Una extraordinaria historia de amor entre un perro y una mujer, Kaidú, de Paula Pérez Alonso, ganó la segunda edición del Premio Nacional de Novela Sara Gallardo. El premio, dotado de 600.000 pesos, reconoce la mejor novela de una escritora argentina (cis, lesbiana, travesti, transexual y transgénero) publicada durante el último año. “La novela se destaca por el enfoque personalísimo, por su escritura fluida, a la vez informal y sofisticada, por su libertad conceptual y narrativa y las preguntas implícitas que plantea sobre las relaciones, el amor, el duelo y la comunicación”, fundamentó el jurado, integrado por las escritoras María Rosa Lojo y Esther Cross, y por el escritor I Acevedo.

“Cuando conocí a Kaidú, el perro de Juan, no imaginé que me casaría para toda la vida”, dice Aína sobre ese perro llamado así por el último kan mongol rebelde, una mezcla de ovejero y collie, de pelo castaño brillante y con reflejos dorados, que anda suelto y sin correa. La quinta novela de la escritora y editora Paula Pérez Alonso (Buenos Aires, 1958) fue publicada en 2021 por Tusquets. “Nunca me presenté a un premio pero cuando Paola Lucantis, editora de Tusquets, me preguntó ‘¿Presentamos Kaidú al Sara Gallardo?' sentí que era una cobardía no hacerlo”, cuenta la autora de las novelas No sé si casarme o comprarme un perro (1995), El agua en el agua (2001), Frágil (2008) y El gran plan (2016). “Le dije ¡Dale! Y ahí fue Kaidú”, agrega la feliz ganadora de este premio organizado por la Dirección Nacional de Promoción de Proyectos Culturales del Ministerio de Cultura de la Nación, que tiene como figura tutelar a la escritora Sara Gallardo (1931-1988). El jurado eligió también cinco obras que obtuvieron menciones especiales: Monchi mesa, de Marina Closs (Bajo La Luna), Antes que desaparezca, de Sylvia Iparraguirre (Alfaguara), Olimpia, de Betina González (Tusquets), Pobres corazones, de Melina Torres (Suma de Letras) y Outlet, de Laura Liébana (Libros de Unahur).

La lectura de Eisejuaz, fascinante novela de Gallardo, marcó un antes y un después en la vida de Pérez Alonso. “Recuerdo el impacto que me produjo cuando la leí en los '80; hace unos años volví a leerla y quedé más perpleja que entonces, deslumbrada con lo arriesgado del texto. Ahora una lo ve en perspectiva y más impresiona. Esa capacidad de escuchar con los ojos y de ver con los oídos tanto que los demás no registran. Me hubiera encantado poder hablar con ella de cómo fue la experiencia de escribirla”, confiesa la escritora que define como “piezas perfectas” los relatos de Gallardo. “La relación con la naturaleza en Gallardo está en las antípodas de la posición romántica con una naturaleza que está ahí quieta, que solo puede producir sensaciones o pensamientos y hay sujetos que la observan o aprecian. Ella es parte de eso que está vivo y que nos pone en movimiento; no existen las jerarquías. Y ahí se inscribe Kaidú. También ella quería hacer algo siempre distinto con cada libro. La admiro mucho. Me propongo lo mismo con cada uno de mis libros”, reconoce la colaboradora del suplemento Radar de este diario.

Kaidú está empezando a recorrer un largo camino. Quizás este premio sea el primero de otros futuros reconocimientos. Por el modo de interrogar lo humano y lo animal, el libro dialoga también con el movimiento animalista y la lucha contra el especismo. “La novela tuvo dos tipos de lectores: los que la leyeron al nivel de la historia, y si se daba el caso de que adoraran a los perros o a los gatos o a los bichos en general, la emoción era mayor; y los que vieron la transformación profunda que tiene Aína, la protagonista, que ya no podrá vivir como antes. Su percepción del mundo cambió, accedió a otra esfera impensada, como si se hubiera caído un velo o abierto un mundo al estilo Alicia en el país de las maravillas”, compara Pérez Alonso la transformación que atraviesa la protagonista de la novela y aclara que la educación sentimental de Kaidú hacia Aína, que no es emocional ni opera por identificación, “habilita otra forma de estar, de existir en el mundo”.

Los umbrales de intensidad que empieza a cruzar Aína “no tienen vuelta atrás, implican apartarse del afán de la taxonomía, de la clasificación, de la ilusión de conocer, de aprehender o capturar un fenómeno, de conquistarlo con nuestro raciocinio tranquilizador y esquemático y fijarlo”, explica la escritora. “La desestabilización que produce puede ser incómoda pero ahí está el riesgo o la audacia de salir de nuestras cajitas previsibles, ordenadas y tranquilizadoras”, advierte Pérez Alonso y confirma que para ella fue “una gran experiencia” escribir la novela premiada. “Hay un antes y después de Kaidú. Esta es la maravilla de la literatura que nos sigue sorprendiendo, que a partir de dar con el lenguaje y el tono se crean nuevas posibilidades”.