado el Equipo Argentino de Antropología Forense. Pero claro, cuando empezamos a hacer una pericia y otra y otra, y luego empecé a trabajar con Abuelas en el equipo de genética forense, una cosa fascinante, entonces mi mirada cambió. Era una época en la que la medicina forense no tenia el sex appeal que tiene hoy, en esa época era como la Cenicienta de las especialidades. Así que eso también suscitó muchos cuestionamientos de otra gente diciéndome que estaba loco. A partir de ahí lo que se dio fue un reconocimiento del valor de las ciencias forenses para la protección de los derechos humanos no solamente en los casos de personas ejecutadas o desaparecidas sino también de personas vivas.
- ¿Cómo se hace para encontrarle un costado humanitario a una práctica que puede parecer fría como la forense?
- La documentación de la tortura para poder encauzar el caso en un proceso judicial es fundamental. Y eso requiere una manera de abordar al paciente, de registrar los hechos que sin una especialización humanitaria quizás no se puede hacer. Yo creo que paso a paso la gente se va dando cuenta. A mí me sorprendió el hecho de que, por ejemplo, el Protocolo de Minnesota para investigar muertes potencialmente ilícitas esté reflejado en algunas resoluciones de tribunales y ministerios, incluso lo he visto en notas en los medios. Entonces no digo que la ciencia forense se ha popularizado, pero esto no lo conocía ni Magoya hace unos pocos años. Hoy es algo que está bastante difundido. Este es un país en donde no hace tanto que muchos médicos forenses fueron parte del problema y no de la solución. Por eso es que las Abuelas y los familiares en su momento pidieron y llamaron a que viniesen científicos de afuera y/o que contribuyesen jóvenes comprometidos con los derechos humanos, porque no confiaban en quienes habían certificado falsamente una defunción. Eso por suerte ha cambiado en 180 grados.
- ¿Cuáles han sido los desafíos más complejos en los que le tocó trabajar?
- La investigación que hicimos por solicitud de Estela de Carlotto para constatar la causa de muerte de su hija Laura y si estaba embarazada al momento de morir, esa no me la olvido nunca y permitió justamente confirmar que Laura fue asesinada después de haber dado a luz a un niño o una niña, algo que no se sabía entonces. Eso fue un elemento fundamental para Estela para cerrar un proceso al menos parcialmente, y seguir otro igual de importante que llevó al hallazgo y el reencuentro con su nieto Ignacio. Otros casos quizás no tienen que ver con ejecuciones extrajudiciales, pero tienen que ver con la aplicación de estos protocolos, como el haber dirigido desde el Comité Internacional de la Cruz Roja la investigación de identificación de soldados en las Islas Malvinas. Una experiencia extraordinaria por la intensidad, la complejidad técnica y científica del desafío a todo nivel, desde lo logístico hasta lo diplomático, y sobre todo por el impacto que esto tuvo en las familias. El cariño y el amor expresado por esas mamás, papás, hermanas y hermanos a los colegas de nuestro equipo de trabajo fue algo inigualable.