Artista excepcional, el piano de Leo Genovese trabó vínculo con formaciones y artistas tan brillantes como él, en una trayectoria de música propia y compartida con luminarias como Esperanza Spalding, Jack Dejohnette, Herbie Hancock, Joe Lovano, Wayne Shorter. Oriundo de Venado Tuerto, ahora con vida en Nueva York, su disco más reciente –Piano Tuerto (2021)– ofrece un despliegue mayúsculo. Seguramente algunas de las composiciones sean parte del repertorio que ofrecerá hoy, en su Piano Solo, a las 19 en el Ciclo de Jazz de Biblioteca Argentina (Pte. Roca 731), con entrada libre y gratuita.
“Es la conexión con el origen. No me gusta la palabra ‘tributo’, pero es como un regalo para mis profesores de la ciudad, mis amigos músicos que también fueron profesores míos, quienes me han enseñado y mostrado un camino. Piano Tuerto es un poco una reflexión, en esa vuelta al pago que hago cada año y cada vez que puedo”, comenta Leo Genovese a Rosario/12.
-En ese camino, Rosario ocupa un lugar fundamental.
-Viví varios años en Rosario, fui allá a estudiar piano con Ana María Cué y Leonel Lúquez, y después hemos formado allí grupos de jazz con Julio Kobryn, Sebastián Mamet, Pipo Piantino, Mariano Sayago, grupos que incluso conservamos hasta el día de hoy; eventualmente nos juntamos, y tenemos el proyecto de grabar en algún futuro; así que la conexión con Rosario también es muy vívida y presente.
-Viendo tu recorrido, me parece que cada instancia, cada lugar, asoma como un despliegue potencial a otros horizontes.
-Se trata de eso, de estar abierto a las posibilidades infinitas que se van presentando en lo musical y en la vida misma, tratando de estar lo más preparado posible, lo más desapegado posible, y lo más despierto posible para afrontar lo que viene.
-Lo que decís casi se me antoja como una caracterización misma del jazz.
-Sí, completamente. La importancia de prepararse para poder después tocar desde un lugar de desapego, como muchas de las cuestiones de improvisación o de música, que nacen desde ese lugar, y que a veces surgen desde ideas que uno estudia pero después deja, olvida.
-En este trayecto, otra estación obligada fue la del Berklee College of Music (de donde Genovese egresó en 2004), ¿qué pasó allí, qué cuestiones despertaron en vos?
-Fue todo como una continuación, porque no fue que el llegar allá me despertó algo en sí, sino que todo sigue ahora de alguna forma como entonces. No sé cuál sería la palabra, pero sería como un descubrimiento constante, porque no hubo una lamparita o portal, sino que fue y sigue siendo la continuidad de esa sed por mejorar uno mismo, por hacer que la música que uno escucha en la cabeza sea lo más cercano a lo que uno por ahí ejecuta. Muchas veces lo que uno sueña o se imagina es muy diverso a la realidad, en este mundo de la música y la fantasía tenemos la chance de acercarlo de una manera bastante próxima, si se quiere, y tratar de que eso esté, a través del estudio y de la constancia. Eso es algo que sigue en constante desarrollo.
-¿Qué significa para un músico de jazz vivir en Nueva York?
-No es que se me haya vuelto normal, porque para mí sigue siendo todo parte de un gran milagro, por así decir. La verdad que lo tomo como un regalo, no sé si estaré ahí toda mi vida o mucho tiempo más, no sé qué depara el futuro, pero por ahora sí puedo decirte que soy parte de una comunidad de músicos de esa ciudad; una ciudad muy austera, pero la comunidad de músicos de jazz es muy unida y empática, y de alguna manera todos nos ayudamos con todos. ¿Cómo decirte? Es una ciudad donde es difícil pagar los impuestos tocando música pero también no es imposible; y si uno, llegue donde llegue, lo hace con el espíritu y en el lugar correcto, sin los humos muy altos, con la tarea hecha y a tiempo, entonces todos los puntos enfocan hacia un lugar de prosperidad y tendrás un lugar en ese monte. Hay que llegar con buena onda y con los brazos como abiertos para recibir, porque la verdad que se aprende muchísimo desde el solo hecho de vivir ahí, con la chance de escuchar música increíble todas las noches, de hacer sesiones con distintos músicos; es una escuela constante.
-¿Cuáles son tus proyectos inmediatos?
-Hace menos de un mes compuse un repertorio basado en la milonga, con un quinteto con bandoneón, saxofón, percusión, chelo y piano; fue como una especie de estudio de la milonga urbana, pensado como una vuelta de tuerca personal a esta música. Creo que quiero repensar desde mis propios anteojos las músicas argentinas y para distintos ensambles. Me parece que por ahí, durante los próximos meses o años, voy a poner mi atención.