Los renglones torcidos de Dios 5 puntos

España, 2022

Dirección: Oriol Paulo

Guión: Guillen Clua y Oriol Paulo, sobre novela homónima de Torcuato Luca de Tena

Duración: 154 minutos

Intérpretes: Bárbara Lennie, Eduard Fernández, Loreto Mauleón, Pablo Derqui, Javier Beltrán, Samuel Soler, Federico Aguado, Antonio Buíl.

Estreno: Disponible en Netflix.


Es fácil hacerse una idea equivocada de Los renglones torcidos de Dios, quinto largometraje del catalán Oriol Paulo. Es que su argumento, en el que Alice, una mujer detective se hace pasar por una paciente mental para poder investigar un crimen ocurrido dentro de un hospital psiquiátrico, enseguida remite a otras películas más o menos recientes dirigidas por cineastas notables. Hay algo de Perturbada (2018), en la que Steven Soderbergh cuenta en tono de thriller la historia de una mujer que acepta internarse de forma voluntaria para tratar ciertas obsesiones y compulsiones, pero termina siendo víctima de un sistema de salud perverso (entre otras cosas). O La isla siniestra, donde Martin Scorsese ofrece un policial negro ambientado en los años ’50, en el que un detective llega a un manicomio para investigar la desaparición de una paciente.

Si el trabajo de Paulo parece inspirarse en estas u otras películas de misterio que transcurren en instituciones mentales, lo cierto es que la suya se basa en la novela homónima del escritor español Torcuato Luca de Tena, editada en 1979. La misma tiene incluso una adaptación previa de 1983, rodada en México con dirección del cineasta argentino Tulio Demicheli, autor del guión de Dios se lo pague, entre otras obras. Ubicada en la misma época de la publicación de la novela, la película construye un ambiente de características góticas que se apoya en el imaginario decimonónico que todavía podía regir dentro de una institución de este tipo durante los primeros años de posfranquismo, aún dominados por el oscurantismo. 

El director aprovecha esos elementos para darle forma a un relato en el que las constantes vueltas de tuerca se encargan de generar dudas acerca de cuál es el verdadero estado mental de la protagonista. Es ahí donde la película de Paulo se refleja en las de Soderbergh y Scorsese (sobre todo en la última).

La forma en que Paulo utiliza la ambigüedad en la puesta en escena remite de forma clara a La isla siniestra, utilizando la fotografía y la iluminación para crear atmósferas que van enrareciendo cada vez más el avance del relato. Una herramienta fundamental dentro de este policial, en el que el crimen que la protagonista dice investigar es en realidad una distracción que disimula el verdadero misterio: establecer dónde se encuentra el límite entre la cordura y la locura. O dicho en los términos narrativos que la película propone, cuál de todas las versiones posibles de la historia de Alice es la real. 

¿Es una detective de incógnito o una paciente que pone en escena su propio delirio? Aun haciendo gala de un diseño de producción portentoso, Los renglones torcidos de Dios no puede evitar volverse convencional por apegarse de manera burocrática a los giros y contragiros que cualquier espectador atento podrá predecir en una historia de estas características. La peor debilidad de un policial.