Emancipación             5 puntos

Emancipation; Estados Unidos, 2022

Dirección: Antoine Fuqua.

Guion: Bill Collage.

Duración: 132 minutos.

Intérpretes: Will Smith, Ben Foster, Charmaine Bingwa, Gilbert Owuor, Gene Blevins.

Estreno en Apple TV+.

Entrada tardía pero casi segura en la lista de candidatas de la temporada de premios cinematográficos que se avecina, Emancipación marca el regreso de Will Smith a la pantalla luego de casi un año de ostracismo, consecuencia directa de la famosa cachetada a Chris Rock durante la ceremonia de los premios Oscar, a principios de este año. Pero el chascarrillo fácil, en este caso, viene por el lado del apellido del guionista, Bill Collage, que ilustra sin querer queriendo las cualidades eclécticas del proyecto. Es que el film del especialista en cine de acción Antoine Fuqua, el director de Día de entrenamiento y El justiciero, tiene de todo, como en botica. Es en parte un drama histórico –la Guerra de Secesión estadounidense es el trasfondo, con la esclavitud en primera persona como uno de sus temas centrales–, en parte una película de acción con marco natural, los laberínticos pantanos sureños, y también, por qué no, una relectura indirecta de un largometraje seminal, El nacimiento de una nación de D.W. Griffith, aunque bajo el punto de vista de un soldado de un pelotón de negroes emancipados y no el de los blancos amantes de las capuchas y los linchamientos.

Aquí Will Smith es Peter, personaje inspirado en una fotografía real tomada en Baton Rouge, Louisiana, en 1863. En ella puede verse la espalda de un esclavo negro completamente surcada por profundas cicatrices, símbolo de la violencia inherente al sometimiento del hombre por el hombre. El Peter de Emancipación es forzado a abandonar la plantación de algodón donde “presta servicios”, y por lo tanto también a su mujer e hijos, para trabajar en la construcción de vías ferroviarias, siempre bajo la mirada atenta de los hombres blancos y sus perros entrenados para perseguir, atacar y matar. Cuando llega la noticia de que Lincoln ha declarado la libertad para todos los esclavos del país, Peter y un par de colegas escapan del lugar, perseguidos por un experto cazador (Ben Foster) y sus adláteres. A partir de ese momento la aventura toma posesión de la trama, que incluye no sólo la amenaza del hambre y la sed y el uso de la inteligencia para despistar a los villanos, sino también una lucha subacuática mano a mano con un enorme cocodrilo. Mientras el relato se mantiene dentro de esos parámetros genéricos, el film no llega a dignificar pero cumple.

La dirección de fotografía es notable pero peculiar, en un blanco y negro que no se atreve a decir su nombre: algunos tonos apagados de verde aparecen aquí y allá y de noche un azul tibio empapa la pantalla. Una nena rubia como la miel grita “¡runner!” (el término no refiere en este caso a deporte alguno) mientras señala el escape desesperado del pobre Peter, reuniendo en ella todas las malas prácticas del racismo estructural mamadas desde la cuna. Mientras tanto, para sumar horror al desastre, a la esposa del protagonista le comunican una novedad desafortunada. Allí Emancipación abandona la supervivencia como norte y los tonos serios, graves, ocupan el trono. Es entonces cuando el film vuelve a transitar los caminos de la lección de historia superficial, con escenas de batalla heroicas y baladíes registradas por drones (ay, ese recurso del cine contemporáneo que el abuso transforma en mal), apurando los trámites para llegar a un final sensiblero y a todas luces tranquilizador.