En el Tribunal Oral Federal N° 2 de Salta, integrado por los jueces Domingo Batule y Abel Fleming y la jueza Gabriela Catalano, se lleva adelante desde el jueves último el juicio oral contra Jorge Juan Soria Villalba y su pareja María Ester Arroyo, por el delito de trata de personas con fines de explotación sexual.
En la acusación, ratificada en su alegato de apertura por el fiscal general Eduardo Villalba, el delito se encuentra agravado por el uso de intimidación y por la calidad de ministros religiosos de las personas imputadas. Además, están acusados por lesiones leves. Tanto Soria Villalba como Arroyo llegaron acusado y acusada en calidad de coautor y coautora en ambos casos y en perjuicio de dos mujeres.
Asistido por la fiscala auxiliar Vanina Pedrana, Villalba se explayó sobre la teoría del caso que la fiscalía pretende probar durante el juicio, que fue compartida por el titular de la Defensoría Pública de Víctimas de Salta, Nicolás Escandar.
Al sostener la acusación el fiscal Villalba repasó los hechos investigados, que tuvieron como epicentro el santuario que Soria Villalba y Arroyo dirígian, ubicado en la calle 16 de Septiembre al 300, en Villa San Antonio, a pocas cuadras del casco céntrico de la capital salteña.
El fiscal explicó que la pareja, cuyos integrantes se hacían llamar “Pae” y “Mae”, captaba a personas en estado de vulnerabilidad, a las que luego explotaban en su beneficio. Para esto se valían de actividades religiosas dirigidas a venerar a San La Muerte, dentro del credo Umbanda y Kimbanda.
Según la fiscalía, el aprovechamiento de las mujeres se ejecutaba a partir de fuertes actos intimidatorios, siempre valiéndose del orden doctrinal del culto para infundir temor en sus víctimas, ya sea aduciendo que las “entidades” divinas que invocaban estaban molestas por su falta de devoción, o bien porque utilizaban estas entidades para augurar promesas de un mejor porvenir si eran fieles.
Villalba explicó que ante cualquier duda respecto al tenor de los requerimientos que demandaban las “entidades” (similar a un santo patrono), Soria Villalba y Arroyo nunca daban una explicación lógica, sino que apelaban al secretismo y a los niveles de jerarquía espiritual para dar acceso a mayor conocimiento.
La fiscalía sostuvo que con esta estructura religiosa la pareja logró que dos mujeres accedieran al ejercicio de la prostitución. De esta manera la pareja ahora acusada obtuvo ganancias que usaron para su sustento personal. Incluso la pareja acusada llegó a apropiarse del vehículo de una de las mujeres prostituidas y hasta había proyectado comprar el inmueble del templo con el dinero que las mujeres víctimas proveyeran.
El fiscal dijo que las personas acusadas no se conformaron con quebrar la voluntad de las víctimas, sino que las “exprimieron” al máximo, ya que se probó que no sólo ejercían un control de los servicios sexuales, sino que también las tenían bajo vigilancia constante y que incluso promovieron que una de las mujeres ejerza esa actividad en provincias vecinas y también en Bolivia.
“Se trata de un caso con una alta complejidad en materia de investigación, en la cual la víctima es primordial y se debe cuidar mucho su situación”, sostuvo el fiscal, quien afirmó que reunieron numerosos elementos de prueba, para lo que la fiscalía contó con la colaboración de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (PROTEX).
Por su parte, el representante de la Defensoría Pública de Víctimas, adhirió a los argumentos de la fiscalía y puso énfasis en centrar el caso en los indicadores del delito de trata. “Le pido al tribunal centrarse en ese aspecto, ya que este caso no es contra la religión o culto, sino contra el accionar desplegado por los acusados”, sostuvo Escándar.
"Mi novia tuvo que hacer cosas terribles"
En la primera audiencia también declaró el primer testigo de los convocados a este proceso. Es un hombre que denunció estos hechos, y ratificó la acusación.
El hombre estaba en pareja con la mujer identificada para el caso como víctima 1, quien ya era parte del culto cuando él ingresó. Recordó que su pareja le dijo que Soria Villalba y Arroyo eran sus padres espirituales, y les debía una absoluta obediencia.
El testigo declaró durante más de una hora, con expresiones que evidenciaban dolor y rabia por todos los sufrimientos que experimentó su pareja, de la cual en la actualidad se encuentra separado. Habló de las exigencias impuestas por Soria Villalba y Arroyo para que los asistentes al templo se convirtieran en “hijos de religión”, lo que incluía un rito de bautismo, además de que a cada uno de los asistentes se les daba un rol específico.
Relató que en su caso su rol era el de “cambon”, una especie de sirviente que tenía que asistir al Pae o la Mae. “Tenía que estar atento a todo; si la Mae quería fumar, yo debía acercarle los cigarros; lo mismo con Pae, a quien siempre le tenía que tener listo su vaso con fernet”, recordó.
También detalló que solo un grupo selecto participaba en los ritos y “todo se manejaba siempre bajo secreto”. Explicó que, dado que amaba a su pareja, quien ya era parte del culto y que además quería avanzar en la estructura de la organización religiosa, se sometió a todas estas exigencias, aunque como no era disciplinado siempre lo castigaban.
El testigo dijo que, dentro de la estructura del culto, los “hijos de religión” elegían una “entidad” a la que querían pertenecer, pero para ello debían cumplir ciertos requisitos. “Mi novia quería eso, así que tuvo que hacer cosas terribles”, indicó. Entre otras cosas, el Pae y la Mae le exigieron ofrendas de dinero y como sabían que en algún momento se había dedicado a la prostitución, la obligaron a que volviera a esa práctica para conseguir más dinero y poder ser devota de la “entidad” de su preferencia. “Yo estaba al tanto. Los servicios los hacían en un hotel de la ciudad y todo era controlado por el Pae y la Mae”, resaltó el testigo.
Asimismo, confirmó que su exnovia también ejerció la prostitución en otras provincias vecinas y en un motel de Bolivia, y aseguró que esto fue sugerido por los dos acusados, quienes nunca cesaron de hacerle reclamos porque entendían que la faltaba obediencia o devoción a la “entidad” de su predilección.
En este punto la fiscalía hizo escuchar audiosde mensajes enviados desde Bolivia por la víctima 1, en los que hablaba del reclamo de los ahora acusados por su "mal comportamiento" y daba cuenta de que la retaban y le exigía que obtuviera más dinero.
En uno de los audios la víctima 1 llora contando que la Mae y el Pae la habían acusado de extar quedándose con el dinero que debía enviar al culto. “Yo hago todo, estoy aquí muerta de frío; ni siquiera me compré una frazada para reunir toda la plata que pueda, y me dicen que no es suficiente, que así no voy a poder avanzar”, dijo entonces la mujer.
El testigo reconoció los mensajes y contó más sobre otros hechos de maltrato que sufrió su entonces novia; entre ellos, reveló que, en un rito, los acusados permitieron que otra “hermana de religión” la sometiera a un trato humillante. “Esta mujer la insultó, le reclamó que no ponía todo el dinero y hasta la obligó a que se arrodillara y pidiera perdón, fue terrible”, sostuvo.
También ratificó que Soria Villalba y Arroyo se quedaron con un vehículo que él había adquirido para su entonces novia y detalló que eso sucedió después de que finalizara su relación sentimental.