La llegada de la selección nacional de fútbol fue otro tópico que el PRO eligió para intentar hacer un uso político del hecho y, de paso, matarse entre sí en una interna que no ha visto aún su capítulo final. Entre el larretismo y el bullrichismo llovieron misiles por lo que fue el operativo de seguridad con la llegada de los jugadores. El flamante jefe de campaña de Patricia Bullrich dejó en claro lo que piensa ella: que Horacio Rodríguez Larreta no puede gobernar un país si deja que le tomen por asalto el Obelisco. Del otro lado salieron a decirle "vándalo" y la discusión siguió escalando. Mauricio Macri, en tanto, tras su regreso triunfal de Qatar, estuvo de recorrida por La Matanza en modo candidato (sin decir que lo va a ser) y sostuvo que el triunfo de la selección habla de la cultura del trabajo y el esfuerzo. En breve, se tomará 40 días de vacaciones en el sur.

Los motivos para disputar la interna, a esta altura, son lo más amplios posibles. Pueden ir desde un vallado, una convención de empresarios, una foto con Martín Lousteau o con Jorge Macri, es decir, todo da para la interna. Y, en ese clima, ¿por qué no iba a haber una discusión en el PRO basada en el regreso de la selección tras ganar el campeonato mundial por primera vez en 36 años? Mientras que una parte importante de la población vive en un clima de efervecencia, la dirigencia amarilla alterna entre cuestionar el feriado nacional y pelearse entre sí.

Pelotazos

En este caso, el saque lo hizo el bullrichismo. Vino del botín del legislador Juan Pablo Arenaza, quien reemplazó a Gerardo "Jerry" Milman como jefe de campaña de Bullrich tras las denuncias contra el diputado por contrataciones poco explicadas. Arenaza, en pleno día del regreso, tuiteó una foto del Obelisco tomado por hinchas y escribió: "Si te toman el Obelisco, nunca vas a poder gobernar un país. La Argentina necesita orden para vivir".

Si bien fue un mensaje directo a Larreta y a sus aspiraciones presidenciales, lo cierto es que no se diferencia mucho de lo que Bullrich viene diciendo con mayor o menor sutileza desde hace ya meses: que Larreta no tiene "huevos", que le faltan agallas para llevarse puesto a los peronistas, reprimir manifestaciones e imponer una línea más dura de ajuste y reformas que, al pensamiento de Bullrich, son imprescindibles en un nuevo gobierno de Cambiemos. Es decir: no fue un exabrupto del legislador, sino el pensamiento vivo de todo ese sector y de la presidenta del PRO, que no pierde oportunidad para tratar a Larreta de tibio. Además, vino de la persona que Bullrich eligió para reemplazar a Milman.

La respuesta vino de la mano de uno de los armadores de Larreta que no suele tener pelos en la lengua a la hora de responder: se trata del diputado Alvaro González. Si Arenaza es la nueva mano derecha de Bullrich, González no juega un papel menor en el armado de Larreta a nivel nacional. Es un enfrentamiento entre los precandidatos por otros medios. ¿Qué le contestó a Arenaza? No tuvo medias tintas: "Che, Arenaza, no podes caer tan bajo!!! Querer meter la interna es no tener vergüenza. Sos un vándalo más!!", tuiteó.

Larreta tiende a ignorar los ataques de Bullrich para no subirle el precio, pero sus adláteres muchas veces se ocupan de devolver el fuego. Arenaza, por supuesto, no se quedó en el molde y salió a comerle los tobillos, recordando de forma vaga el pasado de González en el peronismo santafesino: "Preguntemos en Santa Fe a ver quién es más vándalo. Saludos".

Un intercambio que no deja dudas sobre el estado de la interna en el PRO, con un clima peor que en el partido contra Países Bajos, y que estalla hasta por el regreso de la selección.

El domador

Lo que podría unir a Larreta y Bullrich es el regreso de Macri al país en modo triunfal para llevárselos puestos a ambos. El expresidente aterrizó casi como si trajera él la copa y no los jugadores. Criticó el feriado, pese a que venía de un viaje de 40 días de ver partidos y relajarse en Qatar. Y, ni bien llegado, dejó en claro que no abandonará las recorridas políticas ni el modo candidato que venía desplegando. De hecho, apenas llegado, compartió un café con el ministro de Gobierno porteño Jorge Macri y con el auditor Miguel Angel Pichetto. Entre otras cosas, hablaron de la candidatura a jefe de Gobierno del primo Jorge Macri, que el expresidente apoya y que Larreta resiste.

Este miércoles, Macri fue a La Matanza, municipio peronista si los hay. Todo lo que hizo fue para capitalizar la victoria de la selección, llevando agua para su propio molino. Jugó un partido de fútbol, se fotografió con dirigentes locales y luego habló ante un auditorio, intentando trazar un paralelismo entre la victoria de la selección y los supuestos valores que defiende la coalición opositora. “Con su humildad, seriedad y profesionalismo, los jugadores y el cuerpo técnico de la selección nos mandaron un mensaje muy poderoso”, dijo Macri, hablando de la "cultura del trabajo".

Dirigentes cercanos a Macri, como el ex secretario de Cultura Pablo Avelluto habían festejado como un gol de media cancha que la selección no fue a la Casa Rosada. En esa línea, no es raro que Macri intente pegar a los jugadores a su línea política, aunque choca un poco contra el discurso del no uso político. No obstante, viene de un dirigente que usó a Boca Juniors como plataforma para ganar popularidad y construir una carrera política como jefe de Gobierno primero y como presidente después. ¿Qué se puede esperar?

Algo de sus comienzos volvió en esta recorrida: el partido de fútbol lo jugó con  con ex futbolistas de Boca como Aníbal Matellán y José Basualdo. En el brindis posterior, insistió con la "lección de la selección es que el conjunto vale más que cada uno de nosotros. Por eso el año que viene tenemos que trabajar en equipo para sacar la Argentina adelante”. “La selección nos mandó un mensaje muy poderoso: si nos esforzamos y trabajamos en equipo, podemos ser campeones de lo que nos propongamos”, remarcó el ex presidente, que tiene previsto seguir viaje hacia Villa La Angostura donde, según se dice, pasará 40 días de vacaciones. No por nada, durante su presidencia, un intendente tucumano lo bautizó como el "domador de reposeras".