El nuevo dueño de Twitter, Elon Musk, ironizó en la red social sobre el efecto Streisand, un fenómeno por el que un intento de censura termina atrayendo toda la atención hacia lo que pretendía ocultarse, luego de que la plataforma suspendiera en las últimas horas las cuentas de más de media docena de periodistas que informaron sobre la compañía y el magnate sudafricano.
"Amo a Barbara Streisand", tuiteó anoche Musk, después de que usuarios de la plataforma le advirtieran de que la suspensión podría provocar la viralización de la información que pretendía ocultar.
Algunos de los periodistas suspendidos estuvieron tuiteando sobre la decisión de dar de baja la cuenta @ElonJet, que rastreaba los vuelos del avión privado de Musk, y sobre versiones provenientes de ese mismo usuario en otras redes sociales.
Los periodistas suspendidos
Entre las cuentas suspendidas figuran las de trabajadores de CNN, The New York Times y The Washington Post, así como de comunicadores independientes.
Además, fue bloqueado el usuario de Mastodon, también una red social de microblogging, pero de código abierto, y una alternativa que promueven los detractores de la nueva versión de Twitter bajo las órdenes del hombre más rico del mundo.
"Publicaron mi ubicación exacta en tiempo real, básicamente coordenadas de asesinato, en (obvia) violación directa de los términos de servicio de Twitter", justificó Musk al hacerse eco de la decisión.
Sin embargo, esta censura no solo puso de relieve a los comunicadores bloqueados, sino que disparó el interés en torno a la cuenta suspendida, un fenómeno conocido como efecto Streisand.
El efecto Streisand
Los orígenes del mismo se remontan a marzo de 2003. Entonces, la famosa cantante y actriz estadounidense Barbra Streisand denunció al fotógrafo Kenneth Adelman por supuestamente haber violado su privacidad al publicar una imagen en la que se veía su mansión en el estado sureño de California y pidió 50 millones dólares en daños.
La fotografía formaba parte de una serie de 12.000 imágenes que Adelman había publicado en una página web para documentar los efectos de la erosión y el desarrollo inmobiliario en el litoral californiano.
Streisand no solo perdió la denuncia y tuvo que cubrir los costes legales del fotógrafo, sino que la imagen de su mansión se hizo viral y dio la vuelta al mundo.
De seis descargas que había tenido antes de la demanda, la foto fue bajada hasta 420.000 veces un mes después de conocerse la acción judicial.
Con su intento de censura, la superestrella estadounidense hizo que una información en un primer momento intrascendente terminase teniendo una gran repercusión mediática no deseada por la actriz.
El caso de las caricaturas de Mahoma
Otro caso similar fue el del diario danés Jyllands-Posten, que en 2005 publicó unas polémicas caricaturas de Mahoma, en las que el profeta islámico era dibujado como un terrorista.
Las imágenes fueron consideradas una provocación y una ofensa por líderes religiosos musulmanes, que exigieron acciones contra el periódico y un boicot oficial de los fieles musulmanes contra la propia Dinamarca, así como la completa censura de las imágenes.
La polémica, que provocó un debate a escala mundial sobre el conflicto entre la libertad de expresión y la religiosa, generó una difusión global de las caricaturas, ya sea de manera condenatoria o en solidaridad con el medio danés, en contra de la voluntad de los clérigos musulmanes.
El turno de Beyoncé
Otra famosa afectada por el efecto Streisand fue la cantante estadounidense Beyoncé. En 2013, el portal BuzzFeed fue contactado por un representante de la artista, quien pidió al medio que retirara unas imágenes suyas "poco favorables".El sitio se negó y en su lugar creó una galería de fotografías titulada "Las fotografías 'poco favorables' que el publicista de Beyoncé no quiere que veas".
La publicación generó tanto interés que las imágenes acabaron convirtiéndose en material de divertidos memes, justamente lo que la estrella del pop quería evitar.