El colectivo Historias Desobedientes, integrado por hijos y familiares de represores de la última dictadura que exigen memoria, verdad y justicia, repudió la posibilidad de que se le conceda la prisión domiciliaria a Miguel Etchecolatz y destacó que “el 40 por ciento (de los condenados por delitos de lesa humanidad) está en sus casas por razones cuasi banales”. “Criminales como Etchecolatz o nuestros padres no deben estar en sus casas”, advirtieron. Recordaron que “los más de 25 años de impunidad explican las edades de los acusados en juicios justos” y remarcaron los riesgos de que genocidas libres o en su casas se fuguen o atenten contra testigos, querellantes, fiscales o jueces.
El pronunciamiento del colectivo impulsado por mujeres, que completa su nombre con “Hijas e hijos de genocidas por la Memoria, la Verdad y la Justicia”, se produce luego de una serie de fallos que en los últimos meses habilitaron la posibilidad de que el ex hombre fuerte del Circuito Camps pudiera cumplir condenas en su casa de Mar del Plata.
“Repudiamos la prisión domiciliaria que se le pretende dar al convicto confeso Miguel Etchecolatz. Repudiamos la falsa denominación de ‘preso político’ ya que el multicondenado a perpetuidad Etchecolatz está involucrado en el mayor genocidio del siglo XX en nuestro país”, arranca el comunicado. A los argumentos tradicionales de los organismos en contra de otorgar beneficios a represores, los hijxs de genocidas agregan otro que conocen mejor que nadie. “Sabemos que no se han arrepentido de ninguno de los crímenes aberrantes que han realizado, dado que ninguno ha brindado información –que sabemos poseen– sobre el destino de los ‘desaparecidos’, ni de sus cuerpos, ni sobre las familias apropiadoras”, destacan.
El colectivo de hijxs de genocidas que reivindican la lucha de los organismos hizo su aparición pública a raíz del fallo del 2x1 de la Corte Suprema y de las revelaciones de algunas de sus integrantes. “A través de la educación y basándose en un ineludible vínculo amoroso de necesidad y dependencia de todo niño, se nos pretendió imponer un mandato de silencio, olvido y confusión para garantizarse la impunidad”, se definen en el comunicado. “Así crecimos. Muchos en un ambiente totalmente cruel; otros en la mayor de las indiferencias, desamor, descuido o sencillamente desprecio; y otros (los menos) en un ambiente de ficciones”, diferencian.
“Criminales como Etchecolatz o nuestros padres (varios de los cuales disfrutan de la prisión domiciliaria) no deben gozar del privilegio de estar en sus casas, a riesgo de que se profuguen como ya ocurrió en el caso de (Juan Miguel) Wolk, (Jorge) Olivera y más de setenta casos de represores por no haberlos enviado a prisión a su debido tiempo”, señalan. También exigen “la continuidad y aceleración de los juicios” y valoran “el coraje de los familiares y sobrevivientes que con su testimonio verídico y memorioso, atravesado por el horror vivido, permitieron la justa condena de nuestros padres –a quienes sabemos culpables– y la reconstrucción de la memoria”.