Carlos Sanzol vio a Cris una sola vez en su vida, cuando él vivía en Mendoza y tenía 16 años. Fue en un boliche, la primera vez que veía una travesti, pero el recuerdo fue tan impactante que todavía hoy la recuerda como “no sabías bien qué era”. Hace 6 años que el personaje de Cris ocupó una investigación y la escritura de Hembra. Cris Miró. Vivir y morir en un país de machos (Milena Caserola). Cris fue fugaz: se dio a conocer en el 94 y murió en 99. Fueron cinco años de carrera, pero de gran impacto porque fue la primera travesti, sin que se presentara de ese modo (antes fue transformista). Asume su identidad trans, operándose los pechos. “Para mí -dice el autor- lo importante era contar una historia universal, más allá del personaje que era travesti, sino de una persona que construyó su identidad. En este caso, la construcción de la identidad es mucho más dolorosa porque la tiene que hacer contra los prejuicios de una determinada época. Siempre vos construís tu identidad contra el mundo. Quiero esto, no quiero lo otro. Pero a una persona trans le cuesta más porque tiene que empezar por vencer prejuicios propios, los que mamás de tu casa. Cuando se vestía de mujer le pegaban.”
¿Cómo era la vida antes de esa operación?
-De día chico, de noche chica. Si ves las fotos, la ves más despampanante, más del lado drag queen. Empezó en el Maipo, en el 94 cuando se pretendía que volviera a ser la Catedral de la Revista y la figura que encuentran es a Cris, que fue como chico a hacer la audición, como las que hacía en los boliches, en Confusión. Lino Patalano dio el ok para que subiera a escena. Cris no bailaba, no cantaba, nada; pero era imponente en el escenario.
El libro asocia al menemismo con la historia de vida.
-Era pleno menemismo y en la revista querían mostrar el travestismo político, Menem que había venido con el discurso de la Revolución Industrial para hacer otro tipo de gobierno con el neoliberalismo. Querían mostrar eso, a través del discurso y con una figura que representara eso que decían; los cómicos iban por ese lado. A partir de ahí Cris empieza a hacer carrera como vedette, la picaresca con Norma Pons, Mónica Guido, Darío Vittori.
¿Qué te llevó a escribir esta bio?
-Cris fue un personaje bastante transgresor, porque en los 90 no era como es ahora, que es mucho más fácil asumirse como gay o travesti. Ella tiene que hacer un proceso, que venía haciendo desde mitad de los 80, que es vestirse de mujer; y ahí es cuando empieza a asumir ese costado en su casa. Pensá que tenía un padre ex militar, mecánico de la armada, que pide la baja; viajaba mucho con portaaviones y demás, y no podía sostener más a la familia. Clase media-media, de Coghlan.
¿Qué fue lo que más te costó en esta investigación?
-Encontrar gente que realmente la conociera en su intimidad. Nadie la conocía. Es un misterio. Era una persona muy reservada. De hecho su muerte tiene que ver con eso, con no contar. Creo que, entre otras cosas, se terminó muriendo por eso, entre otras causas. Oficialmente se muere de un cáncer linfático, el primero de junio del 99; es la versión que da la familia. Lo que insinuaban los medios era que el cáncer estaba asociado al HIV; que algo de eso hay. Fue una cantidad de causas más allá del HIV, que tenían que ver con el silencio, con un amor que había quedado trunco, y con exigencias que ella no podía asumir. Y con un extremo cuidado de su estética. También está el consumo de cocaína. No consumía en fiestas, sino en situaciones más de encierro, en su casa; se encerraba para tomar. No hay una sola causa, sino múltiples; y yo cuento ese proceso.
En cuanto al misterio que envuelve a Cris ¿descubriste algo?
-Tenía que ver un poco con su enfermedad y con su representante Juanita Belmonte, que era popular en el mundo de la farándula (por su amistad con Pinti, Palito Ortega, Violeta Rivas). Cuando la lleva al Maipo trata de educarla en ciertas cosas. Le decía que no tenía que decir que tenía novio, que tenía que comportarse como una dama y no hacer escándalo. Sus amigos de la infancia te cuentan que no sabían qué le pasaba, que era muy reservada, muy para adentro; pero al mismo tiempo era una personalidad muy para afuera. Se podía estar riendo pero no sabías que le pasaba por dentro.
Florencia de la V aparece para reemplazar a Cris cuando tuvo la internación…
-Una neumonía en el 97. En la obra Más pinas que las gallutas. Ella hace el reemplazo de Cris. Cuando Cris vuelve se encuentra con Florencia y Florencia sigue estando en la obra, pero en otro papel. Florencia aparece envuelta en un escándalo porque en el Moroco ocurre un episodio: El RRPP del Moroco cuenta que David Copperfield se acercó a Florencia de la V y la quiso conquistar. Florencia termina en un programa de Mauro Viale. Y Viale le pregunta si tiene pito; que no eran preguntas raras para esa época. Cris en la obra hacía el papel de mujer, pero Florencia de travesti y los chistes tenían que ver todo el tiempo con sus genitales.
¿Cómo veía Cris a las mujeres para, después, ella transformarse en mujer; porque ella se consideraba mujer, no?
-Sí, ella se consideraba mujer. En todos los reportajes ella decía “Yo me siento mujer”, ése era su discurso, desde el sentimiento. Tenía una fascinación por la madre. Era una mujer muy linda, que había trabajado como actriz en una película, pero nunca supimos cuál. La madre tenía recortes de Rita Hayworth. La estética de Cris tiene algo, muy parecido, a Rita Hayworth, sobre todo en la película Gilda, que es muy icónica, ella con los guantes hasta acá. En el Maipo hace algo parecido, con un vestido de strass. La madre era un personaje central para ella, pero, a pesar de todo, fue la que tardó muchísimo en aceptarlo. La madre a los 15 años la mandó a un sexólogo. La madre le dice que, por favor, la sexóloga le explique que él es un hombre. Situaciones así… La madre termina por aceptarla cuando Cris es famosa, porque era amante de la farándula, y ve, de alguna manera, proyectado el deseo que ella nunca logró, en su hijx.
Contexto y movimientos
El libro está súper bien contextualizado…
-Era otra época. Para Cris era impensable casarse y tener hijos, o adoptar. Hasta el 98 estuvieron los edictos policiales que decían que si una persona iba por la calle vestida del sexo contrario, la detenían. Ese era el contexto. A Florencia le pasó, la detienen por ir vestida de mujer. Ella tiene su adolescencia en la dictadura. Ella es del 65. En el 83 tenía 18 años, sale con el destape de la democracia. Con Alfonsín seguía habiendo razias policiales. En el 84 se arma la CHA a raíz de una razia en Contramano.
El libro está enfocado desde la construcción de la identidad…
-De chiquita se ponía el vestido de la mamá y cuando la mamá la encontraba… todo mal. Me parece importante tener en cuenta los valores que estaban establecidos en esa época. Hay otra historia, que es cómo se va conformando el colectivo gay, organizado; para entender por qué el personaje aparece justo a mediados de los 90. En el 91, Mirtha Legrand, más allá de todo lo que se pueda decir de ella, tuvo una mesa homosexual. Llevó a Rafael Freda, presidente de la CHA en aquel entonces, y a Ilse Fuskova, líder del colectivo lésbico.
Pero habría que ver qué le preguntó… ¿Te acordás cuando le preguntó a Roberto Pizza: “¿si las parejas de homosexuales adoptaran, no estaría en riesgo el hijo de sufrir violaciones?”?
-Pero estamos hablando del 91, fue una situación distinta y también bastante escandalosa. De hecho recibe varios llamados. Uno decía que era tan degenerado el que entrevista como el entrevistado. A ella la agreden por haber hecho una mesa de homosexuales…
El libro también recorre la formación del movimiento lgbt más allá de que Cris nunca participó de una militancia activa…
-Se le cuestiona eso cuando se muere. Decían que el personaje mostraba cierta hipocresía social porque la gente pagaba para ir al teatro cuando el resto del colectivo trans estaba prostituyéndose en Constitución y ella comiendo en Puerto Madero…
Contás en el libro que estuvo enamorada…
-Sí. Tuvo una relación fuerte. Tenía a todos los hombres que quería. Para ella era muy fácil levantarse a un tipo.
Se lo puede leer como una novela…
-Elegí contarlo de esa manera, si bien hay partes que pongo citas, quería evitar eso. Traté de reconstruir los fragmentos de su vida, hitos. Cuando me encontré con este personaje, que era muy reservado, que no cuenta nada, que en las entrevistas miente, me pregunté cómo cuento esto. Cómo cuento ese personaje. Bueno, a través de fragmentos…
¿En qué mentía?
-Por ejemplo, ella era de River, pero decía que era de Boca.
¿Por qué?
-Porque el representante le había dicho que la gente era mucho más de Boca y que era más popular. Desde ahí partís.
No podés no hablar de El Diego…
-Eran amigos, Cris con Diego. Quise entrevistarlo a Diego, pero no pude. Se sabe que tuvieron una relación.
¿Sexual o amorosa?
-No sé cómo llamarla, pero sí sé que fue íntima. Hay dichos, por mucha gente… De hecho, oficialmente Diego lo que le decía a todo el mundo era que quería casarse con Cris Miró; lo decía sin ningún tipo de problema. En el libro está contado que, en pleno caso Coppola, Cris tenía mucho miedo de que se difundieran los audios entre Diego y ella. Estaban como muy aterrados con eso.
Hay una conversación que encontraste…
-¿Querés venir a mi casa? Estoy toda desarreglada, dice ella. Bueno, dale, voy. Y Cris fue a la casa del Diego. La conversación termina que hay una invitación y que ella va. Hay otra anécdota que cuenta un amigo, que dice que Diego va a un boliche, Buenos Aires City. Ella está con un grupo de vedettes y se acerca el de Relaciones Públicas del boliche, y le dice: “Te está esperando Diego en una oficina”. Diego fue a pedirle que no tuvieran contacto porque estaban en pleno escándalo Coppola y no querían que ella saliera perjudicada. Entonces deciden cortar la relación, si es que la había (eso es lo que cuentan los íntimos de Cris). Ella hacía alarde de la relación con Diego. Me falta la palabra de Diego, que sería lo único que queda para confirmar todo.l
Hembra se presenta este martes a las 19, Maipo Kabaret, Esmeralda 443