La foto de Néstor Kirchner contempló a lo largo de toda la charla una cuestión en la que Walter Abarca insiste: la discusión sobre las autonomías municipales. “La autonomía es libertad política para pensarte como sociedad y así integrarte en un proyecto de provincia”, explicó el entrevistado.
En su despacho en 53 entre 7 y 8, el legislador provincial por la séptima sección recibió a Buenos Aires/12 para conversar sobre el proyecto ARRIBA Provincia: Acciones para el Rediseño, la Reactivación y la Integración de la provincia de Buenos Aires. En una plataforma virtual, se propone una idea sustentada en tres ejes: un rediseño orientado al ordenamiento demográfico, una reactivación focalizada en la generación de cordones productivos, y una integración sustentada en regionalizar la asociación interdistrital desde su autonomía.
—¿No puede ser contraproducente pensar en autonomías municipales?
—No. Todo lo contrario. Yo no creo que el poder sea producto de centralizar las decisiones, sino al revés.
—¿Cómo está hoy la discusión alrededor de las autonomías?
—Esto no es una discusión, está establecido dentro de la constitución. La autonomía municipal está consagrada en la Constitución Nacional. El artículo 5 de la CN hablaba de regímenes municipales. Como no estaba claro si lo de regímenes se refería a autonomía o autarquía, en la reforma constitucional de 1994 se agregó el artículo 123 para clarificar el artículo 5 y se estableció como autonomía municipal.
—¿Qué implica esa autonomía?
—El artículo 123 dice que cada provincia dictará su propia constitución garantizando la autonomía económica, política, administrativa de los municipios. La provincia no lo está cumpliendo. Y más allá de que la provincia tuvo una reforma constitucional luego de la reforma nacional del ‘94, no consolidó la autonomía municipal dentro de la constitución.
—¿Hay que reformar la Constitución provincial entonces?
—En la provincia de Buenos Aires hay que convocar una convención constituyente y discutir qué tipo de autonomía económica y política se tendrá. Y cada municipio tendrá que redactar su propia constitución local para, por ejemplo, decidir si quiere reelegir su intendente. En su momento yo decía que la reelección de un intendente lo tiene que establecer cada distrito, no que se decida desde la provincia. La autonomía es libertad política para pensarte como sociedad y así integrarte en un proyecto de provincia.
—¿Algunos podrían pensar en que se independizan los municipios de la provincia?
— Me parece que se equivocan aquellos que toman el concepto de autonomía como sinónimo de estados independientes. La autonomía municipal tiene que ver con la integración de la provincia de Buenos Aires. La regionalización es una consecuencia de la autonomía municipal. A cada pueblo tenemos que darle la libertad política de pensarse, soñarse, de construirse y que después se puedan asimilar con iguales. Naturalmente Saladillo, 25 de Mayo y Las Flores, por ejemplo, tienen la misma idiosincrasia, mismos sectores productivos, económicos, sociales. Va a haber asociaciones lógicas y naturales.
—Con el rediseño que se menciona en el proyecto ARRIBA, ¿está hablando de dividir la provincia?
—No. Yo creo que hay que trabajar en la integración, no en la división. Estoy convencido de que a partir de la autonomía municipal se constituye la libertad política para construir desarrollo de la comunidad.
—Pero el proyecto habla de rediseño demográfico…
—La provincia de Buenos Aires en los últimos 100 años pasó de tener el 50 por ciento de la población de origen urbano y 50 por ciento rural, a tener el 60 por ciento de la población en el 2 por ciento del territorio, aglutinada en los grandes conglomerados urbanos donde están las industrias y se genera trabajo. Después de 100 años es necesario que la provincia discuta un desarrollo demográfico equilibrado. El censo que se realizó este año no solo va a demostrar que hay distritos del conurbano que crecen a tasas del 12 por ciento, sino que hay distritos del interior que decrecieron. Es imposible trazar políticas de seguridad, de salud, de educación, en una provincia tan distinta.
—¿No hubo una reactivación del Interior de la provincia en estos años?
—Es cierto que la hay. Hay políticas públicas como los caminos rurales. Pero hay que mirar el interior para generar tierra, techo y trabajo. Por ejemplo. hoy en Saladillo, mi distrito, un terreno vale 6 millones de pesos en promedio, mientras que el promedio de los asalariados es de 100 mil pesos. Hay que estar 15 años gastando cero pesos para poder comprar un terreno. Por otro lado, un lote de suelo industrial vale 50 mil dólares, por lo que alguien que quiere arrancar con una Pyme necesita 100 mil dólares para también tener margen para invertir. Pero a su vez después necesitas energía, y no hay esa potencia. Hoy producir es más barato si tenés energía en comparación a 30 años atrás.
—¿De dónde se obtienen los recursos para avanzar de forma más intensa en inversiones?
—Es lógico que cuando vos discutís recursos que siempre son escasos y los planteos son difíciles. Si planteas quitarle fondos al conurbano, te van a decir que la emergencia está en el conurbano. Si planteas que hay que aumentar impuestos, la sociedad te plantea que no puede pagar más. Por eso nace la idea de generar un Fondo de Desarrollo del Interior que tiene como sustento el uso de tierras ociosas que tiene la provincia o de sucesiones vacantes a las que pueda acceder el estado. Tierras que las pueda alquilar, que las pueda concesionar, ceder el derecho de superficie, y con ese generar un fondo afectado a desarrollar energía, suelo urbano, suelo industrial.
—¿Hay tanta tierra ociosa como para pensar en un fondo que alcance a solucionar problemas de infraestructura?
—A ver. Saladillo tiene un aeródromo provincial. Son 220 hectáreas de campo. Por un conflicto interno este año se hizo una licitación pública por 200 hectáreas de campo. Quien la ganó, paga el equivalente a 1800 kilos de soja por hectárea al año, es decir, 360 toneladas de soja al año, aproximadamente. Esto equivale hoy a, más o menos, 50 o 60 millones de pesos. Ese dinero por ejemplo serviría para generar 500 lotes con servicios en Saladillo. El ultimo loteo que se hizo en Saladillo fue el procrear en 2015 y fueron 9 hectáreas. Con este monto que hablamos, podrías lotear 12 hectáreas por año.
—¿Pero ese dinero del alquiler no ingresa a la provincia?
—Por una ley de la dictadura, esos fondos que surgen del alquiler de la tierra tienen dos destinos: el 60 por ciento de esos recursos tiene que ir a la infraestructura del aeródromo, por lo cual van a tener que ser bastante creativos para gastar 30 millones de pesos en infraestructura. Y el otro 40 por ciento se tiene que destinar al fomento de la actividad, ya sea pasear aviones o no sé qué. Este monto que hoy percibe el aeródromo es mayor al que recibió Saladillo en concepto del Fondo de Infraestructura Municipal el año pasado. El año pasado Saladillo recibió 33 millones de pesos por el FIM cuando en Saladillo se generan 50 millones que no tienen destino.
—¿Por qué no está vigente un proyecto como el del Fondo para el Desarrollo del Interior?
—Yo noto que cuando planteás la idea, entusiasma. Pero falta discusión política. Con este proyecto del fondo no pudimos avanzar dentro de las comisiones. Me parece que hace falta una dirigencia que empiece a rediscutir un proyecto de provincia. Creo que post pandemia quedó clara la radiografía de los grandes conglomerados y el valor de rediscutir la provincia.
—¿Por qué no habría voluntad de rediscutir?
—Creo que la dificultad más grande está en los partidos políticos. Y en la falta de participación dentro de los partidos.