El fútbol uruguayo lamenta la muerte de Fabián O'Neill, un exquisito enganche que brilló en la liga de su país y en Italia. De acuerdo a las crónicas locales, el futbolista de 49 años estuvo internado en los últimos días en la ciudad de Montevideo. La causa de su muerte fue una cirrosis crónica.
Nacional, vía Twitter, recordó a uno de los futbolistas más queridos por sus hinchas: "Hoy llora la camiseta 10. Hoy se detiene la magia para recordar a Fabián O´Neill, uno de los jugadores que despertó más admiración con la camiseta de Nacional. Se fue uno de los nuestros. Hasta siempre Mago".
O'Neill había iniciado su carrera en Nacional. Su biografía en diarios y revistas ubican su nacimiento en Paso de los Toros, un pequeña ciudad uruguaya en el municipio de Durazno. Y antes de llegar al Bolso, su infancia no fue ajena a la de muchos niños carenciados: padres abandónicos, la calle y el potrero fueron sus segundos hogares, porque el primero era la casa de su abuela, quien salió al rescate del pequeño Fabián.
El Mago -apodo que solo se reserva para algunos pichones de crack- duró muy poco en el fútbol sudamericano, tras las gambetas que desparramó por el Gran Parque Central: los equipos europeos ya habían posado sus ojos en el botija. Siendo un poco más que adolescente partió para Italia, donde tuvo su mejor rendimiento. En total fueron ocho años, dispersados en Cagliari (1996-2000 y 2002), Juventus (2000-2001) y Perugia (2002).
En su paso por la Vecchia Signora coincidió en el plantel con un tal Zinedine Zidane, otro mago de la pelota. El francés venía de ser campeón con su selección en 1998 y ya tenía en su placard un Balón de Oro. Y pese a su fama, su cercanía con otros jugadores de elite y, sobre todo, su calidad dentro del campo de juego, cuando le consultaron a Zizou si había compartido cancha con otro jugador mejor que él, en esos tiempos, el dix no dudaba: "O'Neill", fue su respuesta.
En esos años brilló no solo por su pegada y asistencias, sino por los lujos que tiraba ante los volantes más aguerridos en el Calcio. Y ahí, una pequeña historia que ahora se repite como mito futbolero: en un partido contra la Salernitana, el volante le había prometido a sus compañeros de selección uruguaya que le iba a tirar ¡tres caños! a Genaro Gatusso, un cinco que de sutil no tenía nada. ¿El motivo? Nada más que el placer de dejar en ridículo a un prototipo del catenaccio. El video demuestra que el Mago no defraudó en su vaticinio.
O'Neill no estuvo exento de controversias, tampoco. Desde chico sufrió problemas con las adicciones -en especial, el alcohol- lo que derivó en problemas con sus equipos y en la propia selección. Fue parte del arreglo para que el Cagliari ascendiera a primera división. Era la última fecha de la Serie B y con un empate ante su rival lograba el ascenso. Así lo cuenta: "Yo arreglé. Fui y hablé con el capitán de ellos, incluso jugamos al supermatch todos al empate. A los 87 minutos hace un gol un jugador de nosotros y nos ponemos 2 a 1. Le pega de la mitad de la cancha y la mete en el ángulo, 2 a 1 y habíamos arreglado el empate. Entonces le grito a Diego López (también uruguayo) 'boludo, dejate hacer un gol que si no nos matan a todos'. Y el Diego fue y perdió una pelota y nos hacen el dos a dos". De esas anéctodas, miles, que se suceden en la biografía Hasta la última gota.
Participó del Mundial 2002 con la Celeste, pero el 10 no pisó ni un minuto el césped y el equipo de Víctor Púa quedó afuera en primera ronda, tras un rarísimo 3-3 contra Senegal.
Su paso por Italia le dejó golazos, lujos y una abultada cuenta bancaria. Pero su estrellato fue fugaz y en los últimos años, el recuerdo de su vistoso juego solo quedó en la retentiva de pocos fanáticos, en su gran mayoría, charrúas. Y del dinero, ni un rastro. En una entrevista para el portal “Ovación”, el volante contó los hechos que lo llevaron desperdiciar alrededor de 14 millones de dólares. “A mí no me molesta ser pobre”, dijo.
Pese a una situación apremiante en aquel entonces, O'Neill decía sentirse cómodo así como vivía. “Es mejor estar así que tener plata. Yo tuve mucha plata y tuve millones de amigos. Hoy tengo sólo 10 o 12, bohemios como yo, pero son los que me ayudan”, agregaba al explicar su exilio en el interior del "paisito". Al final, el ex Nacional de Montevideo, sentenciaba: “Quiero seguir así, no quiero estar al lado de los ricos”.