“No te olvidés del pago/si te vas pa' la ciudad/cuanti más lejos te vayas/más te tenés que acordar”, cantó alguna vez el uruguayo Alfredo Zitarrosa y dejó claro que los orígenes no debían diluirse entre las geografías.

Para conocer desde adentro la experiencia, Salta/12 dialogó con artistas migrantes nacidos en la provincia que decidieron radicarse en otras latitudes o se aventuraron en giras lejos de su tierra natal.

La libertad de la intrascendencia

“Llegué a Shanghái en septiembre del 2016 y recuerdo mis primeros años en China como un aprendizaje. Vivir en una sociedad tan distinta, tan extraña, tan radicalmente opuesta a los valores occidentales, puso en jaque mi manera de ver el mundo. Julia Kristeva dijo que su visita al país asiático sirvió para poner en cuestión cualquier universalismo. Y así fue mi experiencia, todo lo que sabía de antemano, necesitaba un asterisco, se aplicaba a medias o directamente no funcionaba. Así que esa etapa fue una segunda infancia: el momento de descubrir lo extraño y fascinante que es el mundo”, rememora el escritor salteño Salvador Marinaro.

El autor del poemario Sinfonía de mareados (2010) y de la colección de relatos Una tristeza decente (2018) asegura que vivir en la indeterminación, sin una identidad definida, “casi al margen del mundo y de la sociedad que te recibe, es interesantísimo para escribir (o por lo menos para mí). Te permite explorar elementos en los que no indagarías si estás sumergido en tu comunidad literaria, en tu espacio de confort, en las modas de tu época”.

Marinaro, que llegó al país asiático con una beca para cursar el doctorado en Estudios Globales en la Universidad de Shanghái, asevera que en China la marca de la extranjería es potente: “No importa que hables mandarín con una perfecta entonación, tu cara es delatora y la sociedad te recuerda constantemente que estás de paso. Uno es un invitado, más o menos comprometido, más o menos preocupado, más o menos interesado en su cultura, pero es un mero testigo. Eso significa que uno vive en una dislocación permanente. No estás en ningún lado, no formás parte de ninguna sociedad. Y esta sensación se parece a la libertad, no porque China sea precisamente un país 'libre', sino por todo lo contrario, nadie te mira porque sos intrascendente”.

Enseñanzas de Oriente

Tras vivir por más de un lustro “del otro lado del mundo” quien actualmente coedita junto a su compañera Lucila Carzoglio la revista Chopsuey, sobre cultura china contemporánea, señala que ha aprendido mucho, a partir de la latencia de algunos conceptos del daoísmo, del budismo, del pensamiento tradicional, por ejemplo, a saber amoldarse a las situaciones y no autoafirmarse “como le gusta a Occidente”. Marinaro explica: “Con el paso del tiempo comprendí que aquello que buscaba, ese fundamento de la identidad, se encontraba en la manera de hablar, de contar historias y responderte. Muchos chinos tienen aversión por dar respuestas taxativas, por definir las cosas de una determinada manera y te mantienen en una duda permanente. Es una imagen típica de cuando uno va a renovar el visado, le pregunta al oficinista si falta algún papel y el oficinista responde 'quizás, sí' o 'quizás, no'. Con esas tonalidades del sí y del no, uno sabe que el trámite está listo o debe prepararse para lo peor”.

Por otra parte, sobre su propia salteñidad, el también periodista, parte del equipo de The New York Times en la cobertura sobre el debate del aborto en Argentina, describió: “hace varios años le hice una pregunta en chiste a una poeta que admiraba y fue algo así como mi abuela postiza: '¿Cuántos años tengo que pasar fuera de la provincia para que mi salteñidad caduque?'. Ella me contestó: 'estás jodido, ya naciste acá'. Bromas aparte, lo que de verdad me jode, es lo impuesto. Que el simple hecho de nacer en un lugar, implique que uno debe aceptar un conjunto de valores o maneras de comportarse, me suena a autoritarismo. Y si algo les gusta a los autoritarios es definirse por lo único, por lo homogéneo. Eso es lo que me molesta de la idea de salteñidad y de las tradiciones. Tradiciones hay tantas como personas, salteñidades hay tantas como salteños”, dice y agrega: “Durante el lockdown de marzo y abril en Shanghái, un momento muy difícil de mi vida, volví a ver las pelis de Lucrecia Martel y sí, claro, ahí me sentí salteño. Pero es porque en su manera de contar, en la inteligencia lumínica de su lente, en el ruido de fondo de los vendedores ambulantes, hay una salteñidad que reconozco y no es la del poncho, sino una salteñidad en duda, que se pregunta qué significa nacer en ese lugar en el mundo”.

En 2021, la Universidad de Fudan, una de las casas de estudio más importantes de China, rankeada entre las treinta mejores del mundo, nombró a Salvador Marinaro como profesor asociado. Así, se convirtió en el primer latinoamericano en alcanzar ese puesto. En este contexto, recalca que el país que lo acoge tiene cosas bellas y otras que no lo son, “Hasta aquí lo lindo, pero también he aprendido mucho por la otra vía. Los últimos años en este país me enseñaron aquello que no se negocia, cuáles son los derechos básicos, fundamentales para la vida y después para escribir, como la propiedad de tu cuerpo, la unidad de tu familia, la libertad de expresión. Derechos que el manejo de la pandemia en Shanghái pusieron en jaque hasta puntos intolerables”.

Finalmente, Marinaro adelanta que sus últimos cuentos tratan de retornos, de personajes que vuelven a un lugar “que es y no es Salta, sino un territorio imaginario. En ese paisaje ficticio, reconozco mi propio desarraigo, la metáfora del río, que al final toda vuelta está frustrada, porque el vuelve ya no es el mismo”, y concluye: “Hay un concepto que se llama wuwei, que dice que la mejor manera de actuar es la más simple y la que menos esfuerzo genera. En muchos sentidos, pretendo, intento, o sólo deseo, que escribir sea como el wuwei”.

De un Norte a otro

Desde el país de Buda hacia Norteamérica, la literatura troca en canciones. El músico salteño Matías Homar, quien cursó un posgrado en composición en la Universidad de Buffalo, relata que tener la posibilidad de tomar distancia y vivir la experiencia de conocer otras culturas “de cerca, no como turista sino como persona inmersa en esas otras culturas”, le permitió poner en perspectiva su propia identidad como argentino y salteño. “En definitiva, vivir en EEUU me ayudó a consolidar mis convicciones del ser argentino y de posicionarme ante el mundo con esa identidad. También me posibilita poner en discusión qué cosas podrían ser distintas o qué otras formas podríamos encontrar para resolver nuestros conflictos como colectivo. Todo esto atravesado por mi hacer como músico”.

Homar, quien se desempeña como docente en el Rochester Institute of Technology, detalla: “En mis años realizando el doctorado en Búfalo redefiní lo que me identifica musicalmente y me animé a cruzar más a fondo lo experimental con lo folclórico. De ahí nacieron dos proyectos, uno mi tesis doctoral 'Río, Llamas, Lirio, Calma', basada en algunas formas folclóricas y en la Misa Criolla. Y el segundo proyecto, GE[R]MINACIONES; el álbum solista que edité hace unas semanas, con músicas escritas para guitarra y electrónica. Las obras llevan el nombre de danzas folclóricas como una suerte de homenaje por cuanto me significan y me configuran a mí como músico salteño-argentino”.

Siguiendo esta línea, Homar está trabajando con un grupo interdisciplinario que se formó en julio de 2022 en el que utilizan uno de los instrumentos interactivos que desarrolló como base para la improvisación conjunta entre música, movimiento e imágenes. “A la vez, en mi labor del RIT voy encontrando los espacios para poder compartir acerca de la música de América del Sur en talleres, cursos y posibles simposios. Y gracias a encontrar estos espacios, propios y colectivos, donde compartir mi identidad argentina es que el desarraigo no se sintió tanto, pero volver a la Argentina para compartir música y afectos es fundamental para seguir adelante. Por eso ahora en diciembre estamos presentando nuestro último álbum 'Árrullos’, con Imaymana –una dupla que se completa con Lara Valdivia, en voz-. El 17 actuaremos en La Plata y el 22,  a las 22,  en La Totora espacio Cultural, en Salta. Seguramente será una oportunidad para reencontrarnos con gente querida y con el público interesado por lo que hacemos”.

Bagualas en la Ópera

En un nuevo salto de continentes, la huella local se traza ahora en Europa. La cantante salteña Mara Szachniuk , afincada en Francia, llegó allí por un proyecto familiar y aunque reconoce que al inicio adaptarse fue duro, subraya que fue muy bien recibida con su arte, tanto en los conciertos como con la venta de sus discos. “Hay una respuesta muy linda hacia lo que hago”, dice y comenta que su propuesta es “bastante ecléctica, porque trae música argentina, pero también composiciones propias. Acá la etiquetaron como música de mundo, que es un género en el que va todo lo que no saben dónde más poner. Por eso, yo creo que tiene un lugar”.

Szachniuk además se dedicó intensamente a recrear en formato de trío sus composiciones y se avocó al estudio para ingresar a la Ópera de Bordeaux, donde se desempeña como cantante permanente. “No estuve al 100 por ciento con el repertorio solista, porque estuve mucho también en la idea de tener un trabajo” en este marco, la vocalista subraya lo central de su salteñidad al entonar zambas, bagualas, vidalas y canto con caja “que se mezclan con el repertorio propio”.

Mirando hacia atrás, la cantante reconstruye: “En el primer tiempo que pasé acá, en 2018, la distancia fue difícil. No el desarraigo, porque no soy muy arraigada a nada. No me identifico con casi nada y me cuesta mucho extrañar un país. Lo que más extraño son los amigos, la tranquilidad. Me falta mi entorno con el que estaba todo el tiempo. Me pasó menos con los padres porque pudieron venir a visitarme, entonces no hay tanta desesperación por verlos. Salvo en el periodo de la covid que fue terrible”.

Formada en la Universidad Católica de Salta, Mara reconoce que le gustaría volver en algún momento pero todavía no logra costear los pasajes para ella y sus suyos. En otro orden de cosas, relata que ahora tiene un disco pendiente: “no puedo terminar de grabarlo porque estoy en un impasse vocal, luego de mucho cansancio decidí hacer reposo vocal. Literalmente no voy a cantar hasta enero”, dice, y añade: “aunque tardaré un tiempo en concretarlo, puedo anticipar que se llama Broderie. Lo compuse en la época de confinamiento y el nombre significa muchas cosas. Por un lado, bordado y, por otro en la música, remite a la bordadura. Es decir, a la nota fuera de la melodía que adorna a la nota principal. Son notas de adorno”, revela. “Es un libro donde cuento la vida de una mujer, tiene un paralelismo, y lo digo con mucha humildad, con una obra de Robert Schumann. Son 9 cuadros de pintoras como Silvia Katz y Gabriela Sanandrea, a las cuales les compuse una canción y les escribí un poema. El algún momento se concretará”. 

Una migración temporal en homenaje a Dávalos

Durante cuarenta días, Florencia Dávalos, la hija menor del histórico Jaime, sembró su huella propia y la de su padre, por 16 ciudades y cinco países del viejo continente. En formato de trío, junto a Mirta Pérez en piano y Mariana Mariñelarena en percusión, pasaron por diferentes puntos de Francia, Bélgica, Alemania, Italia y Suiza.

Con perseverancia y compromiso dejaron su marca: “dimos veinte conciertos y trece workshops. Ofrecimos música argentina de Norte a Sur, que propone un viaje musical que va enlazando diversidad de especies folclóricas representativas de distintas regiones geográficas de nuestro país y que recorre obras clásicas de autores emblemáticos de la música popular argentina como Jaime Dávalos, Eduardo Falú, Cuchi Leguizamón, Juan Falú, Pepe Núñez, Jorge Marziali, entre otros, junto a nuevas composiciones”, enumera Florencia.

(Imagen: Gentileza Soledad Amarilla). 

Al intenso tour llevaron el conversatorio musicalizado “Jaime Dávalos 100 Años - El Nombrador”, en conmemoración de los 100 años del natalicio del poeta, que llegó al mundo el 29 de enero de 1921. “Desde que comencé con el proyecto Memoria de la semilla, deseo con toda mi alma que su obra llegue a todos los rincones de este planeta. Europa era uno de los objetivos”, confiesa.

En un recuento emotivo, la cantora y docente puntualiza: “El primer lugar donde hicimos pie en este tour fue la Casa Argentina de París. Nada es casual, llegamos con lo mejor que podíamos darle al público. La obra de este tremendo poeta. Luego pudimos hacerlo en la Universidad de Kassel (Alemania) para docentes y estudiantes de Literatura Latinoamericana. La propuesta generó gran interés en el público. Se trataba de ir contando algunas anécdotas -algunas escritas de puño y letra por mi viejo y otras que fui encontrando en grabaciones, publicaciones, y que me llegaron de boca en boca- sobre el nacimiento y creación de sus canciones y poemas. Fui enlazando esas historias con poemas recitados por él y seguidos por canciones con la intención de transmitir toda su hondura poética, haciendo hincapié en que cada canción nació a raíz de una vivencia”. Así, Florencia subraya: “Vivir el arte, vivir la poesía, vivir el canto, ese fue su legado. La vida y el arte eran una misma cosa. Y supo con su gran sensibilidad y su particular forma de mirar el mundo, dejarnos un gran tesoro que me honra enormemente compartir. Jaime, mi viejo, es uno de los poetas mayores que ha dado Salta y su obra es parte del patrimonio cultural de América Latina”.

Florencia repasa el repertorio y devela: “Entre las obras más destacadas está Vidala del Nombrador, que finaliza con esa baguala centrífuga que va generando gran tensión y se derrumba con la fuerza del trueno, un aplauso que no terminaba más. Después de ese tema siempre quedaba temblando. Tenía que hacer un break mientras las chicas hacían uno instrumental. Otros temas que causaron impacto en el público fueron Sirviñaco, por la picardía que la caracteriza, y Chacarera Trasnochada, en la que incluimos un solo de bombo que rajaba la tierra. También La hilandera, un poema que musicalicé y estrené para el centenario, en el concierto del CCK”.

Para sintetizar, la heredera menor de Jaime destaca: “En cada uno de los países que visitamos, nos han recibido con mucho interés y respeto por nuestra música. El hecho de que fuésemos tres mujeres músicas era atractivo para los diversos públicos, creo que porque cada una tiene su personalidad en el escenario. Estamos muy agradecidas del amor que nos han dado en este viaje increíblemente intenso y de mucho aprendizaje. Nos estamos preparando para volver en 2023”.

Así, entre la permanencia y la itinerancia, salteños y salteñas dejan su arte en tres continentes y encuentran modos de hacer, crear y proyectarse en el mundo.