Distintas fuentes indican que Antoine de Montchrestien es quien por primera vez se refirió al concepto “economía política” en 1615: Traicté de l'oeconomie politique. Afirmó: “Es muy oportuno sostener, contra la opinión de Aristóteles y Xenophon, que no se puede dividir la economía de la política sin desmembrar la parte principal de su conjunto”. El concepto “política” denota la disputa entre las distintas clases sociales y lo que las constituye es la diferencia de sus situaciones materiales objetivas.

Aunque luego comenzaron a tratar a la economía política como ciencia, puede afirmarse que, en aspecto, coincidieron mercantilistas, fisiócratas, Smith, Marx.

La corriente marginalista, neoclásica luego y hoy neoliberal, insiste en hablar de economía a secas, es decir, de una ciencia cuyo objeto de estudio es el interés general y único, desprovisto de intereses contrapuestos y, por lo tanto, disputas. Con el nacimiento de la llamada "macroeconomía", concepto impuesto en plena crisis de la década de 1930 por Ragnar Frisch, se continuó este sendero.

Distribución

La macroeconomía es el recorte de la realidad económica en la que se manifiestan la estructura económica y la correlación de fuerzas de las distintas clases sociales y fracciones del capital. Se expresa, entre otras variables, en salario, ganancia, inversión, tasas de interés, tipos de cambios. Estas variables son relaciones sociales y, en “la macro”, se presentan de manera “agregada”, es decir, como la suma de muy distintos niveles de salarios, ganancias, inversiones.

Al hablar de desequilibrios o inconsistencias macroeconómicas se alude a una relación de variables no deseada, es decir, que afecta a los objetivos de política económica. Puede existir una inconsistencia o relación indeseada debido al incumplimiento de un objetivo político central, pero también por la ausencia transitoria de mejores alternativas para lograrlo, como cuando se privilegia no afectar otra relación que se jerarquiza, por ejemplo, el sostenimiento del salario real sin lograr niveles de inflación bajos.

Debido a la diferencia y contraposición de intereses, Ricardo sostuvo que “la determinación de las leyes que rigen esta distribución (del ingreso) es el problema primordial de la Economía Política”. La política económica refiere, entre otros aspectos, a la distribución. Por lo tanto, existen tantas macros como clases, fracciones o combinaciones de éstas sean el sujeto que se persigue privilegiar.

Salarios y ganancias

En las circunstancias actuales, es necesario “tranquilizar la macro” y “estabilizar la economía” pero sin tranquilizar las luchas por aumentos de salarios ni estabilizar la actual distribución del ingreso, que viene deteriorándose desde la aplicación del modelo de Cambiemos, con endeudamiento, fuga y devaluaciones.

El proceso inflacionario actual también está explicado por la crisis mundial en curso, que se manifiesta de diversos modos, como el encarecimiento de la energía y la elevación de las tasas de interés. Pero, en su mayor parte, se trata de inflación endógena impulsada por excedente o ganancia.

Cuando se habla de “carrera entre precios y salarios” debe tenerse en cuenta que los precios están constituidos por dos componentes: costos, dentro de los cuales se encuentra el salario, y ganancia. De manera agregada, si los precios crecen y los salarios no, aumenta la ganancia. 

Esto se observa en la distribución funcional del ingreso. Excluido el sector público, la participación del salario en el producto fue 41,1 por ciento en el primer trimestre de 2020 y la del excedente de explotación bruto, 41,6 por ciento. En el primer trimestre de 2022, fueron 38,2 y 47,8 puntos porcentuales, respectivamente. El salario real se planchó, el Producto creció y fue apropiado por el capital concentrado.

La actual dinámica inflacionaria reduce los ingresos de la mayoría de la sociedad y eleva los de la minoría. Si alrededor de un 40 por ciento de la población no accede a la canasta básica total, y la canasta básica alimentaria representa un 45 por ciento de la total, otorgar sumas fijas significativas junto al sostenimiento y perfeccionamiento del programa “Precios Justos” son medidas mínimas que deben apoyarse.

A partir del auge del neoliberalismo y luego de las privatizaciones, el Estado fue quedando desprovisto de instrumentos para incidir en la economía mediante la producción y la comercialización. Casi con exclusividad, quedaron ciertas formas de regulación a través de política fiscal y monetaria.

Si el Estado contara con mayor nivel de incidencia en la producción y comercialización de bienes y servicios tanto en el mercado interno como en el externo, disminuiría la fuga, tendría mayor disponibilidad de dólares para conducir una macro sin sobresaltos, en lo inmediato, y desarrollarse en el mediano y largo plazo.

* Economista UBA-UNDAV.

@Pablo_Ferrari77