El sol de diciembre es abrasador desde bien temprano en la mañana. Son las 8.30 del sábado y el torneo Cebollitas, destinado a niños y niñas de la ciudad de Salta, se encuentra en pleno desarrollo.

Las canchas de la laguna, ubicadas en la zona sudeste de la ciudad, sirven como locación para una de las sedes del torneo. Allí, participan muchos de los barrios más estigmatizados, aquellos de los que se habla mucho y se conoce poco, aquellos que también, desde los márgenes, muestran otra realidad para quien se acerca a contemplar con ojos propios.

El terreno comunitario es amplio. Las canchas, de diferentes medidas y con varios desniveles, consecuencia de la poca inversión, se reparten en el espacio. Cada nuevo día de torneo puede encontrar a los organizadores con alguna situación a resolver: canchas anegadas, desagües a la intemperie o basura acumulada, entre otros. Sea cual fuera el inconveniente, los problemas se resuelven con ingenio e imaginación colectiva. Nada resulta impedimento para que la pelota ruede.

El torneo

Las familias se distribuyen alrededor del perímetro de juego acompañando a sus hijos o familiares. La zona agrupa 45 equipos de diferentes categorías, convocando a más de 700 niños y niñas. “Esta zona abarca los barrios de Solidaridad, Gauchito Gil, Justicia, Primera Junta, La Paz, Santa Mónica, Virgen de Urkupiña, Convivencia, Finca San Francisco, Cita y Los Paraísos, que ya es Cerrillos”, comenta Jorge Raul Copa, organizador y nexo con la Secretaría de Deportes de la provincia.

Jorge es un viejo conocido de los torneos, ya que desde sus inicios, a fines de la década del 90, llevaba equipos a jugar. Un día, por su conocimiento y ascendencia territorial, lo invitaron a sumarse como coordinador. “Desde el 2012 estoy en este cargo. Ya son muchos años, veo chicos que jugaban y que hoy traen a sus hijos”, cuenta mientras responde saludos y resuelve situaciones a cada momento.

Si bien el torneo tiene su tradición, Copa incrementa su ingenio para seguir convocando cada vez más familias. “Para promocionar el torneo y que los equipos se inscriban, difundimos mucho desde el celular, en las redes sociales, pero también lo hacemos recorriendo las avenidas de la zona pegando afiches para que la gente se entere. Así nos manejamos, y de esta forma logramos que se acerquen más equipos. A la gente le encanta y el resultado está a la vista, cantidad de chicos todos los sábados y las familias juntas y unidas”.

Jorge Copa. 

Otro de los profesores históricos del torneo es Sergio “Kike” Aramayo. Vecino del barrio Justicia, organiza a las familias y lleva a los niños a jugar. “Soy responsable de seis equipos que presento en el torneo, entre todos suman alrededor de 100 chicos. Todo este trabajo sale de la escuelita de fútbol del Club Sportivo Justicia, que funciona en nuestro barrio”.

Por otra parte, Nelson, trabajador de la construcción y vecino de la zona, tiene dos hijos que acerca para que se sumen al torneo. Como tantos otros, está al borde de la cancha acompañado a los suyos, “Me siento feliz y orgulloso de que vengan a jugar, nosotros como familia acompañamos y apoyamos para que se haga la actividad ya que es algo lindo que se da, hay mucha unión entre los barrios. La gente se junta, se organiza, compra gaseosa y sánguches para los chicos, siempre todos juntos, ganen o pierdan”.

Otro de los pilares del torneo son los jóvenes vecinos que participan como árbitros. Ellos son parte del entramado barrial y participan desde este lugar como un engranaje más del torneo. Emanuel es uno de ellos y relata su llegada al torneo Cebollitas. “Tengo un amigo que es referí acá y me invitó a ser parte del grupo. Me gustó la idea y me sumé con los chiquitos, me encanta el fútbol y sobre todo dirigir y enseñar a los más chicos. Yo también juego los sábados en estas canchas pero a la tarde. Así que empiezo a la mañana a dirigir y después me toca... me voy a las 7 de la tarde a casa”, comenta Emanuel y agrega: “es muy positivo el torneo, ayuda mucho a los chicos para que no estén en la calle, viene muy bien para que hagan deporte y pasen en familia”.

Lazos barriales

El torneo, con su gran caudal de convocatoria, es más que una simple actividad deportiva. Las familias, los vecinos, construyen lazos, resuelven situaciones y se organizan. “Se da una gran unión a través del fútbol, porque vienen muchos chicos de los barrios de la zona. Por ahí un chango que tiene problema con otro, vienen acá, se ven, juegan y hace que se puedan unir los grupos. El fútbol sirve para unir, acá se pasa en familia y el objetivo es que los chicos disfruten”, relata Emanuel.

Emanuel, vecino y árbitro.

En tanto, Jorge, organizador del torneo, destaca con orgullo: “los niños vienen acá y juegan, no tienen que pagar nada de nada, todo lo contrario que pasa en otras ligas que juega el que tiene plata y el que no, no juega. En esas ligas los técnicos buscan los mejores chicos y dejan a un montón de lado. Acá juegan todos”.

En este punto todos los relatos coinciden; la situación social y económica en los barrios periféricos de la ciudad de Salta, hace que en aquellos torneos donde se debe pagar inscripción, sean miles los que queden fuera. En cambio, el torneo Cebollitas, viene a zanjar esta situación, dando posibilidad de ejercer el derecho al juego y la recreación a cientos de niños y niñas.

“Este torneo es para todos, para todas las familias, inclusive a pesar de las malas condiciones que tenemos en el terreno. Las canchas se inundan y tenemos que improvisar. Sin embargo, lo mismo la gente le pone buena onda y nos acompaña, nos ayuda”, subraya Jorge Copa.

En tanto, Kike Aramayo agrega en este sentido: “En Salta hay muchos campeonatos barriales, pero no tenemos posibilidad de llevar a los chicos porque se paga, y con la carencia que hay en el barrio no tenemos para juntar la plata, por eso la gran importancia de este torneo para las familias. Nosotros en Justicia, aparte de la escuelita que funciona lunes, miércoles y viernes, tenemos merendero. Así que los martes y jueves que no hay fútbol, les damos clases de apoyo a los chicos, y todos los días tenemos merienda. Toda la semana tienen actividades los chicos”, comenta Kike, describiendo la organización y multiplicidad de tareas que ejercen los colaboradores y formadores de los equipos del torneo.

Sergio Kike Aramayo.

“Hay muchas familias, por eso se da una gran integración, viene el tío, el abuelo, los hermanos, se acerca mucha gente a acompañar a los chicos, entre ellos hacen amistades, y si hay algún problema, es solo dentro de la cancha, cuando termina el juego, queda ahí y siguen amigos”, describe con orgullo de años en la organización, Jorge Copa.

Las pibas al frente

“Los tiempos cambiaron”, dice con seguridad el organizador del torneo en la zona, “ahora se trata de buscar igualdad e inclusión, algo que nos parece excelente y vemos los resultados con un crecimiento muy grande del deporte femenino”.

El torneo fomenta la inclusión y los equipos pueden ser mixtos, así lo explica su organizador: “en los más chicos se pueden incluir cuatro nenas en las categorías de varones, y también se pueden incluir chicos con perspectiva de género. Todo esto aparte de las categorías que son solo de mujeres. Las familias lo aceptan y funciona muy bien, porque a veces alguno que no se anima, juega junto con su hermano o hermana y así se va dando. Para nosotros es algo normal, que antes, en mi época, era impensado”.

María es vecina y madre de dos niños que juegan en el torneo. Desde el costado de la cancha alienta a los chicos. “No hay diferencia entre hombre y mujer, comparten y se divierten entre todos. Cuando yo era chica no pasaba, las nenas íbamos para la casa y los solo varones podían jugar a la pelota. Hoy yo también participo en la liga femenina”.

La vecina del barrio Justicia resalta lo que ella misma fue experimentando con el tiempo, “Es algo lindo que no se haga diferencia entre varones y mujeres, ellos de chicos aprenden que no es la nena para la casa y los varones para el fútbol, aprenden que nosotras también podemos jugar y hasta a veces jugamos mejor”.

En tanto, Emanuel, árbitro y vecino participante de los torneos de adultos, agrega: “Las chicas y los chicos juegan mezclados y no hay ningún problema, es muy bueno que las chicas puedan jugar, antes esto no pasaba. Hay mucho respeto entre todos y nunca hay problema”.

Si bien el torneo despierta y activa los sentidos organizativos territoriales, cierto es que solo se juega durante algunos meses al año, siendo la continuidad en el tiempo, un reclamo constante junto a la mejora en la infraestructura. “Sería interesante que el campeonato se haga más seguido, porque solo se hace una vez al año. Si hubiera otra posibilidad, sería bueno para que los chicos tengan en que divertirse y estar ocupados en algo tan lindo”, comenta Jorge Copa y agrega: “en el barrio cada vez tenemos menos espacios, van desapareciendo las canchas con el correr del tiempo y las que tenemos no son del todo buenas, hace falta maquinaria para arreglarlas, para emparejar un poco, para rellenar y que el espacio sea más lindo, más agradable”.

Con largos años de tradición deportiva en los barrios de la ciudad de Salta, el torneo Cebollitas es referencia ineludible para vecinos y vecinas que crecieron jugando en esos potreros, pasando la posta de generación en generación.

El crecimiento demográfico genera que cada vez sean más los activos participantes del encuentro deportivo, pudiendo preservar, gracias a estos torneos, espacios de dispersión, juego y vinculación social.

En tiempos de fútbol hiperprofesional, los márgenes muestran otras prácticas posibles, y así lo describe con claridad Emanuel: “Estos barrios salen siempre cuando hay malas noticias. En mi barrio, Solidaridad, pasan muchas cosas buenas. La gente habla mucho y no sabe, dicen que Solidaridad es el peor barrio pero la verdad que no es así. Cada barrio tiene su historia, pero en el mío hay muchas cosas buenas, si no, vean este torneo, es hermoso para los chicos y para las familias”.