"Es la primera vez que el pueblo originario ve un Mundial de esa magnitud". El relato de Hugo González nace desde Misión La Paz, a pasos del puente internacional que une a ese paraje de Santa Victoria Este, en el norteño departamento Rivadavia, con la localidad de Pozo Hondo, en Paraguay.
Si bien Argentina ya ganó los mundiales de 1978 y 1986, en las comunidades indígenas fue la primera vez que pudieron seguir las instancias del evento mundial, pues hace cuatro décadas no tenían electricidad, en tanto que internet comenzó a cubrir algunos sectores de la Argentina más recóndita desde hace un poco más de una década.
La fiebre mundialista y sus predicciones no dejaron a nadie nadie afuera, en una comunión en la que no interesaba la edad: "Esta vez los más ancianos dijeron que ganábamos el Mundial. Y en 2014 habían dicho que perdíamos". Para entender la importancia de la visión del "anciano", González explicó que son tomados como los chamanes de la comunidad y por lo tanto, quienes pronostican lo que pueda suceder.
"Lo predijeron siete meses antes de que llegue el Mundial y decían que iba a ser de la Argentina. Que era de nosotros y vamos a festejar a lo grande", siguió contando.
Durante el Mundial y durante la época de clases "los chicos salían corriendo de la escuela para ir a la casa", y poder decir en idioma chorote o wichí, "ganamos, ganamos".
Los festejos se multiplicaron, algunas mujeres cayeron al barro mientras celebraban, formado tras la lluvia que alimentó el cauce del río Pilcomayo el mismo domingo a las 14. Tras el triunfo argentino, los pobladores de Misión La Paz recorrieron el puente internacional que los une con la ciudad paraguaya de Pozo Hondo. La construcción se erige sobre el cauce trinacional, cuyas playas son compartidas también con Bolivia.
Chicos y chicas lucieron sus camisetas, adquiridas con esfuerzo de padres y madres que resguardaron algo de dinero para que cada quien pueda lucirla en los festejos.
Pantalla grande para los que no tienen televisor
"Decidimos poner la pantalla grande porque muchos chicos no tienen televisor en sus casas", dijo Marcos García, secretario de gobierno de Santa Victoria Este, contando a Salta/12 cómo aprovecharon la donación que hizo al municipio en su momento el jefe de Gabinete de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, Nicolás Rapetti, que visita la zona periódicamente a raíz de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) en el fallo conocido como Lakha Honhat.
"Había unas 400 personas dentro del complejo (municipal), todos alentando a la Selección Argentina y la mayoría de comunidades originarias". La pantalla grande fue dispuesta solamente para la final.
Los momentos más duros del partido generaron angustia y lágrimas de los más chicos. "Empezaron a llorar y se emocionaban porque veían que venía fea la cosa", recordó García. Fue entonces que decidieron copiar las palabras del relator Rodolfo de Paoli: "aguante corazón aguante", hasta que se llegó al triunfo mundial.
"Salieron del complejo todos a la plaza central a festejar. Fue muchísima gente. Creo que nadie se quedó en casa", contó García.
De trasladarse en un acoplado a verlo en la casa
"Lo veníamos siguiendo desde el primer partido. Cada uno en su casa porque no contamos con pantalla grande en la comunidad", detalló Balducho Villafuerte desde Misión Chaqueña, en el de Embarcación, departamento San Martín, al compartir la feliz experiencia.
Recordó que cuando tenía 7 u 8 años y la Argentina disputaba el Mundial de 1978 "veníamos a Embarcación (ubicado a unos 50 kilómetros de Misión Chaqueña), en un tractor con acoplado y lo veíamos en las casas de familiares que sí tenían televisor". Ahora cuentan con televisores en la comunidad y la posibilidad de que lleguen señales privadas o públicas de televisión.
El domingo, tras el triunfo de la albiceleste la gente salió a festejar en caravana propia, porque por la lejanía con otras poblaciones prefirieron no salir de su lugar. Pero no por eso la celebración fue menor, destacó Villafuerte, la reunión y las manifestaciones de alegría duraron entre cuatro y seis horas.