Entre algunos de los estrenos del año pueden ensayarse semejanzas y extraer algún dato de relieve sobre el panorama audiovisual de la región. Por ejemplo, hubo tres títulos que tuvieron por escenario a Rosario: Un Crimen Argentino, la película que dirige el cordobés Lucas Combina con producción del rosarino Juan Pablo Buscarini, a partir de la novela de Reynaldo Sietecase; Perros del Viento, de Hugo Grosso, con Luis Machín como adlátere preciso en la sensibilidad que pide el personaje; y La vida que siempre soñaste, de Germán Carver, en donde el realizador articula tres historias desde un eje compartido, el de los afectos y los desencuentros, con un elenco coral y una misma ciudad en épocas diferentes.

Ahora bien, ¿qué modelo de producción significa cada una y cómo está situada la región al respecto? Ésas son las preguntas que desanudan un poco el asunto y llevan a la cuestión más urgente: ¿cómo y de qué maneras se puede producir cine en la provincia de Santa Fe? Que se emplee fuerza de trabajo local, como atestiguan las tres producciones, asevera que la profesionalidad del sector es un hecho. Por su parte, Buscarini –de trayectoria internacional– suele poner el acento en su ciudad al momento de impulsar sus producciones (en este caso, con participación de HBO); Hugo Grosso –quien vive y trabaja en Buenos Aires desde hace una década– logró la proeza del estreno a nivel nacional y con más de dos semanas en cartel; y Carver, a partir de la autogestión, finalmente concretó un proyecto de varios años, con pantalla en Cine El Cairo.

Rosario aparece en las tres películas pero se trata de producciones de distinto cuño, que trazan una especie de galimatías sobre lo que significa o significaría producir, verdaderamente, contenidos locales. Lo que falta es infraestructura y dinero. Al respecto, el sector está impulsando el proyecto de ley “Fomento a la industria cinematográfica y audiovisual santafesina”, para el que hubo reuniones con “la intención de fortalecer el diálogo entre las partes que lo conforman, y así poder construir juntos y dar un nuevo paso de consolidación de la industria en la Provincia de Santa Fe”. Córdoba, buen ejemplo, tiene un Polo Audiovisual que funciona y logra estrenos a nivel nacional; Santa Fe persigue lo propio. Hay que estar al tanto de la progresión de este proyecto; son valiosas las producciones (de Buenos Aires o internacionales) que toman a Rosario (u otras localidades de la provincia) por locación, porque fomentan trabajo y experiencia, pero no hay que confundirlo con desarrollo regional o algo parecido. Lo que la provincia necesita es una industria audiovisual propia, y aquí como en tantos otros asuntos, si no se regula la cuestión financiera no habrá manera de lograrlo. Vale destacar los programas Plan Fomento y Ventanilla Continua, porque si bien nunca son la plata suficiente, permiten alumbrar o concretar proyectos. De igual modo, la tarea que desempeña la Santa Fe Film Commission; y la concreción de la segunda edición de Pulsar: Exhibición y Mercado de Contenidos.

Dicho esto, hubo varios estrenos locales; entre los que hay que destacar La casa de los tíos, el admirable documental de Verónica Rossi, donde la directora visita una vieja casa familiar de su compañero de vida y junto con él abren las puertas a historias de un pasado que la película actualiza, habida cuenta del asesinato de primos que fueron militantes del ERP. Otro documental de valía fue Gonzalo., de Gonzalo Giuliano, en donde el director recorre su historia personal, el vínculo con su padre, los dilemas propios y familiares, en un trabajo que asume la primera persona de manera tan poética como narrativa. Lo mismo para el cortometraje Acordate dame un beso al despertar, de Estefanía Clotti: es de lo más precioso que dio el cine local, un trabajo íntimo y atento a las rugosidades de los recuerdos y los papeles guardados en cajas, que la realizadora abre para el logro de su travesía. De misma manera Gustavo Galuppo abordó Antigua, segunda instancia del que considera un tríptico, iniciado con Vestigia (2021) y pronto a concluir con Ungida.

Acordate dame un beso al despertar, de Estefanía Clotti.

También hubo pantalla para Soy Rocío, de Julia Derbule y Mauricio Fernández, dedicada a la lucha de una adolescente trans en el reconocimiento de sus derechos; Gustavo Postiglione estrenó En Trance, un film coral que es testimonio visual del encierro durante la pandemia pero también performance inusitada, ya que fue musicalizado en vivo por La Banda de las Películas Caseras y contó con participaciones actorales cuasi teatrales; Surfeando el Cielo fue la nueva producción de Mariana Wenger, dedicada a las historias de vida de Georgina Melatini y Pablo Martínez, campeones internacionales de surf adaptado; Alfonso Gastiaburo estrenó Extranjero, documental que indaga en las utopías y la soledad a través de historias compartidas, en donde los protagonistas pueden provenir de sitios distantes pero coincidir en sus sentimientos y vivencias; Elad Abraham hizo lo propio con Bajar, subir, bajar, donde cuestiona al sionismo a partir de sus propias experiencias, entre ellas, la de haber desertado del ejército israelí; y mención especial para Son Tango. Entre el sueño y la vigilia, el notable documental de Leonel Capitano y Juan Pablo Tabbita, que mixtura músicas mientras la música pasea por calles y paisajes cubanos, recopila decires, y registra cuerpos políticos que bailan. También tuvo una repercusión mayor el documental Ecos de Huelga, de Lisandro Bauk, dedicado al paro docente ejemplar que llevaron adelante maestras y maestros santafesinos en 1921: el hecho histórico tuvo relevo en el paro docente de este año y las medidas cuestionables del actual gobierno, al descontar los días de paro.

La nueva edición del Festival de Cine Latinoamericano, que organiza Centro Audiovisual Rosario, trajo una feliz novedad en la incorporación de la categoría Largometraje Santafesino, cuyo galardón fue para Amando (El Genio de los Acuario) de Fernanda Otero y Juan Pablo Menchón, sobre el último maquinista de trenes a vapor de la ciudad. A propósito del encuentro ritual que significa el festival, hubo otros también valiosos como la nueva edición de Bafici Rosario –que organiza Calanda Producciones– y las jornadas Despliegue: Diálogos audiovisuales con perspectiva de género desde Santa Fe, organizadas por la Comisión de Género de Cepiar (Cámara de Empresas Productoras de la Industria Audiovisual Rosario), donde hubo paneles y estrenos como el de ¿Dónde está Nora Lagos? de Judith Battaglia, dedicado a la directora del diario La Capital, militante peronista que sufrió el encierro, la persecución y el exilio, tras el golpe de 1955.

En cuanto a las pantallas, destacar siempre a El Cairo Cine Público –cuyos 13 años fueron celebrados con la presencia del guionista santafesino Diego Fleischer–; junto con la renovación del Centro Cultural Cine Lumière, entre cuyas novedades hubo cine internacional, estrenos exclusivos y festivales. En cuanto a salas, Rosario es una ciudad privilegiada. A las mencionadas, se suman el nacimiento de El Cineclú de Rosario, con funciones semanales en Sala Empleados de Comercio; el resurgir del Cine Club Rosario, en su tradicional auditorio de la Asociación Médica; y el Cine Forum La Capilla, en Facultad de Humanidades y Artes.

Por otra parte y como se sabe, al cine hay que leerlo también. Vale por eso destacar la persistencia de la colección Estación Cine, que dirige Sergio Luis Fuster y edita CGEditorial. En estos últimos meses se sumaron muchos títulos y vienen más: Del Cine Instantáneo al Cine en Vivo, de Gustavo Postiglione, Poesía y Cine, de Alejandro Pidello; La Máscara en el Cine de Terror, de Marcelo Vieguer; Después de Godard, de Gustavo Galuppo; Diálogos con Diotima: Mito y Cine, de Melina Cherro; y Claudio Perrín: El Mar y la Mirada de un Niño, escrito por el autor de esta nota. A ello se suma el número 3 de la revista digital Estación Cine, que coordinan Fuster y Vieguer; y el número 2 de Travelling. Revista de Investigación de Artes Audiovisuales que edita Vieguer a partir de su trabajo en la Escuela Provincial de Cine y TV de Rosario. Son electrónicas y pueden descargarse de manera gratuita.

La novedad literaria mayor es para Fernando Varea, ganador del primer premio en la 4ª edición del Concurso Nacional y Federal de Estudios sobre Cine Argentino –Biblioteca ENERC/INCAA– y la consecuente edición de El cine como eco: Vaivenes de la lengua en el cine argentino (Ciccus/ENERC), cuya presentación ya se hizo en Buenos Aires y en breve será en Rosario.