“Hace unos años puse un anuncio en redes; buscaba personas desinhibidas que estuvieran dispuestas a ser retratadas posando junto a sus juguetes sexuales. Así fue cómo treinta mujeres me dejaron entrar en sus espacios privados, usando sus propios nombres, compartiendo sus asuntos más íntimos”, anota la fotógrafa Éva Szombat respecto de I Want Orgasms, Not Roses, celebrada colección de imágenes donde, a su decir, examina “el bienestar mental a través de la sexualidad”. Y es que, por mucho que se haya avanzado, E.S. entiende que la sexualidad femenina sigue siendo un tabú, un tema que se reprime socialmente. “Las niñas en general son educadas para ser tímidas y calladas, se les enseña que no es apropiado hablar de este tópico, que la modestia nos hace virtuosas”, señala.
“Una de las muchachas que se ofreció como voluntaria me dijo que quería participar del proyecto porque estaba cansada de la vergüenza que rodea al sexo, que había que quitarle ese halo porque nos enferma”, cuenta la autora con base operativa en Budapest, que obtuvo su maestría en fotografía en la Universidad de Arte y Diseño Moholy-Nagy. Y agrega que su intención fue “incluir mujeres de todas las edades, tipos de cuerpo, profesiones y orientaciones sexuales. Algunas son estudiantes, otras trabajadoras sociales, hay peluqueras, artistas, traductoras, dominatrices; casadas, solteras, con y sin hijos, con y sin nietos”. Lo que las conecta, en este caso, son las ganas de hablar del deseo abiertamente, sin pruritos, lo que inevitablemente las ha llevado a conversar con Szombat sobre asuntos vinculados: “desde masturbación, orgasmos, fantasías y el clítoris, hasta pornografía o distintos traumas”.
Vale decir que la serie I Want Orgasms, Not Roses ganó un prestigioso Robert Capa Grand Prize en su país de origen (Hungría) el año pasado, y que recientemente ha sido editada en formato fotolibro por Kehrer Verlag, renombrada editorial alemana de libros de arte. Dice Éva que el muy cuidado volumen, que incluye citas de las mujeres retratadas, tiene por propósito que “nos volvamos más abiertos, más tolerantes, que aprendamos a deshacernos de nuestras frustraciones. Sobra todas las cosas, que separemos la vergüenza de la sexualidad; en mi caso, a partir de la fotografía, haciendo visible lo que tantas veces se invisibiliza”.