“Los políticos argentinos saben cuál es la solución, pero no tienen coraje para tomar las decisiones.” Con más de tres décadas de militancia política, Joaquin De la Torre da su opinión y la pone sobre la mesa. “Agarran el camino fácil, el que los deja cómodos. Si preguntamos en los últimos cuarenta años, a aquellos a los que les ha ido bien regularmente con 30 o 40 años de cargos, verás que están mucho mejor que el resto de la sociedad”, dice a este diario el autodefinido “Trump del conurbano”. De la Torre gobernó San Miguel entre 2007 y 2016, fue una de las partes más importantes del gabinete de María Eugenia Vidal y viene cobrando cada vez más protagonismo entre los sectores más duros de la oposición en la carrera por la candidatura a la gobernación de Juntos por el Cambio. “Como políticos, necesitamos aprender a vivir incómodos, para que la gente esté más cómoda”, asegura.
De la Torre quiere ser gobernador. Se acuesta y se despierta en la Provincia de Buenos Aires desde hace 60 años y asegura que la experiencia de una vida política en territorio bonaerense le permitió acumular una experiencia que le da un plus por sobre el resto de los candidatos de su espacio, a quienes afirma respetar pero con los que también marca distancia. “Diego Santilli puede ser un gran Jefe de Gobierno en la Ciudad, porque es de ahí, pero no conoce la provincia”, aseguró hace unas semanas en lo que todos interpretaron como un movimiento para picantear la interna. De la Torre lo dice de otro modo: “Un tema central hoy es la inseguridad, y en San Miguel bajamos el 65 por ciento del delito en los últimos ocho años. Tener experiencia y conocer el lugar en que estas no fue algo muy común en los últimos gobernadores de Buenos Aires”.
Cuando De la Torre habla de política mano a mano, la prepotencia de sus posturas públicas y sus slogans parecen quedar por un momento a un costado. Se apasiona, pero permanece calmo a la hora de expresar sus ideas. Y esas ideas buscan situarse, de modo permanente, en las nociones de esta época que buscan captar el aparente sentido común de la población. Con las piernas en constante movimiento, sus afirmaciones son tenaces, en sintonía con las conformaciones estéticas de su oficina, simples y prolijas.
El costado halcón
Cuando el actual senador provincial lanzó oficialmente su candidatura con un acto en Moreno tuvo a Patricia Bullrich como invitada principal. “Si Joaquín le puede mostrar lo que hizo en San Miguel, queda claro que puede hacer en la provincia de Buenos Aires”, dijo aquella tarde la jefa nacional del PRO, que aspira a quedarse con la candidatura presidencial del principal espacio opositor.
Como rezan algunos de los provocativos afiches callejeros que apuntalan sus aspiraciones, De la Torre piensa que “la Bullrich tiene coraje”, el necesario “para hacer lo que es incómodo y conseguir que la gente viva más cómoda”. Por eso, el apoyo de la ex ministra de Seguridad es uno de los que el precandidato más valora. “Significa mucho, porque yo tomé la decisión de acompañarla porque ella sabía cuáles eran mis aspiraciones". Hay otros que aspiran a la misma candidatura. Su ex compañero de gabinete bonaerense Cristian Ritondo es uno de ellos. Descartando a Santilli, ubicado del lado larretista de la fuerza, los otros dos son dos intendentes: Néstor Grindetti (Lanus) y Javier Iguacel (Capital Sarmiento).
En esa clave, también valora la gestión de Macri, otro de los reivindicados en sus campañas de instalación pública. “A la gestión del ex presidente le costó encaminarse pero tuvo, en sus dos últimos años, un sentido. ¿Un sentido que tuvo que ver con el dolor? Si. Pero tenía sentido. En los últimos cuatro meses bajé cincuenta kilos, cosa que deseé durante muchos años. Esos primeros días sin comer me costaban un montón, pero hoy que los bajé estoy feliz de haberlo hecho”, metaforiza. “La Argentina lo que necesita es ponerle orden a las cuentas y orden a la calle, porque si eso no pasa, vamos a seguir hablando de fantasías y no vamos a solucionar los problemas de los argentinos. Una encuesta de la UCA habla de un 42.5 por ciento de pobreza. Eso no se revierte con planes sociales, se revierte con trabajo. Hasta que no entendamos que aquéllos que nos dan trabajos son nuestros socios y no nuestros enemigos, vamos a estar en problemas”, advierte mientras reclama que la clase política debe “tener la inteligencia de elegir muy bien las prioridades”.
Pasado peronista y presente liberal
El origen militante de De la Torre está en el peronismo. De hecho, formó parte de la estructura oficial del justicialismo bonaerense hasta que decidió sumarse al Frente Renovador que empoderó a Sergio Massa en las elecciones legislativas de 2013. Tanto en el 2007 como en el 2011, había sido elegido intendente de San Miguel desde la boleta del Frente para la Victoria. Con la llegada de Vidal al gobierno provincial, se alineó en Cambiemos y, años más tarde, decidió reivindicar su filiación original y se sumó al Peronismo Republicano con el que Miguel Ángel Pichetto sostiene su presencia en Juntos por el Cambio.
“Hay quienes cambian de principios para cuidar el partido, hay otros que mantenemos los principios y por eso nos vamos de los partidos”, asegura a modo de fórmula cuando se le consulta al respecto. “Hasta el año 2003, el peronismo fue un espacio nacional, popular y cristiano. Así lo había fundado el General Perón. Con la llegada del kirchnerismo, desapareció lo de cristiano y quedó lo de nacional y popular. Cada uno de los tres términos tiene una razón de ser, porque cualquier partido de izquierda en el mundo es nacional y popular. En el día del debate sobre el aborto, Cristina dijo que a partir de ese día el peronismo era un partido nacional, popular y feminista. Eso ya es otra cosa. Al movimiento Perón lo generó desde otro lugar”, afirma.
“Si me preguntabas hace 20 años si era liberal me hubiera sentido ofendido. La política argentina se corrió tanto hacia un lado, que defender la libertad pareciera ser liberal y no es así. Hay personas que son liberales y merecen mi respeto. Pero defender el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos no es ser liberal, es una cosa de sentido común que tiene que ver con el origen de la sociedad. Durante el siglo pasado, tanto el nazismo como el comunismo intentaron bajar líneas ideológicas y de fijar pensamientos a través de la educación. Yo sigo creyendo que el derecho de los padres a elegir la educación está por encima del Estado, el cual solamente entra desde la subsidiaridad a completar las posibilidades y las herramientas para que los padres puedan cumplir con ese derecho”, señala.
Esas ideas son las que emparentan al senador con figuras como las de Trump, Bolsonaro y el VOX español. De hecho fue uno de los anfitriones de unos de los hijos del presidente brasileño, a quien además le deseó suerte públicamente en las elecciones que lo enfrentaron a Lula. “La política en la Argentina se corrió mucho hacia la izquierda en los últimos sesenta años, y entonces cualquiera que defiende cosas del sentido común y habla de poner orden es de ultraderecha”, señala. “Poner orden es algo que nuestras madres nos han pedido en nuestras casas toda la vida. No tengo tantas aspiraciones, tengo ganas de ayudar los bonaerenses y de gobernar bien, y creo que lo puedo hacer porque es algo que ya conozco.”