Dicen que la infancia que tenemos es la que nos narran. A la filósofa Florencia Sichel le contaron que era una niña muy curiosa y preguntona, y eso coincide, en el devenir de su vida, con su presente. Recuerda que tenía diarios íntimos y que también escribía cuentos e historias en cuadernos. Más tarde empezó a meterse en los foros para socializar y buscar respuestas en los tópicos que le interesaban. Pero, sobre todo, para hacerse preguntas.
"Siempre me movilizaron temas que tienen que ver con la justicia social o la desigualdad. Yo le pedía a mi mamá que me contara la historia de Colón, cómo invadió todo, y sufría. Después conocí la historia de la dictadura, de nuestro país. Todo lo que tiene que ver con lo humano me moviliza siempre", dice. Flor hace un newsletter, Hartas, y es autora de los libros ¿Y vos qué pensás? Un viaje filosófico por las ideas y Filosofar desde la infancia, escrito junto a Mayra Muñoz y Úrsula Pose. Se enfocó en hablarles a las infancias y luego, con la llegada de su hija, a las madres, incluyendo también a los padres y cuidadores o cuidadoras.
No es casual, entonces, que su último libro aborde el camino de la filosofía a través de preguntas y de una selección de filósofos que no es caprichosa. Mediante la invitación de Flor, niños, niñas y jóvenes pueden filosofar a través de las preguntas y de la observación del entorno, con un recorte de autores que tiene fundamento en lo humano, pero sobre todo en su aspecto social. Aristóteles se pregunta por la felicidad; Epicuro habla del placer; Heráclito, del cambio; Simone de Beauvoir se pregunta qué es una mujer. El libro es interactivo y funciona como una guía para pensar y escribir.
"Siempre me manejé en ámbitos escolares, pero nunca lograba ver cómo eso podía tener conexión con la Filosofía, hasta que me enteré del proyecto que se llamaba Filosofía para niños. Y en 2013, hablando con un amigo que también estaba dando talleres, formamos El Pensadero, que fue como el primer grupo que se dedicó a llevarles la filosofía a los chicos desde otros lados, sin tanto manual. Salimos a ver qué pasaba", dice.
En todo ese tiempo que pasaba como auxiliar o preceptora, se daba cuenta de que lo más rico de la filosofía, que es el hacerse preguntas, no estaba presente. "Veía que los chicos pasaban un montón de tiempo en la escuela haciendo un montón de cosas, incluso teniendo un pensamiento crítico sobre matemáticas o sobre lengua, pero en ningún momento trabajaban sobre lo que les pasaba", dice. Le resultaba insólito que un chico estuviera ocho o cuatro horas en la escuela y no tuviera un rato para pensar sobre sus propias inquietudes con un marco que lo acompañara.
"Yo no empecé a estudiar Filosofía para ser docente, no lo tenía en la cabeza... y menos filosofía para niños, es algo que nunca lo hubiera proyectado. Sentía que lo más rico de la filosofía, que para mí son las preguntas, es lo que menos estaba en la carrera, como que la carrera es un bodoque de estudiar toda la Crítica de la razón pura de Kant, pero no hacías nada con eso, lo repetías como un loro", dice. Sentía que se desesperaba al sentir que no podía aplicarlo a la vida.
"Porque, además, cuando hacés la investigación, empezás a especializarte y eso, solo lo entiende alguien que se especializa como vos. Entonces ahí es como que les terminás hablando a tres gatos locos. Que no estaría mal, el tema es que no me interesaba", dice. Así fue que Flor empezó a buscar referentes que estuvieran haciendo otra cosa, pero dice que no había muchos en ese momento, hace 15 años, "estaba surgiendo Darío Sztajnszrajber y también estaba José Pablo Feinmann".
Hace tres años nació Sofía, su hija, y a los cuatro meses les tocó recluirse en la pandemia. Gran parte del puerperio Flor lo pasó encerrada; y de la necesidad de criar en tribu, desde el sentido del acompañamiento, surgió Hartas, el newsletter de filosofía y maternidad que produce y escribe durante la semana, y envía los martes.
"Sin ayuda de ningún tipo, sin jardín, sin nada, yo necesité, de alguna manera, compartir muchas de estas preguntas que me hacía. Algo de lo que sigo viendo, incluso hoy, es que salen un montón de cosas de la maternidad pero siempre se está hablando desde alguna certeza, y lo que no quiero ver más y cada vez quiero ver menos, son certezas porque no las tengo, porque, de hecho creo que lo que trae la maternidad es que una no tiene certeza, se te queman los papeles todo el tiempo", dice.
En Hartas, que también reproduce en su cuenta de Instagram con más de 32 mil seguidores, Flor comparte ideas y preguntas que se hace, y trata temas como el "mamasplaining", el deseo, la salud mental materna, la pareja, la inequidad en las mujeres por las tareas de cuidado, la plenitud del embarazo, entre otros. Siempre con un tono reflexivo que impulsa a buscar respuestas y nunca certezas. También recomienda lecturas, películas y otros consumos culturales.
"Me acuerdo que mi psicóloga me preguntaba por qué pensaba que la maternidad no me va a servir, incluso, en términos laborales. Yo eso no lo veía de ninguna manera, hasta que fui madre y efectivamente me sacudió completamente, como a cualquier persona", dice. Sabe, también, que es muy difícil evitar ese sacudón, y deja claro que, personalmente para ella, como filósofa, "la maternidad es una fuente inagotable de preguntas".