Pasadas un poco las mil y una sensaciones, emociones y cuestiones que nos llevaron al límite, que nos hicieron sonreír, llorar y agarrarnos la cabeza, creo que todo lo que pasó con este mundial y, en particular, la final del domingo fue una síntesis de la participación de la selección argentina. El recuperarse frente a la adversidad, el jugar con ideas propias y convicción y el seguir adelante pase lo que pase.

Como decimos siempre, si nos ponemos los anteojos feministas para mirar todo, creo que hay una cuestión con el fútbol que para nosotras sigue siendo muy importante, desde la construcción en los barrios y desde nuestra mirada villera, que es el camino de lo grupal y de lo colectivo. La fuerza del impacto que tiene eso que se repite una y otra vez y sobre todo se repite a partir del éxito, porque si, por ejemplo, ayer el Dibu no hubiera desviado ese último remate o si nos hubiera ido mal en los penales, estaríamos diciendo lo mismo.

Una demostración muy contundente donde lo importante es lo comunitario, donde cada uno tiene un rol, donde quienes están por encima del resto, como puede ser el caso de Messi porque es un jugador extraordinario, también necesita de otros y que no puede resolver solo las cuestiones. Cuando nosotras hablamos de horizontalidad tiene que ver con eso, es una práctica que tenemos en el barrio hace mucho tiempo y eso también le pasó al cuerpo técnico. 

Lionel Scaloni tiene la voz cantante, pero ahí hay un trabajo técnico colectivo. Todos los demás compañeros que rodean a Scaloni como Roberto Ayala, Pablo Aimar, Walter Samuel, no sabemos bien cuál es rol de cada uno, nadie dice este es ayudante de campo, este entrena a los arqueros o este es tal o cual cosa, sino que lo que se hace más bien es justamente, un trabajo colectivo donde se toman decisiones en conjunto y donde Scaloni es el que tiene la voz cantante.

Ese es un trabajo que nosotras hacemos en el barrio hace muchísimo tiempo, quitarle verticalidad al fútbol pareciera muy difícil como también quitarle dogmas y morir jugando de una manera y que nada puede cambiar. Para nosotras lo mejor a destacar es que quizás el rol de director técnico deba ser interdisciplinario, deje de ser el único entrenador, el arengador, el que motiva y el personaje, para pasar a tener un laburo de otras características, lo mismo que contemplar a los jugadores en su faceta humana.

Lo que declaró De Paul: "Somos personas que jugamos al fútbol, no futbolistas" me parece que es central. Ahora que bajaron las emociones y que dan ganas de volver a ver un partido realmente increíble, vemos que no importó mucho quién era titular y quién era suplente, se podía cambiar de táctica en cada partido, incluso dentro del propio partido. Nadie parecía alterarse con nadie, era una agrupalidad con fuerza, donde no había egos enojados y para nosotras eso es profundamente feminista.

Lo mismo que empezar a deconstruir algunas masculinidades como, por ejemplo, que los jugadores digan públicamente que se aman y no haya ningún reparo en eso, pareciera que en otro tiempo hubiera sido imposible en el mundo del fútbol de varones, sin embargo, se hizo.

Estamos inmensamente felices, felices por la reivindicación del fútbol como juego de los pueblos. Sigamos insistiendo una y otra vez que el acceso al deporte es necesario, que necesitamos políticas de Estado para sostener eso, que el deporte es un derecho humano y que viva el fútbol feminista.

*Directora técnica de La nuestra Fútbol Feminista