La Revuelta Gran Buenos Aires es una grupa que acompaña a personas que necesitan y quieren abortar, como tantas otras colectivas que forman parte de Socorrista en Red (SenRed). Una grupa que -como todas- tiene varias cosas para contar, tanto sobre su activismo como sobre ellas mismas como acompañantes de aborto. Se formó y creció a partir de la llegada de Nadia Mamani, desde Neuquén –donde activaba en La Revuelta Colectiva Feminista- a San Miguel, provincia de Buenos Aires. Fue ella quien se encargó de armarla pero durante meses estuvo sola recorriendo el conurbano para encontrase con personas que contactaban a colectivas de otras provincias, generar los talleres y brindarles información. Hoy, casi cinco años después, son unas veintiún activistas repartidas en distintos territorios del gran Buenos Aires.
En los últimos dos años, es decir desde la aprobación de la ley 27.610 hicieron campañas en distintas localidades -Fuerte Apache, por ejemplo- donde hablaron de violencias, prejuicios, embarazos, abortos seguros y acompañados. Con elles compartieron sentires y hablaron de salud comunitaria. Y así, en a cada lugar al que llegan, reparten kits de cuidados y difunden el número de la línea.
En la charla con Las12 participan, además de Nadia, Virginia, que está en Socorristas en Red desde 2016. Antes activaba en Villa Gesell hasta que se vino a vivir a la zona norte de Buenos Aires, en 2019. Tiene 38 años, estudió escenografía y vestuario y es ceramista. Nandy tiene 42 y es de La Matanza, donde vive desde los 12 años. Trabaja de cajera de supermercado hace 23 años en la misma sucursal. Desde chica hizo activismo social. Ingresó a La Revuelta GBA en 2021, y es la primera vez que activa en una colectiva feminista. Ire nació en Corrientes y vive en Buenos Aires desde hace 18 años, y desde 2019 forma parte de La Revuelta GBA. Tiene dos hijes y un emprendimiento de juguetes didácticos con su compañero.
Cori vive en Burzaco y tiene un hijo, estudia el profesorado de Prácticas del Lenguaje y también ingresó en la última formación socorrista. Cuenta que se sumó a este activismo después de haber sido acompañada en su proceso de aborto por socorristas. Yami vive en Wilde y también ingresó en la última formación, es profesora de Educación Especial y trabaja en la educación pública. Tiene 40 años, dos hijas y una familia ensamblada.
En su presentación, Nadia comienza diciendo que es de Jujuy pero que se siente de Neuquén. Tiene 34 años, es maestra de educación primaria y socorrista desde el 2013. Activó en la Revuelta Colectiva Feminista de Neuquén hasta 2017 y en 2018 se mudó a Buenos Aires. Esa mudanza la trajo a esta parte del país, donde el activismo siguió siendo parte de su forma de vivir. “La necesidad de seguir acompañando a personas que se comunicaban para interrumpir sus embarazos surgió de la necesidad de no estar sola y de poder dar respuesta a quienes se contactaban”, señala.
Nadia impulsó el armado de La Revuelta GBA, “con el mismo nombre y con la misma impronta que La Revuelta Neuquén”, dice. Desde que vive en Buenos Aires trabaja como orientadora en salud sexual y reproductiva en un consultorio que garantiza estos derechos y en particular lo que tiene que ver con la interrupción voluntaria del embarazo, espacio al que se sumó desde su experiencia como acompañante de abortos.
¿Cómo fueron esos primeros momentos en los que estabas sola y recién llegada de Neuquén, hasta hoy que ya son unas 21 en la colectiva La Revuelta GBA?
Nadia: Me mudé por cuestiones personales a esta parte del país, que no era una zona que me causara mucha alegría. Era muy abrumadora la información sobre Buenos Aires y fue muy atemorizante en ese momento. Empezar de cero, conocer personas, hacer vínculos. Yo venía de una colectiva impulsora de SenRed, motor fundamental y donde hacíamos muchas cosas entre varias y constantemente. Encontrarme con esta realidad fue muy difícil al principio pero rápidamente –allá por 2018- empezaron a llamar personas que necesitaban abortar en esta parte del país. Llamaban a Neuquén o a otras líneas públicas de la Red y como sabían que yo estaba acá me decían: “Nadi, hay una mujer en tal lugar, ¿no querrías verla?” Entonces esa fue mi forma de conocer el territorio, porque no tenía idea de donde estaba parada.
Nadia se acuerda de la primera mujer con la que se encontró, era de la localidad de Mercedes. Un lugar tremendamente lejos para ella que vivía en San Miguel. Con el google map en la mano le propuso que se encontraran en la estación de tren de Moreno, y en una plaza frente a la estación hizo su primer taller socorrista por estos lares. Esa tarde soleada de abril, se dio cuenta de que le hacía bien acompañar, y así se fueron sucediendo una tras otra las mujeres con las que se encontraba en distintas zonas. Nadia aun no tenía trabajo entonces tenía disponibilidad para tomarse el colectivo y dar talleres en distintos territorios.
En un mes contó 24 mujeres a quienes acompañó en sus abortos mientras estaba empezando a conocer el conurbano. “Ahí me di cuenta de que eran un montón, de que claramente sola no iba a poder y que necesitaba estar con otras”. Les contó esta sensación a sus compañeras y amigas fundamentales del activismo de Neuquén, Ruth Zurbriggen y Belén Grosso, la gran demanda que había en esta parte del país, donde se podía acceder a una ILE pero aún no estaba legalizada la interrupción voluntaria del embarazo. En Neuquén se estaba haciendo una escuela de formación socorrista, a la que Nadia asistió. La Revuelta GBA se fue armando con amigas y amigues y con socorristas de otras provincias que se contactaban. Así se juntaron cinco compañeras que querían ser socorristas en un bar de Callao y Corrientes justo el día en que se empezó a tratar la ley, hace dos años atrás.
Fue en 2018, que se armaron como grupa, hacia fines de ese año se incorporaron muchas compañeras como respuesta rebelde al “no” del Senado a la Ley de Interrupción Voluntaria. En 2019 se consolidaron como colectiva y se dedicaron a acompañar, hasta que en 2020 ya tenían un espacio donde hacer talleres fijos. Luego llegó la pandemia y ese año fue el año que más acompañamientos hicieron.
En 2021, y ya con la sanción de la ley, decidieron difundirla en los diferentes territorios para hacerla vivir en las instituciones y en los barrios. Así llegaron a hacer talleres en La Matanza, Fuerte Apache, Temperley, San Justo, San Martín, (por nombrar algunas localidades). Cubren un extenso territorio, muy denso poblacionalmente, brindando información y acompañamiento. Virginia dice que las localidades del conurbano parecen no terminar nunca, pero todas ya son expertas en entender el mapa y conocen cada rincón, saben cómo viajar y qué conexiones hacer para llegar a cada persona. Caminan territorios y articulan en barrios, lejos de los lugares donde viven.
A partir de la aprobación de la ley 27.610 pensaron experiencias que resultaron muy positivas. Llegaron a Fuerte Apache con la Campaña de SenRed “El derecho a abortar es ley”, afiches, volantes, dípticos y otros materiales impresos. Fueron a hospitales, salitas, espacios de salud comunitaria y bibliotecas. Así dieron con la Cooperativa “La Germán”, donde hacen revestimientos y ladrillos huecos de cemento, que está conformada mayoritariamente por mujeres. Les propusieron un encuentro para hablar de abortos y fueron muy interesantes las devoluciones.
Por ejemplo, que se enteraban de que estaban embarazadas ya con embarazos avanzados porque no tenían acceso a tests de embarazos. Eso les disparó la idea de volver y organizaron un encuentro en el barrio Ejército de los Andes, donde llevaron kits de cuidado que contenían tests de embarazos, toallitas, preservativos y anticoncepción de emergencia. Armaron esos kits con donaciones que la SenRed pidió al Programa de Salud Sexual y Reproductiva del Ministerio de Salud de la Nación.
Repartieron los kits a les participantes y también en la plaza, a la salida de las escuelas y en la feria del barrio, un espacio que congrega a muches vecines que hacían fila para llevarse uno. A pesar del reparo con el que llegaron, la situación se transformó en una bienvenida valiosa y fundamental, que confirmó la importancia de ese desafío de entrar a los barrios con información. Esa misma experiencia la replicaron en González Catán, en la toma de Las Bartolinas, una agrupación de personas bolivianas que están construyendo su barrio.
En Temperley también pusieron una mesita en frente a la estación de tren y entregaron materiales y kits de cuidado, y en Quilmes se instalaron frente a la catedral. Primero percibieron algunas resistencias pero luego, cuando empezaban a conversar aparecían recuerdos de experiencias dolorosas y vividas en soledad contadas por algunas mujeres. Estuvieron también en Alejandro Korn, Guernica, San Vicente, donde no hay buena información sobre el acceso a la IVE, y muchas veces se viven situaciones hostiles en los hospitales. Así llegó a ellas una muchacha cuya trayectoria para abortar se vio dificultada en estas localidades hasta que consiguió el teléfono de La Revuelta GBA y pudo atravesar con ellas un proceso de aborto acompañada.
Pilar, Tres de febrero, Longchamps, Cañuelas, Florencio Varela y tantos barrios más donde se acercan a activar y difundir información, no solo para abortar acompañadas sino también sobre talleres para adolescencias, vínculos, consentimiento, amor romántico y ESI. Rondas con adolescentes en las que circula la palabra y salen conversaciones en las que “contarse y reunirse, sobre todo después de la pandemia, con la importancia que tiene poner el cuerpo ahí”, dice Yami. La Revuelta GBA es una grupa con perfil popular y territorial que se sale de lo que les queda cerca para acercarse a territorios más lejanos. “Salirse de las redes sociales”, suma Nandy, porque no todo el mundo tienen acceso a internet”. Con baldes de engrudo en las manos, hicieron pegatinas de afiches para difundir que el derecho a abortar es ley.
¿Cómo ven esta posibilidad de que las redes de acompañantes se enreden también a nivel global?
Virginia: Compartir este activismo acuerpado nos va permitiendo hacer de estas experiencias un acto político que está lleno de resistencias y desobediencias. Al intercambiar esas experiencias de los distintos territorios, a nivel regional y con grupas de otras latitudes, es una apuesta para conseguir que el aborto sea realmente libre y feminista. A mí me potencia eso. Este año acompañé a una chica de Brasil que vino a abortar a Argentina y aunque podríamos haberla ayudado de otra manera, ella estaba muy decidida a venir a abortar acá. Las redes de acompañantes nos sostienen y generan este impacto a nivel global, que es una construcción donde también se comparten las coyunturas políticas que cada territorio vive. Aprendemos un montón de cada realidad política y de contextos diferentes al nuestro. Las redes alojan y ayudan a cuidarnos, a crecer y a extendernos. Y coincidimos en esta idea de un aborto libre, cuidado y feminista. Que esto resuene a nivel global está buenísimo.
Nadia: A quienes llaman desde otros países, como Chile o Bolivia, les decimos que pueden abortar acompañadas en sus países por grupas feministas, les decimos las formas de contactarse, entonces esas respuestas están, de forma situada y en cada contexto y eso se observa en la Red Compañera, sabiendo que la autogestión de los abortos es una práctica segura aun por fuera de las instituciones de salud. Porque queremos que las personas elijan como quieren abortar.
¿Qué les brinda este activismo socorrista en la vida cotidiana?
Ire: A mí aportó poder ponerme en el lugar de la otra persona. Cuando empecé en la grupa me di cuenta de que me faltaba un montón, de que la deconstrucción que creí que tenía no era tanta, y aun creo que me falta más.
Yami: El socorrismo me brida una forma de ser docente que tiene que ver con mi identidad, no es lo mismo ser una docente machista y seguir en una estructura patriarcal teniendo en cuenta como son las instituciones de conservadoras y tradicionales. Me gusta estar en ese proceso de transformación.
Nandy: Activar me hace bien a nivel personal, me hace bien poder estar para otras personas. Acuerparme con mis compañeras. Mi trabajo lo tengo hace un montón de años pero no es algo que me haga sentir plena, por eso digo que trabajo de cajera de supermercado y que soy socorrista. Vernos, abrazarnos preguntarnos como estuviste es muy importante. Son redes que nos sostienen.
Cori: “El feminismo me cambió la vida y el socorrismo me la salvó”, esa frase es así, a mí me levantó literalmente. No hay que romantizar el socorrismo pero siento eso, la empatía con le otre, acompañar una decisión que puede transformar una vida. Compromiso y activismo en las calles porque las ganas son importantes pero no suficientes. Hay que activar, como nos dice Nadia.
Nadia: A mí me da conocimiento y reconocimiento. Me presento así, como acompañante de aborto y eso es dar mucho tiempo y disponibilidad. Nos ensancha la vida, a mí me salvó de un montón de destinos que tenía trazados, me permitió vincularme de otra forma con las personas de mi entorno y alejarme de ciertas personas, me dio herramientas para pararme en la vida y decidir cómo quiero vivirla. Es parte de mi identidad, estar en comunidad es una necesidad que tengo y me proyecto siendo acompañante de abortos por muchos años. Me da mucha satisfacción dar alojo a una decisión que se toma sabiendo que ponemos en valor eso que la persona elije.
Virginia: Me da más de lo que me saca. Me dio confianza en mí misma, en mi voz. Me dio colectiva, compañeras. No es lo mismo construir sola que en colectivo. Me hace reflexionar sobre mi experiencia de vida y poder salirme de mi ensimismamiento individualista y poner las cosas en otra escala de valor y de pensamiento.
Nadia: ¡Nos da placer!