El plan de recuperación del catálogo de Music Hall encarado por el Instituto Nacional de la Música sigue su curso. El nuevo paso va por tres: los dos primeros discos de María Rosa Yorio y el de Merlín, dúo perdido mágicamente en el tiempo, que habían armado Alejandro De Michelle y Gustavo Montesano en el ocaso de los '70. En el caso del par, se trata de Con los ojos cerrados y Mandando todo a Singapur. En el otro, del único disco que editó el fugaz dúo armado por el cantante y compositor de Pastoral, y el bajista de Crucis, devenido guitarrista y tecladista para el nuevo proyecto.

En ambos casos, el sello encargado de concretar la edición es Fonocal y en ambos, también, se agregan bonus grabados especialmente. Caso por caso, la cosa cambia, claro. El de Con los ojos cerrados, de Yorio es el de temas que formarían parte de la historia grande del rock argentino. El de la canción de David Lebón que luego Seru Giran eternizaría bajo el nombre de “Parado en el medio de la vida”, pero que la cantante ya había primereado bajo el mismo nombre con que bautizó su disco debut.

Yorio tenía 23 años entonces y venía de meter voz e impronta feminista en discos clave de los '70. El seminal Pequeñas anécdotas sobre las instituciones de Sui Generis era uno; los epónimos debuts de Lebón y La Máquina de Hacer Pájaros, otros dos; el IV LP, de Gieco el cuarto; la tríada de Los Desconocidos de Siempre –fue ella quien ideó el nombre, además- y el de PorSuiGieco, banda clanesca de la que fue integrante a la par de los demás.

A tal background le debe ella que la ópera prima rescatada por el INAMU porte temas de un tridente de compositores caros a la historia del rock criollo: Miguel Cantilo (suya es “Yo no te poseo”), León Gieco (pluma de “Semana de un cantante”) y, claro, Charly García (padre de su hijo Migue) que se anota por cuatro. Tres registradas en la edición original (“Blues desesperado”, donde toca piano Oberheim, “Sé que tendrá tus ojos” y “Entra, serás bienvenido a casa”), y el bonus “Dime quien me lo robó”, cuya bella versión va con violines, viola, contrabajo y bandoneón.

El disco, injustamente olvidado, se enaltece asimismo por quienes fueron parte de la grabación. Además de García y Lebón, aparecen tocando el “Mono” Fontana, Nito Mestre y Alfredo Toth (con quienes Yorio había compartido su paso por Los Desconocidos), Bernardo Baraj, Beto Satragni y una presencia nodal: es la primera vez de María Gabriela Epumer en un disco. Tenía 15 años ella, y tocó guitarra en el tema que da nombre al disco. “Para mí fue importante este disco porque pasé de que me dijeran todo lo que tenía que hacer a decidir todo yo misma”, dijo entonces la Yorio a la revista Canta Rock, sobre este trabajo cruzado por la maternidad –el mencionado “Sé que tendrá tus ojos” es por Migue-. También por piezas que llegan hasta hoy sin tanta mácula temporal. Caso “Blues desesperado”, caso “Entra, seas bienvenido a casa”, tema que sería parte del repertorio de Los Desconocidos de Siempre. Caso la sintomática “Yo no te poseo” que, si bien crea Cantilo, entra perfecto en la impronta de María Rosa. “Yo no te poseo, nene / yo sólo te amo / Tampoco soy tuya, nene / nadie es de ninguno”.

La intrepidez, el riesgo encarado por la dama del rock cuarenta años atrás es sin duda faro y espejo para las nuevas generaciones de mujeres rockeras. Su voz armoniosa, el encare de resaltar en medio de una selva de machos fueron desmalezando el terreno, y de ahí la importancia de la reedición. En ella, además, se inspiraron grandes clásicos del rock argentino: es la "nena" a la que nadie le va a hacer mal en “Seminare”; la diosa y heroína de “Bubulina”, y la que besa el cristal en “Antes de gira”.

Dos años después, la música publicó su segundo disco: Mandando todo a Singapur. Otra cosa. A diferencia de su antecesor, más plural y participado, el trabajo contó con el protagónico compositivo de Miguel Mateos, que incluso puso la formación de Zas a disposición de la mayoría de los temas. Sugirió además uno de los éxitos romanticones del Lerner época '80: “Por un minuto de amor”. La intensidad provocadora del disco debut de Yorio contrastaba no solo con tal balada sino con el talante new wave que Mateos, también productor, le imprimía a temas como “Amor en taxi”, “Tu viaje empezó a doler” o “Teléfono público”, tema éste que el dueño de Zas compuso junto a la dama.

La pluma de los viejos compañeros de la cantante, en tanto, pervivía en “Viviendo o viviendo”, de Gieco, donde participó Rubén Rada en percusión; “Te daré algunas cosas”, tema de García que solía hacer Sui Generis en vivo bajo el nombre de “Cuando te vayas”; y el mencionado “Antes de gira”, también de Charly, que entró como uno de los cuatro bonus de la nueva edición.

El disco de Merlín, en tanto, se publicó casi en simultáneo con el debut de Yorio y tampoco estuvo entre los más festejados de ese año. Dedicado a John Lennon, a quien habían asesinado mientras el dúo entraba a grabar en ION, claramente se pierde como bruma en la oscuridad entre trabajos brillosos del momento como Bicicleta, de Seru Giran, o Alma de diamante, de Spinetta Jade. La sinergia entre un folkie lírico y desgarrado (De Michelle) y un sinfónico extremo (Montesano), en búsqueda de una síntesis que oliera a “modernidad maquinal” no dio el resultado esperado.

Volver sobre él o escuchar su restauración -que agrega dos versiones demo de “Tragaluz de plata” y “Payaso olvidado”- rescata un par temas que amerita atención: “Té en París” y “Un trozo de eternidad”. Además, evoca la sólida base formada por Daniel Colombres en batería y Francisco Ojstersek en bajo. “Queremos divertirnos”, había dicho el de Pastoral a la revista Pelo, a punto de salir el disco. “En el mundo cambiaron un montón de cosas y la música, al mismo tiempo, tiene que cambiar”, señalaba por su parte el de Crucis, ubicando a la tremenda banda en ese supuesto pasado. El bajista-guitarrista vuelve a escribir sobre el trabajo cuarenta años después, en la lámina interna de la reedición. “Resulta un hermoso regalo del destino la reedición de este LP, llevaba más de cuarenta años sin escucharlo”.

Por supuesto, hay en el horizonte del INAMU más reediciones. Son 2500 los títulos liberados del catálogo de Sicamericana, que permaneció paralizado desde 1993, a causa de la quiebra de la empresa que nucleaba no solo a Music Hall, sino también a TK y Sazam Records. El beneficio económico que le corresponde al INAMU por las reediciones en concepto de comunicación pública (ya ha pasado con los siete volúmenes de Pappo's Blues, casi toda la discografía de Arco Iris, Nayla de Lebón, el único de Los Gatos Salvajes y La grasa de la capitales de Seru Giran, entre otros) es íntegramente volcado al proyecto “Mi primer disco”, destinado a fomentar el disco debut de músicos emergentes.