"Sayo tiene una potencia que no se puede tapar", afirmó ayer la artista María Laura Bucciantti al hablar en el homenaje a Ana María Villarreal, la revolucionaria salteña asesinada en la Masacre de Trelew el 22 de agosto de 1972. 

Por esa potencia quizás es que su nombre fue instrumento ayer para llamar la atención una vez más sobre cuestiones urgentes de la vida pública nacional y provincial. Organizaciones de derechos humanos, políticas y sociales; artistas y familiares de la Sayo o Sayito, se reunieron en el Cementerio Municipal de la Santa Cruz para honrar su memoria, en desagravio por la vandalización de su tumba el año pasado, que ahora quedó reparada. 

"Estamos aquí en el Cementerio de la Santa Cruz en la ciudad de Salta, para honrar la memoria de Ana María Villareal de Santucho, la Sayo, 'Sayonara', la de los ojitos rasgados. Y para reafirmar, una vez más, nuestro compromiso con la defensa y la promoción de todos nuestros derechos", afirmaron las organizaciones en el documento que se leyó en el acto, en el que explicaron que eligieron restaurar la tumba de Ana María Villarreal, "porque no podemos dejar pasar la indiferencia y la desidia del poder judicial y ejecutivo provincial frente al atentado que sufrió el mausoleo, a días de cumplirse los 50 años de la Masacre de Trelew". 

Del acto participó la hija mayor de Sayo, Ana Cristina Santucho, que recordó que todos los responsables de la Masacre de Trelew están presos y que después de la última condena "vandalizaron esta tumba". "Ella siempre tenía muy presente esto, de donde venimos", añadió y destacó la militancia de su madre y de su padre, el comandante del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) Mario Roberto Santucho, "Roby": "Pensaban un mundo donde todos pudiéramos vivir mejor", destacó, después afirmó que la memoria es importante y el presente también, "hoy la sociedad está mucho peor que en la década del 70", advirtió.

El documento leído en el acto se ocupa del presente, repasa aspectos centrales de la cosa pública del país y Salta. "Nunca más vamos a tolerar la violencia para expresar un desacuerdo. Exigimos respeto". Los familiares de las víctimas del terrorismo estatal, incluída la Masacre de Trelew, convinieron en garantizar procesos judiciales para investigar estos hechos, "porque no queremos convertirnos en verdugos, solo buscamos justicia y que el olvido no abra las puertas a la posibilidad de repetir un pasado que costó 30 mil compañeros desaparecidos". 

"La lucha por una sociedad más justa e igualitaria continúa. No dejaremos de exigir una ley de Memoria para Salta" para mantener la memoria de "quienes nos precedieron en la lucha por justicia social. Vamos a preservar el legado que nos dejaron las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo que con su ejemplo y perseverancia nos enseñaron a no bajar los brazos hasta lograr verdad y justicia". 

En este contexto "El desafío hoy es por la reforma del poder judicial. Porque el que tenemos hasta ahora no hace más que poner día a día en peligro la vigencia del estado de derecho, debilitar el sistema democrático y la estabilidad política", como lo prueba la persecución judicial a "dirigentes populares, a Cristina Fernández, Milagro Sala". 

A la par que se persigue a referentes populares y sociales, ese mismo poder judicial se muestra impotente para dar respuesta a la violencia de género, por ejemplo. "Los femicidios no paran" y tampoco se da respuesta a las miles de denuncias por violencia que se apilan en las fiscalías de género". Y tampoco ha sido capaz de exigir al Poder Ejecutivo que se eviten más muertes por hambre de niños y niñas indígenas. En el documento se recuerda que se debió presentar un amparo para que la justicia ordene la creación porla niñez de los departamentos de Rivadavia, Orán y San Martin, declarados en emergencia socio sanitaria desde enero de 2020. ¿Por qué la justicia no actuó de oficio?, "¿Es que acaso los jueces y fiscales deciden qué vidas merecen ser vividas y cuáles no?", interrogaron y volvieron a insistir en que es necesario "democratizar la justicia a través de una reforma" que la "acerque a lo que necesita el pueblo en vez de seguir defendiendo los intereses de los que ostentan el poder real en la Argentina". 

"Hoy estamos frente a dos realidades, una en la que unos pocos gozan de los beneficios del poder y otra para los excluidos del sistema", los desocupados que "inventan salidas laborales precarias, por las que luego son perseguidos con todo el rigor de la ley", con "Leyes que alcanzan solo a los pobres, los desposeídos, mientras no cesan y crecer los casos de corrupción ¡que no son investigados por la justicia!". 

La muerte de la revolucionaria 

"La muerte del revolucionario no se llora, se canta", dice el poema que Oscar Asdrúbal Santucho, revolucionario él mismo, escribió para despedir a la Sayito. Son versos que la ensalzan por sus condiciones humanas y por su amor, a su familia, sus hijas, "el amor, en fin, al pueblo". 

Así la recordaron ayer las distintas voces que hablaron de Ana María Villarreal, militante del ERP.

Blanca "Nenina" Lescano repasó que hace años, con Mirtha Torres, decidieron que cada 8 de diciembre iban a homenajear a Ana María Villarreal y a partir de ese momento fueron incorporando los nombres de las "compañeras desaparecidas" a la lucha de las mujeres. Y recordó a su propia hermana, Ana María Lescano, secuestrada y asesinada en Monte Chingolo, que "no fue un combate, fue una masacre". 

Carlos Balmaceda, que con el tiempo se ha convertido casi en un cuidador de la tumpa de la Sayito, contó como entró en contacto con su historia, que conoció "desde muy niño", porque su familia era vecina de La Luciérnaga, en taller de reparación de imágenes religiosas y hospital de muñecas que tenía el padre de Ana María, Diego Villarreal, sobre la calle Florida esquina Mendoza. 

Una vez que se recuperó la democracia en las reuniones de los Balmaceda se comentaba que a la hija del imaginero la había asesinado la Marina. Esa historia se le comenzó a completar en los 90, cuando militaba en el MOCEP junto a Juan Carlos Salomón y Armando Jaime. Este último había colaborado con el padre de la Sayo para traer su cuerpo del sur, en 1973. Entonces la velaron en la sede del Partido Justicialista, tomado por el Frente Revolucionario Peronista (FRP), Balmaceda supo que "ese ser tan frágil como una muñeca de porcelana" había tenido un peso tal en la vida política salteña que el propio jefe civil de la Policía, Rubén Fortuny, portó su féretro cuando la llevaron alrededor de la plaza 9 de Julio, y que cuando el cortejo fúnebre pasó por el barrio Hernando de Lerma la gente le arrojaba flores.