Desde Doha
El reinado de Francia en el fútbol actual busca revalidar sus pergaminos el domingo próximo, cuando protagonice su segunda final consecutiva de una Copa del Mundo. Del otro lado no estará Croacia como en el 2018, sino la Selección Argentina liderada por Lionel Messi.
El actual campeón no despliega el mismo juego que su antecesor, aunque sigue contando con figuras preponderantes. Kylian Mbappé tiene ahora 23 años y se encamina como el sucesor del rosarino a nivel internacional. El joven delantero es la máxima figura, ante la ausencia del goleador Karim Benzema, que no está en el plantel por una lesión.
La estructura no varía mucho del equipo que ganó el título en Moscú. La figura está sostenida por Varane, el zaguero central que comanda a sus compañeros desde el fondo. El ex Real Madrid tiene firmeza y elegancia en la misma proporción.
El reemplazante del también lesionado Kanté es Aurélien Tchouaméni, un volante con gran capacidad para recuperar la pelota y distribuirla rápido y con precisión.
El más cerebral de los franceses es Griezmann. El delantero se mueve unos metros más atrás, y se encarga de abastecer a Mbappé y Giroud. El del Atlético Madrid fue fundamental ante Marruecos para retener la pelota cuando el equipo estaba apremiado por los africanos.
El sector defensivo es donde Francia mostró algunas grietas. Konaté participó por el estado gripal de Upamecano y no lo hizo con seguridad. La falta de decisión para salir a buscar a sus marcadores le costó varias situaciones de riesgo en contra. Marruecos falló en la definición de esas acciones, pero estuvo cerca varias veces de marcar un gol.
Hernández fue el que puso en ventaja a los franceses, cuando apenas se jugaban cinco minutos, con una definición casi abajo del arco luego de capturar un rebote. En el plano defensivo, Hernández no dio garantías plenas y dejó que los marroquíes aprovecharan su sector para avanzar.
La desventaja le exigió a Marruecos tener la obligación de salir de su campo para revertir la situación, algo muy diferente a lo que estaba acostumbrado. La premisa de los africanos fue especular con el error del rival durante todo el certamen, y en este caso tuvo que modificar su estrategia.
Si bien construyeron acciones como para alcanzar al menos el empate, no lo realizaron con un juego claro y definido. Las jugadas, en muchos casos, aparecían por inventiva individual y no como consecuencia de una elaboración colectiva.
Francia, a medida que pasaban los minutos, se replegó en su terreno y utilizaba la velocidad de Mbappé como arma principal.
El técnico Deschamps realizó muchas modificaciones en el segundo tiempo, y le dio la oportunidad a los nuevos futbolistas para que tengan su chance. El que la aprovechó fue Muani, que convirtió el segundo gol al tomar la pelota por un rebote después de una maniobra brillante de Mbappé, que pudo solo ante cuatro marroquíes.
Francia se volvió a instalar en una final del mundo. Al igual que Argentina posee dos títulos (1998 y 2018), y el duelo del domingo definirá el nombre del que se quede con la preciada tercera Copa.