Lionel Messi, Ángel Di María y Nicolás Otamendi son los sobrevivientes de la antigua camada que aún sigue en la Selección. Esa que sigue desde los tiempos en que el técnico era Maradona. De Messi y Di María siempre se habla porque la rompen y hacen goles, pero de Otamendi se habla menos. Seguramente porque los evita y los defensores suelen estar condenados al ostracismo. Pero hay algunos (pocos) que se hacen notar cuando juegan y cuando no juegan. Otamendi es uno de ellos.
A los 34 años, nació el 12 de febrero de 1988, el actual defensor del Benfica se convirtió en un imprescindible. Su perfil bajo hace que no se hable tanto de él como de otros que se destacan por diferentes motivos. Pero sin él seguramente los de Scaloni no estarían donde están. A su inteligencia le suma un cuerpo robusto: puede frenar a cualquier rival sin apelar a la falta. Si se tiene que tirar al piso, se tira y quita. Traba con calidad y sabe mirar a sus compañeros para hacer un pase efectivo en vez de rifar la pelota.
Desde que empezó este Mundial tuvo un nivel parejo. No hace falta hablar del partido contra los árabes, porque esa tarde no fue buena para ningún titular. Pero desde México, cuando se produjo la levantada (sobre todo en el segundo tiempo), recuperó su nivel. Fue fundamental cuando Polonia se vino encima y también para mantener y transmitir serenidad ante Australia. Pero contra los holandeses, lo suyo fue sublime.
Así como lo tuvo en cuenta Maradona, quien lo convocó en 2009, con apenas un año en la Primera de Vélez, también lo llamaron Alejandro Sabella, Gerardo Martino y Jorge Sampaoli. Con todos fue titular. Y en el mientras tanto, iba creciendo sucesivamente en el Porto, Atlético Mineiro, Valencia, Manchester City y Benfica, donde juega desde 2020 y hasta se convirtió en el capitán. “Es el Superman del equipo”, lo refirió alguna vez Pep Guardiola, su DT en el City.
A esta altura tiene la experiencia de tres mundiales (en el del 2014, en Brasil, quedó fuera de la lista final): Sudáfrica, Rusia y Qatar. También Eliminatorias y Copa América. Tiene 98 partidos en la Selección: 35 por Eliminatorias sudamericanas, 28 amistosos, 22 en Copa América, 12 en Mundiales y la Finalíssima, contra Italia. Es el octavo futbolista con más partidos en la Selección.
Supo hacerse de abajo. Desde sus 14 años viajaba solo desde su casa en el Talar de Pacheco a Liniers para entrenarse en Vélez. Además, iba al colegio. Le gustaba y practicaba boxeo pero se inclinó por el fútbol. Ricardo Gareca fue fundamental para obtener continuidad. Incluso formó parte del Vélez campeón del Clausura 2009 que definió en el último partido ante Huracán. Su carrera, como la de varios de los elegidos, se aceleró hasta llegar al fútbol europeo.
El martes tendrá que parar a los difíciles croatas en el partido semifinal. Entre ellos, el capitán y símbolo Luka Modric, la gran figura ante Brasil. Ya tiene experiencia ante el mismo rival. Hace cuatro años fue uno de los siete integrantes del actual plantel que jugaron ante Croacia por la zona de grupos del Mundial de Rusia. Entonces, los croatas ganaron 3 a 0. Además de Otamendi, aquella vez estuvieron Franco Armani, Marcos Acuña, Nicolás Tagliafico, Di María, Paulo Dybala y Messi.
Hoy nada es como hace cuatro años. Argentina gana, está sólida y juega bien. Además, se nota que hay un equipo compacto, algo en lo que se falló hace cuatro años. Y tiene, claro, a Otamendi en un grandísimo nivel.