“Sartre dijo que el infierno son los otros. Fue mi primer amor”. La frase no es de la jovencísima Jenna Ortega –una chica menuda de cara seria, ascendencia latina, ojos enormes y, por supuesto, flequillo afiladísimo– sino del personaje gótico que la ha hecho ascender hasta ser el fenómeno del momento: Merlina Addams, o la hija adolescente de una de las familias más longevas, reinventadas y queridas de la televisión norteamericana. Jenna Ortega cuenta que, aun mucho antes de interpretarla, siempre la compararon con Merlina, a quien descubrió cuando tenía 8 años, a través de las repeticiones de la película Los Locos Addams de los ’90.
Ella, con su flequillo y su cara de nada, amante del cine gore, lo suficientemente curiosa como para pasarse la infancia diseccionando lagartijas muertas en su Coachella natal, y lo suficientemente interpelada por lo salvaje como para negarse a comer animales a temprana edad, como muchas otras chicas de varias generaciones diferentes, siempre se sintió conectada con el personaje. “Además tengo un sarcasmo natural y un humor muy seco. Es un poco raro a veces, y quizá demasiado oscuro”.
Crecida en California, en una familia de ascendencia mexicano-portorriqueña, enamorada de Barack Obama –a quien se pasó la infancia enviando cartas nunca respondidas, incluídas algunas a Oprah Winfrey, para pedirle que le hiciera de celestina– y admiradora de Lionel Messi, su registro amplio y espectacular, y su sentido del humor extraño y encantador, la han hicieron devenir de estrella infantil de Disney a scream queen favorita de nuevos directores de terror como Ti West. Ahora, la Merlina Addams que Ortega interpreta es una serie de ocho capítulos producida por Tim Burton, que se convirtió en la serie más vista de Netflix a días de su estreno. Y el baile de Merlina que ella inventó –inspirado en Siouxsie Sioux y al ritmo de “Goo Goo Muck”, de The Cramps– generó algo parecido a lo que hizo la canción “Running Up That Hill” de Kate Bush en Stranger Things, por ahora la única serie que la supera en audiencia.
La remake de Merlina pone la mirada por primera vez sobre la adolescente como protagonista –en esta encarnación, una escritora talento y una psíquica aprendiz– y sigue su historia tras su expulsión de un colegio de lo más normal después de que ella llenara de pirañas la pileta de los atletas populares del lugar. La serie es un relato detectivesco y una comedia adolescente a lo John Hughes customizada para centennials fanáticos de Harry Potter, y si bien la idea es interesante, hace bastante tiempo que Tim Burton no da, ni se ocupa mucho en dar, alegría alguna. Sin embargo, todos los ojos se han puesto sobre ella, Merlina, Jenna: su actuación, su carisma, su rostro inquietante y encantador.
No es una sorpresa. Jenna Ortega actúa desde los 8 años en roles cada vez más ambiciosos, a la manera de contemporáneas suyas como Zendaya, aka, estrellas Disney hiper concentradas que van tras sendas nominaciones y papeles desafiantes. “Nunca había tenido la oportunidad de interpretar un personaje icónico. Ella es muy adorada, un personaje muy respetado y no lo quería arruinar”, dijo Ortega, que ya está nominada a los Globos de Oro por su personaje, uno al que se negó al principio porque prefería el cine por sobre la televisión, pero tampoco había tenido tanto tiempo de pensarlo: apenas cumplió 20 años.
Con Merlina, Ortega cumplió algunos sueños interpretativos de toda actriz ambiciosa: aprendió a tocar el cello con canciones de los Rolling Stones, aprendió esgrima y arquería, y recibió instrucciones de su héroe, Tim Burton, tales como: no parpadear. “Merlina es, naturalmente, muy diferente a lo que yo interpretaría en una película de terror. Mi rol en ellas es el de la chica que toma la decisión estúpida de abrir la puerta y preguntar quién está ahí”, se ríe. “Mientras que Merlina probablemente ya tendría lista una trampa para bobos, o para osos, esperando afuera en el patio”.
Junto a Mia Goth –bendita sea– este mismo año Jenna Ortega consagró su camino al nuevo cine de terror; estuvo en X, la película de Ti West donde interpretó a la jovencita conservadora que se estrena en el porno amateur. Y en la nueva Scream fue el personaje que rompe la mismísima regla de Scream, es decir, es la que recibe el primer ataque, pero sobrevive. También estuvo en la comedia de terror de Netflix, The Babysitter: Killer Queen, una heroína de la misma línea. “No sé qué tiene mi cara, pero la gente siempre quiere llenarla de sangre”, dijo ella, que además ya había tenido papeles relevantes en géneros totalmente diferentes; la serie Jane The Virgin o You. Aunque quizás, su rol más poderoso y genial, al mismo tiempo que el menos conocido, sea The Fallout, estrenada a principio del año que ya termina, el debut de la directora Megan Park. La película es un excelente largometraje que recibió el gran premio del jurado en le festival South by Southwest, y que se puede ver por HBO, sobre los tiroteos en las escuelas de Estados Unidos, desde la perspectiva de lo que viene después del trauma: la callada cotidianeidad de los chicos que lo sobreviven.
“Espero que los espectadores salgan recordando que éste no es un problema del pasado”, dijo Park. "También espero que sea un recordatorio de que el duelo no es un proceso lineal y aunque el trauma nunca nos abandone del todo, siempre hay un camino hacia delante". En la película, Ortega es una preciosa tomboy latina que ve interrumpida su adolescencia después de un tiroteo en su colegio. Pero la película no se interesa en ese momento específico –y se despoja de cualquier intento de explicación o declamación– sino en el día a día de quienes lo sobreviven, y cómo esa experiencia repercute en aspectos mundanos de la vida que les sigue. La película se corona con una banda de sonido de Finneas O’Connell, el músico, productor y hermano mayor de Billie Eilish, y como co-protagonista figura Maddie Ziegler, conocida como la –otrora– nena superdotada que bailaba en los videos de Sia. Ortega dice que es uno de los papeles que más le enorgullece, al igual que ser la primera encarnación de Merlina decididamente latina. Pero cuando insisten en preguntarle, ella responde: “No creo que la serie esté ahí para cumplir con ninguna cuota, simplemente refleja la vida real: que las adolescentes latinas inteligentes, sarcásticas y con un flequillo estupendo ya existían ahí fuera, con habilidades místicas o sin ellas”.