Un año de reactivación definitiva. Para las artes escénicas, el balance anual de rigor señala que la actividad repuntó con creces luego de dos años de pérdidas y contramarchas. A pesar de la crisis económica, el teatro mostró una estabilidad y una convocatoria que sorprenden al propio sector. Y aunque todavía el panorama no es el más deseable, lo que deja el 2022 deja un piso auspicioso de cara a lo que viene.
“No podemos no estar felices, porque hace menos de un año estábamos con limitaciones de aforo. Entonces, desde esa perspectiva, el 2022 fue un muy buen año donde volvimos a trabajar con normalidad y se volvió a activar el sistema de producción”, señala Sebastián Blutrach, productor y dueño de El Picadero, en diálogo con Página/12. “A nivel de público, recuperamos los números de un 2019 que no fue bueno, pero aun así lo evaluamos como algo positivo porque en los años posteriores casi no hubo actividad”, agrega.
El impacto de la inflación en el bolsillo no evitó que el público volviera a las salas. Distintas variables explican ese fenómeno, según Blutrach. “Hay una necesidad por parte de la gente de satisfacción inmediata y eso se encuentra en el espectáculo en vivo. La pandemia nos conectó con la finitud, y por eso hoy necesitamos disfrutar acá y ahora. Por ese motivo, la música tuvo también un año récord con entradas mucho más caras que las nuestras. No obstante, el consumo se paró un poco a partir de agosto. Y como siempre ocurre en tiempos de crisis, se dio una gran polarización donde pocos espectáculos concentraron la mayoría de los espectadores. Ese es el caso de Inmaduros, Drácula o Piaf”, analiza el productor.
En la misma línea, se expresa Carlos Rottemberg, empresario teatral y presidente de la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales y Musicales (AADET): “Durante el 2022 quedó demostrado que el público nos dio un crédito porque la actividad teatral y musical en vivo hizo bien los deberes. En el caso del teatro, desde abril se recuperó la audiencia prepandémica, y lo más sorprendente es lo que pasó con la música, que ha superado niveles históricos. En este sentido, el año termina de forma muy positiva, con mejor pronóstico para el 2023”.
El circuito comercial tuvo algunos títulos que lideraron la taquilla. Fue el caso de Inmaduros, la comedia que encabezó el ranking de las obras más vistas a nivel nacional. Con la dirección de Mauricio Dayub y los protagónicos de Adrián Suar y Diego Peretti, fue de lo más convocante en una propuesta que puso el foco en la amistad. Con ese tenor, pero para hablar de la complicidad entre mujeres, tuvo lugar el estreno de Las irresponsables, pieza escrita y dirigida por Javier Daulte y protagonizada por Julieta Díaz, Gloria Carrá y Paola Krum. Y siguiendo con esa temática, Dayub volvió a poner en cartel, en El Chacarerean, El amateur, segunda vuelta, obra de su autoría y donde se lució junto con Gustavo Luppi y con la dirección de Luis Romero, para hablar de sueños individuales y colectivos.
Entre las novedades, se destacó el estreno de Inferno, de Rafael Spregelburd, en el renovado Teatro Astros. El Bosco fue el disparador de esta pieza en la que el autor, actor y director tomó temas teologales para traerlos a la experiencia argentina. Junto al mismo autor, subieron a escena Andrea Garrote, Violeta Urtizberea y Guido Losantos para interpretar 16 personajes. Y, por otro lado, en formato de reposición, pisó fuerte El método Grönholm, comedia ácida acerca de las miserias del mundo laboral con una nueva versión bajo la dirección de Ciro Zorzoli, y las actuaciones de Benjamín Vicuña, Laurita Fernández, Rafael Ferro y Julián Cabrera.
Como todos los años, los clásicos comerciales volvieron a mostrar su eficacia. La calle Corrientes apostó fuerte a dos tanques teatrales como Brujas, dirigida por Luis Agustoni, con Thelma Biral, Nora Cárpena, Moria Casán, María Leal y Sandra Mihanovich, y Art, con puesta dirigida por Ricardo Darín y Germán Palacios e interpretada por Pablo Echarri, Fernán Mirás y Mike Amigorena-.
El Picadero celebró sus diez años con una programación variada. Con dirección de Nelson Valente, se estrenaron dos comedias con eje en los conflictos familiares: Los perros, con Claudio Rissi, María Fiorentino, Patricio Aramburu y Melina Petriella, y Laponia, con Jorge Suárez, Laura Oliva, Héctor Díaz y Paula Ransenberg.
Con humor, y alguna cuota dramática, también hizo su debut como dramaturgo Víctor Hugo Morales, quien llevó a las tablas El reproche, una puesta que puso en jaque el mito del amor romántico, con Claudio Da Passano, Malena Figó y Mayra Homar. Y con otra impronta, se sumó Miguel de Molina al desnudo, unipersonal del actor y cantante español Ángel Ruiz, quien le rindió tributo al gran artista de la copla española perseguido por el franquismo y radicado en los años 40 en Buenos Aires hasta su muerte.
La temporada reservó, además, un lugar especial para los musicales. Clásico imperecedero, Drácula celebró sus 30 años con presentaciones a la altura de su historia, en el Luna Park y en el Movistar Arena, y con gira nacional. La creación de Pepe Cibrián Campoy y Angel Mahler, estuvo interpretada por Juan Rodó, Cecilia Milone y Sofía Scaglione en los papeles principales.
Otro regreso esperado fue el de Piaf, el musical que consagró a Elena Roger, y que volvió a la escena local para acompañar los 150 años del Teatro Liceo, en una gran apuesta de Rottemberg, quien restauró por completo la emblemática sala. Escrita por Pam Gems, y dirigida por el director inglés Jamie Lloyd, la obra contó con la actuación de Julia Calvo, Rodrigo Pedreira, Natalia Cociuffo y un gran elenco. Y con un éxito reflejado en la cosecha de premios y cantidad de público, sobresalió Come From Away, exitoso proyecto que pudo verse en el Teatro Maipo, y que abordó la historia de los siete mil pasajeros y tripulantes de 38 aviones que debieron convivir con los habitantes de una isla canadiense, tras los atentados a las Torres Gemelas. Escrito por Irene Sankoff y David Hein, y dirigido por Carla Calabrese, contó con la actuación de Melania Lenoir y Edgardo Moreira, entre otros.
El teatro oficial tuvo una agenda cargada y también su propia “transición de la pandemia a la pospandemia”, según señalan Gladis Contreras y Jorge Dubatti, directora y subdirector del Teatro Nacional Cervantes (TNC). “Pusimos en primer plano que el TNC es el único teatro `nacional´ de la Argentina, y eso significa que es mucho más que una sala en el centro de la Ciudad. Por eso, creamos la Red Federal de Teatros con el Ministerio de Cultura de la Nación, para acrecentar las dinámicas de federalización a través de la sinergia entre el TNC y otras salas”, cuentan ambos.
En materia de cartelera, se llevaron adelante los estrenos que no habían podido montarse en 2020 y 2021. Pudieron verse, entre otros títulos, Cuando nosotros los muertos despertamos (1899), de Henrik Ibsen, y dirigido por Rubén Szuchmacher en su primera experiencia en el Cervantes como director, y La traducción, creación de Matías Feldman que exploró las problemáticas de la traducción y la interpretación, y las capas de sentido que subyacen en expresiones, palabras y acciones.
Por su parte, Emilio García Wehbi montó su versión del mito de Medea, con Medea meditativa, y sumó así una propuesta con perspectiva feminista, y Cristian Drut dirigió Las manos de Eduviges al momento de nacer, puesta basada en el libro del autor líbano-canadiense Wajdi Mouawad y que en Argentina tuvo sus propias resonancias dado que la historia giraba en torno a un ataúd vacío y a un funeral sin cuerpo.
“Buscamos la excelencia teatral y la multiplicidad de poéticas, la inclusión de las mujeres, las infancias y las disidencias, y favorecer la accesibilidad. Pensamos que el TNC debe construir un público lo más amplio posible, entre tradición e innovación, de las infancias a las/los adultos mayores, para estimular en todas y todos el goce estético, la emoción, la reflexión social y los trabajos de la memoria”, sintetizan Dubatti y Contreras.
El Complejo Teatral de Buenos Aires, a su vez, tuvo importantes estrenos. Bodas de sangre, de Federico García Lorca, contó con la dirección de Vivi Tellas y el rol protagónico a cargo de María Onetto, y Julio César, de William Shakespeare, tuvo su propia versión con el sello de José María Muscari y la interpretación de Moria Casán.
Las hermanas María y Paula Marull presentaron Lo que el río hace en el triple rol de dramaturgas, directoras y actrices. Con momentos de humor, pero también de ternura, las teatristas, que ya se ganaron un lugar reconocido en la escena local, ofrecieron una historia que invitó a pensar acerca de la valorización del tiempo. Y el director, dramaturgo y actor Lisandro Fiks estrenó La gran renuncia, una relectura de La Fiaca, de Ricardo Talesnik, protagonizada por Gastón Cocchiarale, quien encarnó a un hombre que se rebela contra el sistema que lo obliga a estar disponible todo el día para la empresa en la que trabaja.
En El Cultural San Martín también hubo piezas innovadoras que buscaron interpelar. ¿Una y mil?, escrita por Sebastián Suñé y Jimena del Pozo Peñalva, puso en escena a mujeres cis y trans, de distintas edades, orientaciones sexuales y clases sociales, para abrir el debate acerca de la violencia machista. Y La Pathétique, obra creada por el trío creativo de Diego Vila, Fabián Luca y Alejandra Radano, se propuso explorar el vínculo entre teatro y política en la era de las fake news.
En el teatro independiente, el panorama también fue positivo aunque con una cartelera en la que las reposiciones superaron a los nuevos materiales. “El público quiso volver a las salas, así que eso no fue un problema esta temporada. Pero lo que sí vimos como algo grave es lo que tiene que ver con las producciones de las obras, porque notamos que hubo pocos estrenos en el circuito, y parece que esa tendencia va a seguir en 2023, por lo cual esto es bastante desalentador y preocupante”, evalúa Alejandra Carpineti, presidenta de la Asociación Argentina del Teatro Independiente (ARTEI), que nuclea a 110 salas de la Ciudad de Buenos Aires, y una de las productoras de La Carpintería. “No hay capital para invertir, y los subsidios quedan cada vez más chicos. Creo que hay una necesidad de pensar nuevas formas de producción, donde el vínculo entre las salas, los elencos y las cooperativas tiene que empezar a cambiar”, agrega.
La perspectiva de género fue una temática en la que, precisamente, se destacó lo nuevo del off. Uno de los títulos más convocantes fue el de Rota, unipersonal que abordó la violencia patriarcal desde la óptica de la madre de un femicida. Con texto de Natalia Villamil, dirección de Mariano Stolkiner y la actuación de Raquel Ameri, la obra se vio en El Extranjero.
Con distintas miradas, pero siempre apuntando a deconstruir la maternidad entendida como mandato, se presentaron No tengo tiempo, basada en la novela homónima de María Pia López -dirigida por Cintia Miraglia, con Leticia Torres y Carolina Guevara-; La débil mental, basada en la novela de Ariana Harwicz -con dirección de Carmen Baliero, y la actuación de Ingrid Pelicori y Claudia Cantero- y Cartón pintado, de Victoria Hladilo -con Julieta Petruchi, Mercedes Quinteros y Hladilo-. Y en una línea similar de repensar el mundo femenino, el público pudo reencontrarse con un clásico del circuito: La mujer puerca, que celebró sus 10 años en el Estudio Los Vidrios. Con autoría de Santiago Loza, dirección de Lisandro Rodríguez y la actuación de Valeria Lois, el unipersonal está protagonizado por una mujer que siempre soñó con ser santa, un proyecto que no logra porque tiene “naturaleza puerca”.
El universo shakesperiano volvió a demostrar que es inagotable y sumó más versiones de sus clásicos. En el Centro Cultural de la Cooperación, pudo verse Habitación Macbeth, donde Pompeyo Audivert se lució con la interpretación de múltiples personajes, y en Espacio Callejón se presentó Los finales felices son para otros, reescritura de Ricardo III en clave contemporánea, a cargo del dramaturgo Mariano Saba, en una puesta que contó con la dirección de Ignacio Gómez Bustamante y Nelson Valente, y las actuaciones de Martín Gallo, Augusto Ghirardelli, Mariana Mayoraz, Sofía Nemirovsky, Matías Pellegrini Sánchez y Julián Ponce Campos.
En La Carpintería, se impuso el estreno de Gaspet, de Marcelo Katz, en la cual el actor dio vida a un artesano constructor de máscaras, un oficio que heredó por tradición familiar. Y en un homenaje conmovedor, apelando también al artificio de la máscara, se lo pudo ver a Daniel Casablanca, quien subió a escena en el Espacio Experimental Leónidas Barletta para ponerse en la piel de Enrique Santos Discépolo en Discepolín, fanático arlequín, espectáculo dirigido por Guadalupe Bervih.
Caras y caretas
Durante 2022, la sala Caras y Caretas 2037 (Sarmiento 2037) renovó el contrato con su público y repuso platos fuertes de su programación. Así, pudo verse Othelo (termina mal), la tragedia de William Shakespeare adaptada y dirigida por Gabriel Chamé Buendía, y Terrenal, pequeño misterio ácrata, la obra de Mauricio Kartun que estrenó su novena temporada y celebró sus mil funciones.
Interpretada por Claudio Da Passano, Tony Lestingi y Claudio Martínez Bel, la pieza (joya imbatible de las tablas) reconstruye, bajo el imaginario del campo argentino y la gauchesca, el destino entre Abel, Caín y Dios, en una lectura político-teatral del "Génesis" bíblico y que su autor define como un "conflicto patronal de origen". Del mismo Kartun, Caras y Caretas sumó La vis cómica, una historia hilarante que analiza el vínculo entre los artistas y el poder en el marco de la Buenos Ayres virreinal, con Luis Campos, Cutuli, Stella Galazzi y Horacio Roca.
“Este 2022 significó, de alguna manera, la salida de la pandemia, y por eso a la programación que veníamos sosteniendo le incorporamos más días con más obras realizadas por hacedores de reconocimiento en el circuito teatral”, comenta Marcelo Melingo, actor y director artístico de la sala.
Precisamente, esa iniciativa motivó la creación del ciclo “Teatro de miércoles”, que tuvo como objetivo presentar, una vez por semana, una obra diferente de alta calidad y a precios accesibles. El tentador menú incluyó títulos consagrados en el circuito alternativo como El mar de noche, de Santiago Loza, con Luis Machín; Encuentros breves con hombres repulsivos, de David Foster Wallace, con Luis Ziembrowski y Marcelo Subiotto; Turba, de Laura Sbdar, con Iride Mockert; La casa oscura, escrita e interpretada por Maruja Bustamante y Mariela Asensio, y Algo de Ricardo, escrita por Gabriel Calderón e interpretada por Osmar Núñez. “El ciclo resultó ser una muy buena opción para que a mitad de semana se pueda asistir a más y mejor teatro. Por eso en 2023, seguiremos con la propuesta. Además, se vienen más sorpresas", anticipa Melingo.