Estela de Carlotto estuvo sola frente al televisor durante el partido del domingo. "Fue un día en el que me dirigí a todas las imágenes de vírgenes y de Dios y también de mi marido, que fue deportista en Estudiantes de La Plata, y le dije: '¡Hace algo!'", dice en diálogo con Página/12, la titular de Abuelas de Plaza de Mayo. En las imágenes va repasando las escenas del Mundial 78 con las organizaciones de derechos humanos apenas surgiendo y activando por las denuncias contra la dictadura; aquel otro escenario del ´86 con el equipo de Diego Maradona y luego llega a este presente. "Me transformé en una mujer con otra personalidad, que siempre soy tranquila", dice y explica que luego del partido, Abuelas difundió un video donde ella canta el tema emblema de este Mundial. Ella aparece como otra Abuela La La La que deja su mensaje: "Sabemos que la única lucha que se pierde, es la que se abandona".

El nuevo título de la Selección es una excusa para repasar la historia de los organismos de derechos humanos. La lucha frente a la Junta Militar que buscaba legitimarse ante al resto del mundo les demostró aquel 1978 que era posible aprovechar la masividad del evento para exhibir la represión y la tortura en el país. En 1986, el Mundial se hacía con la transición democrática apenas nacida y las presiones militares por la impunidad.  Ahora, durante la tercera consagración del equipo nacional, Estela de Carlotto, Taty Almeida, Nora Cortiñas y Graciela Lois celebran la tan necesitada alegría del pueblo mientras recuerdan que todavía la lucha debe continuar.

"El Mundial del 78 se hizo como una gran gloria para Argentina. Y nosotros pensábamos que, ya sabiendo el destino de nuestros familiares, mientras la gente gritaba de alegría, también había quien gritaba de tortura y de muerte", recuerda la titular de Abuelas de Plaza de Mayo. En ese momento, daban sus primeros pasos para constituirse formalmente mientras "la dictadura ya había ejecutado acciones tremendas de desaparición de personas". Sin embargo, Estela señala que pudieron aprovechar la gran exposición del país: "Nos vino bien la presencia de prensa de todo el mundo, con la que pudimos dialogar y poner en conocimiento lo que estaba pasando en la Argentina. Y nos posibilitó también el contacto con organismos internacionales. No nos quedamos quietos, sabíamos que podíamos movilizarnos y gestionar la verdad de lo que estaba pasando con las desapariciones forzadas".

"Ya se ha dicho, pero nunca está de más repetirlo: mientras se gritaban los goles se torturaba en la Esma, muy cerca de River", recuerda Taty Almeida, integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. La celebración por el campeonato conseguido, fue para Taty "un contrasentido": "Toda la gente salió como loca a gritar, era la primera vez que se podía salir sin que nos reprimieran. Mi hijo mayor, que es futbolero, salía a festejar después de escuchar los partidos. Pero Madres, Abuelas, organismos, y tanta gente afectada por este genocidio implacable que estábamos viviendo, no lo pudimos disfrutar para nada".

El segundo título de la mano de Maradona, con un torneo que tuvo una victoria sobre Inglaterra por los cuartos de final, sí dio motivo de celebración ya que, señala Taty, el gol con la mano a los ingleses representó "una alegría enorme, con Malvinas totalmente en vigencia". Hoy, el triunfo conseguido en Qatar constituye un bálsamo de dicha en medio de las injusticias cotidianas. Taty apunta contra la persecución judicial y el lawfare y afirma: "Es una alegría que nos han regalado ante estos momentos tan difíciles que estamos pasando con este partido judicial, deplorable. Este Mundial ha sido una alegría, pero esa alegría tenemos que conservarla y volcarla también para cuando consigamos por fin justicia, que no va a ser precisamente con esta Corte Suprema".

Nora Cortiñas de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora dice que la lucha de las Madres nunca se detuvo, aun durante el Mundial organizado en Argentina: "Fuimos a la Plaza el día que acostumbramos, con un cartel diciendo que podía haber campeonatos, pero en materia de derechos humanos había una deuda por la Verdad, la Memoria y la Justicia". También recuerda con tristeza el clima de festejos tras la victoria ante Holanda: "Un padre, la noche que estaban levantando la copa los genocidas, se levantó para abrir la ventana de su casa, y al ver a la multitud que iba al Obelisco, le vino una angustia muy grande, tuvo un infarto y murió. Ellos buscaban a su hija y al yerno y un nietito, y ver a toda la gente festejando fue un golpe muy grande, y le costó la vida".

Pasaron los años, y si bien "Norita" destaca que "el pueblo está sufriendo hambre y la desidia del Gobierno que mira para otro lado", la gente "necesita tener una alegría, así que (esta vez) lo vivimos de otra manera, disfrutando con el resto de la familia, para ver de qué manera se sobrellevan estas injusticias tan grandes". "Seguimos con la lucha, los nietos se siguen buscando y el reclamos para que se abran los archivos lo hacemos todos los días. Hoy vemos que el equipo de futbol sacó un cartel por la Memoria, la Verdad y la Justicia, así que se ha tomado conciencia", dice en referencia a la foto que la Selección publicó el 24 de marzo pasado.

"Nosotros sacamos solicitadas, hacíamos volantes", afirma Graciela Lois de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas. "En el partido de Italia contra Alemania en River, Lita (Boitano), yo y otra compañera llevamos volantes y repartimos con lo que eso significaba. No era un reparto mano a mano, como se entendería hoy, sino que los llevábamos escondidos y los dejábamos en un baño", señala. Recientemente, archivos desclasificados del Mundial organizado por la dictadura mostraron cómo a través del Ente Autárquico Mundial ‘78 las funciones al interior de los estadios eran ejecutadas por personal militar. "Por supuesto que nosotros ignorábamos que participaba Gendarmería y otras fuerzas", dice Lois.

Para ella, el Mundial de 1986 fue una anécdota. Abocada a su rol de madre y militante, tampoco se permitió disfrutar a la Selección de Maradona. Este año, en cambio, estuvo con sus nietos y fue distinto: "Nunca seguí un Mundial tan de cerca como este. Sentí esa alegría que me debo desde hace años", asegura. Y señaló que luego de la final recibió mensajes de diferentes países, a pesar de las adversidades. "Desde Perú, con la situación terrible que están pasando y denunciando, igual mandaron las felicitaciones porque era un triunfo casi propio, de América Latina. Sí, son sentimientos encontrados. No digo que nos olvidemos de la realidad, pero es un momento que se necesita para recargar las pilas y seguir adelante".

Informe: Diego Castro Romero.