Hay una vieja foto en la que se ve claramente cómo estoy estrangulando a Osvaldo Soriano. Está en algunas redes y es de hace muchos años, circa 1970. El estrangulador soy yo, en efecto, pero la duda que me inquieta desde hace años es acerca del autor de esa fotografía. Y no estoy seguro de que haya sido Carlos Bosch, el inolvidable fotógrafo y amigo que se marchó hace un par de años a otras galaxias y a quien se me olvidó preguntarle acerca de esto.
Siempre pensé que esa foto en la que Soriano resiste el estrangulamiento la tomó él, pero ahora, vísperas de Navidad, la duda creció en mí a partir de una consulta del colega de este diario Ángel Berlanga, preguntándome por email si en efecto el autor de esa foto había sido Carlitos Bosch, como se lo llamó siempre en el gremio.
Instantáneamente puse en duda mi vieja convicción y me apliqué a revisar viejas cajas llenas de recortes y fotos de cuando trabajábamos en la revista Siete Días y yo tenía mi escritorio junto a una ventana que daba a la avenida Leandro Alem y al puerto, que entonces se veía. Y en eso estaba cuando de pronto e inesperadamente, como suelen suceder algunas grandes cosas, cayó a mis pies un sobre con fotos tomadas por otro fotógrafo extraordinario: el coreano Ki-Chul-Bae, un chasirete incalificable pero de ojo certero que trabajaba con nosotros en la hoy desaparecida Editorial Abril y a quien le perdí el rastro a mediados de los '70, cuando el país empezó a incendiarse después de que muriera El Viejo y tantos marchamos al exilio. Advertí, en el acto, que perfectamente él podía haber sido el autor de la foto del estrangulamiento.
Cuando comenté esto telefónicamente con Ángel, me impactó su respuesta: "¿Sabés que en algún momento lo contacté a Ki-Chul-Bae? Hará unos ocho años hablé con él por teléfono para que me contara de la época, de algunas coberturas, en fin... generalidades, pero sin tocar este asunto de la biografía de Soriano. Me dijo, claro, que en aquellos años había tomado miles de fotos, pero también subrayó que ahora estaba completamente alejado de la actividad periodística, y me dio a entender que tenía una tienda o algo así, y parecía completamente desinteresado de aquella época y del periodismo".
Lo que no era raro, porque al margen de su talento fotográfico, Ki-Chul era un tipo muy reservado y casi nunca hablaba de él, ni de Corea ni de su vida anterior a la radicación en la Argentina. Sólo una vez, incidentalmente, me dijo que en Seúl no escatiman dinero ni entusiasmo a la hora de decorar la ciudad para Navidad, donde celebran una de las fiestas más pomposas del mundo, comparable a Nueva York por sus calles también llenas de luces, renos, estrellas y gordos disfrazados de Papá Noel.
Al cabo Ángel me pasó ese número telefónico supuestamente de Ki-Chul, a quien decidí llamar para saludarlo y preguntarle también por otra foto icónica que él sí había tomado: la del soldado que en 1974, durante los funerales por la muerte del General Perón, haciendo guardia se quebró y lloró desconsoladamente. Esa foto recorrió el mundo y años después fue celebrada por el entonces Presidente Néstor Kirchner, quien lo invitó a la Casa Rosada junto con aquel soldado, de nombre Roberto Vassie, y se ven los tres sonrientes en una preciosa nota del diario Crónica.
Pero ese número no correspondía a nadie, y me fue imposible establecer quién había sido el verdadero autor de esa foto en la que estrangulo festivamente a Soriano y que ya me estaba desvelando. Y además me quedé con las ganas de saludar al viejo camarada de trabajo coreano, quien seguramente sí sabría si la foto del supuesto estrangulamiento a Osvaldo la había tomado él o Carlitos Bosch.
Ahora sería un gran regalo de Navidad para mí que, si alguien conoce a Ki-Chul-Bae y/o lo ve en su tienda o donde sea, por favor le dijera que somos por lo menos dos quienes queremos saber de él y develar el misterio acerca del autor de aquella fotografía en la que estrangulo festivamente al inolvidable Osvaldo Soriano.