“Hay que hacer más reuniones como ésta”, dijo el gobernador Omar Perotti en referencia al encuentro de esta semana en Rosario en el que participaron además el intendente Pablo Javkin. el diputado nacional Facundo Manes, el ministro del Interior Wado De Pedro y el senador nacional Martín Lousteau. La convocatoria de Fundar en su ciclo “Diagonales” se centró en la biotecnología en la Argentina y Rosario es un centro de desarrollo muy importante en la materia. La idea también era mostrar a los dirigentes que se ubican por fuera de las tensiones de la grieta política nacional y que si bien no pueden ser llamados estrictamente “de centro” parten de posiciones moderadas que, en gran medida, favorecen el desarrollo de políticas públicas positivas para la sociedad. Pero cuando el escenario se tensiona mucho, la mayoría de ellos está más cerca de un punto de esa misma grieta que del otro.

Como dice el gobernador son reuniones que hay que hacer aunque tengan poca prensa porque allí nadie se pelea. Perotti y Javkin han demostrado que no sólo los une las necesidades extremas de la gestión de gobierno -alrededor de la inseguridad en Rosario, primordialmente- sino que además comulgan en convicciones ideológicas similares por más que uno sea peronista y el otro radical. Casi no hay diferencias de procederes aunque haya que ir un poco más profundo para notarlo.

No pueden haber acaloradas discusiones en torno de una temática como biotecnología, por eso Lousteau le agregó un poco de picante a su intervención en el coloquio que se desarrolló en un hotel rosarino y dijo que “no sólo hay que convocar en temas que ya de por sí son antigrieta”. Claro, si el ciclo de Fundar se hubiese llamado “Redistribución del ingreso en la Argentina”, terminaban todos a los sillazos en lugar de compartir amablemente unas copas de champagne.

Pero afuera la realidad se imponía. En el cierre de estas jornadas hubo un momento en el que varios, sobre todo el gobernador y el intendente de Rosario, empezaron a mirar con preocupación las pantallas de sus teléfonos. El rumor era que los portuarios del SUPA se dirigían al hotel para manifestarse por los despidos y descuentos por días de huelga de parte de la empresa Terminal Puerto Rosario. Antes habían ingresado violentamente al Concejo Municipal donde protestaron ruidosamente en el recinto de sesiones y luego destruyeron la antigua puerta de madera del Palacio de los Leones al que también entraron a las patadas y rompieron computadoras y mobiliario de la municipalidad. Finalmente nunca llegaron al hotel donde se hablaba de biotecnología.

El secretario general del SUPA César Aybar estuvo a la altura de las circunstancias pidiendo disculpas por los hechos, llamando al intendente Javkin, prometiendo que el gremio se haría responsable de los destrozos y que el mismo sindicato pondría en marcha mecanismos internos punitivos para los que fueran identificados más allá de las responsabilidades penales que les correspondan.

Pero también Aybar fue elocuente respecto de la violencia, más solapada pero mucho más cruel, que ejerció la empresa concesionaria del puerto público de Rosario al llevar a los trabajadores al borde de la desesperación enviando telegramas de despidos a dos semanas de la navidad. Aunque no trascendió demasiado un grupo de estibadores también participó de al menos dos escraches en la torre Aqualina donde vive Gustavo Nardelli, directivo de Vicentin que es una de las empresas que componen TPR junto a la firma Ultramar. De hecho Nardelli fue corrido de las negociaciones en virtud de los nulos resultados de su política dura consistente en atacar a los estibadores. Es el mismo empresario que en pleno aislamiento por la pandemia fue imputado por salir a navegar con su imponente yate por el río Paraná, demostrando que no hay leyes que pueda detenerlo. Pensar que este hombre quiso ser candidato a gobernador de Santa Fe antes de la estafa multimillonaria de Vicentin que había convertido a la Bolsa de Comercio de Rosario en una sede partidaria de Juntos por el Cambio con Alberto Padoán a la cabeza.

Hombre rico, hombre pobre

Estos días un precandidato a gobernador del Frente de Todos, Leandro Busatto, hizo un postulado que hubiese resultado incómodo, por ejemplo, a las intenciones de Fundar: “¿De qué sirve tener una provincia rica si su pueblo vive mal?”, se preguntó como para bajarle la espuma a la pujanza imparable de Santa Fe. Y agregó: “Al peronismo productivo de Perotti hay que agregarle un peronismo más distributivo”. Es claro que eso no puede lograrlo por sí sólo el gobernador de una provincia y que debe haber políticas nacionales que acompañen, pero es hora de empezar estas discusiones que sólo pueden darse desde el fortalecimiento del Estado. Santa Fe es una provincia rica con un esquema tributario regresivo donde el agro y las exportadoras tienen en relación, menos carga tributaria que un vecino cualquiera de esta provincia.

También estos días el Concejo Municipal de Rosario autorizó la excepción para que SanCor y la constructora Obring pongan en marcha la construcción del que será el edificio más alto de la ciudad. Sesenta pisos en Puerto Norte, en la zona más selecta de la ciudad en la que crece la desigualdad y el acceso a la vivienda es prácticamente nulo. Donde el déficit habitacional es cercano al escándalo y donde más de 150 mil personas viven en condiciones tan precarias que es difícil encontrar un parangón en los lugares más pobres del mundo.

La discusión sobre la torre SanCor no fue aprobada por unanimidad aunque esta situación no transforme en ningunos “héroes de la resistencia” a los ediles que se abstuvieron o votaron en contra. Los números estaban claros y hubo negociaciones y permitidos de todo tipo. Pero lo decisivo del tema quedó en claro con la renuncia de una concejala a la comisión de Planeamiento del Concejo. Un hecho con pocos antecedentes en el parlamento local.

Nadie se opone al progreso, el crecimiento productivo y el conocimiento para el desarrollo. Pero hay que empezar a atender los escenarios que tornarán más y más inviable a la ciudad del futuro.