La colección “Los caudillos” de la Editorial Marea, dirigida por Hernán Brienza, acaba de sumar un capítulo más. Uno tan inevitable como el de Facundo Quiroga, claro. Prologado por el historiador antedicho; investigado y escrito por un experimentado profesor de historia riojano (de Aimogasta) llamado Víctor Hugo Robledo; y titulado Facundo, el Tigre de los Federales, el sesudo trabajo destina 320 páginas a “redescubrir al Quiroga real”, muy distante del que manipuló Sarmiento en su falaz e infame Civilización y Barbarie, de 1845.
“El libro de Sarmiento es una buena obra literaria, no voy a descubrir yo su eximia pluma, pero ubicar a La Rioja como el territorio de la barbarie y a los riojanos como prototipos de ella, nos interpela y nos obliga a los riojanos, y en particular a los historiadores, a realizar un profundo análisis de su obra”, introduce Robledo a Página/12, desde algún lugar de los llanos, marcando uno de los ejes de su investigación: desarmar al caudillo construido a piacere por la historiografía liberal casi parida por la pluma de Domingo Faustino.
“Esa tradición no deja de ser un ataque a la causa federal, dado que Sarmiento consideraba a los federales líderes de guachos, como un obstáculo para imponer el modelo europeo que el centralismo aspiraba para los pueblos del interior del país”, empieza a profundizar el historiador, autor también de El montonero Severo Chumbita, La Rioja indígena, Riojanas y Felipe Varela, y El cura de la Montonera, entre otros libros teñidos por la impronta del pensamiento nacional. “Sarmiento no relató con claridad la verdad sobre la vida y los hechos protagonizados por Facundo, digo”.
-Tal vez la parte más densa de tu libro es la que está orientada a desanudar cierto carácter ambiguo en la ideología de Quiroga. Por un lado, se definía como unitario; por otro, decidió luchar del lado de los federales, porque era lo que el pueblo quería. ¿Podrías poner algo de claridad sobre esto, desde tu mirada de historiador específico del caudillo? No deja de hacer ruido la opinión asertiva que tuvo él sobre la constitución unitaria de 1826, por ejemplo; sobre todo si se lee esta a la luz de la defensa que había hecho de las minas de Famatina como capital autónomo de La Rioja, frente al centralismo porteño y su alianza con capitales ingleses.
-Lo que es claro es que hasta 1820 Facundo no era partidario del régimen federal de gobierno. Estaba vinculado a sectores que respondían al poder central. Pero a partir de la batalla de Cepeda, que dejó a las Provincias Unidas huérfanas de un gobierno central y artífices de sus propios destinos, se convenció de la indiferencia de Buenos Aires y lo que significaban su egoísmo y su política como impedimento para el desarrollo de las provincias del interior. No creo que haya ambigüedad aquí… Facundo tenía claras las ideas, pensaba y actuaba como federal, pero lo que sí gravitaba era que era un provocador nato y usaba la provocación como estrategia para decir lo que quería.
-Su sueño de unir federales y unitarios que abordás en la página 250 parece de lo más utópico que se pueda concebir en el siglo XIX. Sería como pensar algo así, hoy, entre el nacionalismo popular y el neoliberalismo.
-Es que Facundo demostró ser un hombre de aperturas, un conciliador que quería terminar con las divisiones, y se los dijo a viva voz a los dirigentes federales cuando se reunía en interminables tertulias de juegos y apuestas.
-Todo un mundo de interpretaciones detona su asesinato a mano de los hermanos Reynafé, en Barranca Yaco, en febrero de 1835, uno de los hechos más deplorables de la historia argentina. ¿Fue Estanislao López, gobernador de Santa Fe, su instigador?
-Está demostrado por la correspondencia de la época que entre Quiroga y López no había ninguna simpatía. Todos eran “palos y sablazos” cuando uno se dirigía al otro, o cuando alguno de ellos se carteaba con Rosas. “Este riojano nos dará mucho por hacer”, le decía el caudillo santafesino a Rosas. A su vez, Quiroga le expresaba al Restaurador: “Si yo tuviera la sangre tan helada como la nieve de la cordillera… tal vez permanecería unido al hombre de Santa Fe”. El motivo del encono era la provincia estratégica de Córdoba y en esta fuerte disputa se dió el plan de eliminar a Quiroga: las reuniones de López con Francisco Reynafé, el más pensante del clan, abren fuertes sospechas. ¿Por qué el jefe del Ejército de la Confederación se reuniría al menos en dos oportunidades con un oficial de rango menor que la del gobernador cordobés días antes del atentado contra el caudillo riojano? Y si analizamos la correspondencia, hay una carta de López a Francisco Reynafé, que a mi entender lo hace responsable del magnicidio de Barranca Yaco. Es la que le expresa que Quiroga marcha solo, sin escolta, pero que a la vuelta debe ver con un oficial de confianza que no le ocurra nada en la “la cruzada de Barranca Yaco… que es larga y despoblada”.
-¿En qué clave habría que leer a Quiroga hoy? ¿Cuál sería su “actualidad”?
-Quiroga fue el hombre que con coraje decidió salir a luchar contra el avance agresivo del centralismo porteño personificado en Rivadavia cuando los entonces líderes de Noroeste, el cordobés Bustos y el santiagueño Ibarra, tenían una posición dubitativa sobre las decisiones a tomar para frenar tal avance. Con recursos propios y resultados militares heroicos, se abrió camino en la historia nacional y se convirtió en el referente de 9 de las 14 provincias. Defendió los recursos mineros de la provincia y se hizo dueño de las dos regiones que había llevado el peso de la guerra por la Independencia. Fue un ejemplo de coherencia, coraje y decisión, y su lucha y principios pueden considerarse vigentes, si tenemos en cuenta un país donde el desarrollo y los beneficios han sido desiguales.
-Nunca se zanjó la división “unitarios-federales”…
-No. Todavía el país está en deuda con provincias como La Rioja, que lo han dado todo por la libertad y aún esperan actos de reparación histórica.