Bergman Island 7 Puntos
Francia/México/Brasil/Alemania, 2021
Guion y dirección: Mia Hansen-Løve
Duración: 112 minutos.
Intérpretes: Vicky Krieps, Tim Roth, Mia Wasikowska, Anders Danielsen Lie.
Estreno en la plataforma Mubi.
“Estoy haciendo un film de fantasmas”, le dice Tony a su hija. “De zombis”. Y la corre para asustarla. ¿Es Bergman Island un film de fantasmas? ¿De qué fantasmas, en tal caso? ¿El de Ingmar Bergman, que parece estar presente en esa isla de Fårö, junto al Mar Báltico, donde el autor de Persona pasó toda la última parte de su vida? ¿O los fantasmas personales de Tim y su esposa Chris? O mejor aún, los fantasmas de pareja de Chris y Tim, que no llegan a mayores pero se insinúan aquí y allá, a través de pequeños gestos y situaciones. La realizadora francesa Mia Hansen-Løve (El porvenir) no es explícita, prefiere trabajar con un iceberg gigante del cual emergen puntas casi invisibles, que el espectador deberá unir (o no) por líneas de puntos. Bergman Island es delicada, alusiva, enigmática y, como el iceberg, un poco fría. Por más que sea primavera en el Báltico.
Chris (Vicky Krieps) y Tony (Tim Roth) son cineastas ambos, aunque Tony lo parezca más que Chris, y esa es una de las cuestiones que vienen con un iceberg debajo. Han llegado a la Isla de Fårö, invitados por la Fundación Bergman, donde tendrán ocasión de un retiro de varios días, para que ambos puedan escribir los proyectos que tienen entre manos y de paso Tony presente uno de sus films en el microcine personal de Bergman. Como es lógico, hay Bergman por todos lados en la isla de Fårö. Copias de sus películas en 35 mm, proyecciones para quien así lo quiera, las gigantescas biblioteca y videoteca personal del autor de El silencio y además las localizaciones de muchas de sus películas, desde los años 60 en adelante. Tony se instala, sin ir más lejos, en la habitación donde Liv Ullmann y Erland Josephson libraron las batallas de Escenas de la vida conyugal. Y Chris descubre, durante uno de sus paseos, la casa donde se filmó Persona, con ese frente tan japonés.
Nomás enterarse, a Chris no le gusta nada que Bergman haya tenido nueve hijos y algunos ni siquiera supieran que ese hombre largo y reconcentrado al que encontraron para su cumpleaños número 60 haya sido su padre. “Se pasaba la vida trabajando”, lo excusa la directora de la Fundación Bergman. “Claro, porque sus cinco esposas se ocupaban de cuidar a los hijos”. En el avión que los trae a Suecia, Chris se preocupa por su hija June, pero Tony la tranquiliza. Tony es el primero que instala sus objetos de trabajo, tomando para sí la habitación famosa, y Chris va a parar a un pequeño, hermoso molino que está detrás de la casa. Pero hasta que no se la ve trabajando no se sabe que ella también escribe y dirige películas. Tony escribe. Ella se traba, está bloqueada. Se reúnen por la noche, se dirá. Pero Chris y Tony, cuya convivencia es de lo más amable, no tienen sexo ni contacto físico alguno, más allá de que ella se esconde en su regazo durante una turbulencia en el avión que los trae.
No debe pensarse en discusiones, planteos o tensiones a la vista, todo es de lo más civilizado, de lo más europeo, tanto entre ellos como sus anfitriones. La gente del lugar sí es hosca, desconfiada, incivil, algo que Chris tiene ocasión de comprobar el día que se extravía y busca ayuda. Pero aparecen en esa única escena. Puesta en abismo, Chris le cuenta a Tony la historia que está escribiendo, donde una chica (Mia Wasikowska) se reencuentra con su novio de la adolescencia (Anders Danielsen Lie), con quien tiene encuentros y dolorosos desencuentros. Más dolorosos que los de Chris y Tony, y más a la vista. Si hay un fantasma de Bergman en Bergman Island, es el ausente: el de las angustias y conflictos existenciales, el de los planteos metafísicos, el de las disputas matrimoniales o de pareja. Claro, los 50 y 60 eran así, densos, torturados, y los conflictos e identidades del siglo XXI son líquidos, borrosos, no táctiles. Tan ocultos a la vista como un iceberg, cuyas puntas asomaran pequeñas, casi invisibles, dispersas y frías.