Desde Doha
El Himno Nacional volverá a escucharse el domingo próximo en el estadio Lusail de Qatar, donde la Selección Argentina protagonizará el partido decisivo de la Copa del Mundo 2022.
La emoción desbordante se vivió en ese escenario luego del triunfo ante Croacia, por una de las semifinales. El equipo repetirá lo que ocurrió hace ocho años en Brasil, cuando no pudo ante Alemania en el mítico Maracaná.
El capitán Lionel Messi volverá a tener la oportunidad de levantar el trofeo más preciado, después de la frustración que significó la definición en 2014, por aquel gol de Mario Götze en el tiempo suplementario.
El seleccionado, de esta forma, tendrá la chance de obtener su tercer título, luego de los ganados en 1978 y 1986. Los 36 años de espera pueden ser dejados atrás por una generación que se consagró campeón de América (2021) después de 28.
La misión que tenía que atravesar el equipo no era sencilla. Croacia es el actual subcampeón mundial, y cuenta con un valor extraordinario como Luka Modric, su hombre más desequilibrante. Si bien los croatas ganaron un solo encuentro en este certamen, llegaban con el envión anímico que significaba dejar afuera a Brasil.
El líder del Real Madrid fue precisamente el que empezó a controlar la pelota, y sus compañeros lo secundaban con acierto. Croacia dominaba pero no tenía profundidad. Argentina fue construyendo la victoria con velocidad y precisión cuando recuperaba la iniciativa.
Los dos primeros goles argentinos se produjeron de la misma manera: salida rápida para aprovechar la velocidad de Alvarez. El ex River, en la primera acción, encaró por el centro y fue derribado por el arquero dentro del área. El penal fue ejecutado por Messi. El segundo se inició con un tiro de esquina para Croacia, y el contrataque fue letal: Alvarez se llevó la pelota desde el círculo central y definió luego de que rebotara en un defensor.
La función de Messi comenzó en ese momento. El rosarino se hizo dueño de las acciones, y sus maniobras generaban ovación desde las tribunas. Lo que viene demostrando es que parece tener más impulso con el correr de los minutos, y a sus 35 años despliega mayor potencial cuando otros empiezan a sentir el cansancio.
La jugada que elaboró en la segunda parte, que finalizó con otro gol de Alvarez, lo certifica. El capitán recibió sobre la derecha y desbordó a su marcador para llegar hasta la línea final y asistir al delantero.
El nivel que viene exhibiendo Messi es nuevamente decisivo. Su desempeño eleva el rendimiento colectivo, y el resto intenta superarse para no dejarlo en soledad.
El temor sucumbió en el primer tiempo, cuando Messi se comenzó a tomar el isquiotibial izquierdo durante varios minutos. El partido, en ese momento, estaba igualado, y él inclusive alcanzó a mirar al banco de suplentes por esa situación. El problema se disipó y continuó con normalidad para entregar todo lo que tenía preparado.
La gloria quedó un paso más cerca, y Argentina está otra vez en la puerta de seguir engrandeciendo su propia historia. El domingo próximo aquí, en medio oriente, el fútbol puede regalar otra reseña de lujo.