"Juré que si mi beba vivía y yo vivía, iba a luchar todos los días de mi vida para que se hiciera justicia". Así cerraba en 1985 el testimonio contra las cúpulas militares en el Juicio a las Juntas Adriana Calvo, doctora en Física, docente, gremialista, militante y ex detenida desaparecida de quien se cumplen doce años de su muerte.
"Adriana testimonió una y otra vez para que nuestro pueblo escuchara la verdad del genocidio y fuera protagonista en la lucha contra la impunidad", destacó la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos al recordarla al cumplirse el doceavo aniversario de su muerte en 2010. "No tenía ninguna esperanza en el Poder Judicial que fue cómplice de la dictadura. Trabajó incansablemente para derrotar las leyes de impunidad y luego para hacer posible los juicios ante un Estado al que hubo que arrancarle cada una de estas conquistas", agregó la organización de derechos humanos.
Adriana Calvo se graduó como licenciada en Física en 1970 en la Universidad Nacional de La Plata. En febrero de 1977, cuando fue secuestrada y desaparecida por la dictadura militar, formaba parte del cuerpo de docentes e investigadores de la universidad. La fueron a buscar a su casa y se la llevaron cursando un embarazo de seis meses de su tercera hija que nació en cautiverio, llevando las torturas y maltratos que sufrió durante el parto como parte troncal del testimonio que dio ante la Corte Suprema en 1985. Como sobreviviente pudo relatar por cuales centros clandestinos de detención fue llevada durante su desaparición, entre los que se encuentran la Brigada de Investigaciones de la Ciudad de La Plata, el Destacamento Policial de Arana, la Comisaría 5ª de La Plata y la Brigada de Investigaciones de Banfield, llamado Pozo de Banfield.
"Adriana fue fundamental en la realización de los Trabajos de Recopilación de Datos (TRD), que sirvieron y continúan haciéndolo, de base en muchos de los juicios a los genocidas", recordaron en la AEDD, de la que Calvo fue una de las fundadoras. Al cumplirse un año de su muerte, sus tres hijos la recordaron con un escrito en PaginaI12 en el que destacaron que "No fue lo que se dice un amor, ni de regalar sonrisas. Era más bien justa. Nunca fue un cascabel de alegría ni de simpatía, sino franca y recta como una viga".