La Organización Mundial del Comercio (OMC) rechazó los aranceles que en 2018 la administración de Donald Trump impuso sobre las importaciones de acero y aluminio, cuyo principal destinatario era la competencia de China. La entidad multilateral dijo que las medidas adoptadas por Estados Unidos son inconsistentes con las normas de comercio global y recomendó al país del norte que se ajuste a derecho. 

Se espera que la decisión no tenga gran impacto en la economía real, sobre todo si el gobierno de Joe Biden apela la decisión, algo esperable, ya que esa misma administración mantiene bloqueado el panel de apelaciones de la OMC, al no avalar el nombramiento de nuevos miembros. Sin embargo, la medida de la OMC levantó el polvo de las declaraciones, tanto de parte de Estados Unidos como de China.

Reacciones

El gobierno norteamericano dijo que rechazaba enérgicamente la interpretación de la OMC y que las conclusiones del panel eran "defectuosas". En tanto, China dijo que esperaba que Estados Unidos respetara la decisión de la OMC. 

En el ámbito del comercio exterior, no parece haber fisuras entre la pasada administración de Trump y la actual que lidera Biden. "Estados Unidos ha presentado una posición clara e inequívoca, durante 70 años, acerca de que las cuestiones relativas a la seguridad nacional no pueden ser evaluadas por parte del mecanismo de solución de diferencias de la OMC", dijo en un comunicado el representante de Comercio de los Estados Unidos, Adam Hodge.

"La administración Biden está comprometida a preservar la seguridad nacional asegurando la viabilidad de largo plazo de nuestras industrias del acero y el aluminio y no removeremos los aranceles como resultado de estas disputas", agregó Hodge.

Aranceles

En el marco de su campaña retórica para que Estados Unidos recupere el liderazgo mundial en el terreno industrial y en plena disputa global con China, Trump aplicó en 2018 tarifas adicionales del 25 por ciento sobre el acero importado y del 10 por ciento en el caso del aluminio, lo cual también afectó a aliados tradicionales como la Unión Europea y a Japón.

Más concretamente, en enero de 2018, el Departamento de Comercio de EE.UU. determinó que las importaciones de productos del acero y aluminio representaban una “amenaza contra la seguridad nacional”, luego de una investigación iniciada al amparo de la Sección 232 de la “Trade Expansion Act” de 1962.

Luego de aplicar la suba de aranceles, Trump se sentó de manera bilateral a negociar cuotas con rebajas con Argentina, Brasil, Corea del Sur, Canadá, México y Australia. Asimismo, entre 2019 y 2021, Estados Unidos negoció y logró acuerdos con México y la Unión Europea para el levantamiento de estos aranceles, luego de que éstos amenazaran con represalias a las exportaciones estadounidenses.

En un curioso giro de la política internacional, China, acusado desde siempre a causa de su política económica proteccionista acudió a la OMC para quejarse de Estados Unidos, histórico paladín del librecambio. El reclamo chino fue acompañado por Noruega, Suiza y Turquía. En su dictamen, la OMC dijo que no le convencía el argumento norteamericano acerca de que enfrentaba una "emergencia en las relaciones internacionales" que justificara la suba de los aranceles.

Así, los roles históricos quedaron invertidos. "Estados Unidos dice que las exportaciones de China amenazan su seguridad nacional y afectan al mercado norteamericano, pero no han dado suficientes pruebas de ello. Estados Unidos aplica la política del 'America First' y pone a las leyes locales por sobre el derecho internacional para mantener su hegemonía. Es el mayor desafío al sistema global de comercio", dijo Huo Jianguo, vicepresidente del Instituto de Estudios de Comercio Internacional de China.