Desde Santa Fe
"Hoy se termina de hacer justicia”, dijo José Roberto Maulin Pratto -el nieto 120 recuperado por las Abuelas de Plaza de Mayo- cuando la secretaria de Derechos Humanos Lucila Puyol y el director general del Registro Civil de la provincia Mariano Gálvez le entregaron las actas de su nacimiento y las de sus hijos, Malena y José Ignacio, con sus verdaderos nombres y apellidos. “Esperé 13 años para esto”, se emocionó José. Él conoce su filiación desde 2009, cuando el análisis genético le confirmó que era hijo de perseguidos por el terrorismo de estado, Rubén Maulín y Luisa Pratto y que lo habían robado en la misma sala de partos, en el Sanatorio Reconquista, el 26 de marzo de 1977. En setiembre, de 2016, el Tribunal Oral de Santa Fe condenó a su apropiadora Cecilia Góngora de Segretín y a la médica que falsificó el acta, Elsa Nasatsky de Martino, pero también declaró que el “certificado de nacido vivo a nombre de José Luis Segretín era falso” y ordenó al Registro Civil de Reconquista que lo “rectifique” y “expida un nuevo documento que acredite la verdadera identidad” del apropiado. “Hoy se hizo justicia”, se emocionó José. “Es uno de los días más importantes de mi vida, estoy feliz”.
José recibió las partidas de su nacimiento y las de sus hijos acompañado por su padre Rubén Maulin y la directora de Memoria, Verdad y Justicia de la provincia, Valeria Silva, entre otros.
La restitución de identidad se realizó en la Municipalidad de Reconquista. No fue casual. “Nos pareció importante hacer un acto público en esta ciudad, frente a todo el pueblo, para que se sepa que aquí hubo terrorismo de estado y la apropiación de un niño, pero también que hoy tenemos un Estado presente que repara derechos”, dijo Puyol. El tercer imputado por la apropiación de José era el jefe del centro clandestino de detención que operaba en III Brigada Aérea, Danilo Sambuelli, quien después del golpe asumió como interventor de la Municipalidad de Reconquista hasta el 25 de mayo de 1976, cuando lo reemplazó el empresario Omar Ovidio Dacci. En setiembre de 2013, Sambuelli fue condenado a 21 años de prisión por delitos de lesa humanidad –entre ellos el secuestro y torturas a Rubén Maulin-, pero falleció al año siguiente, antes del juicio a Góngora y Nasatsky en 2016.
El director del Registro Civil de la provincia Mariano Gálvez reveló que el caso de José lo “conmovió” –él es un año menor-, así que ordenó reparar de las actas de filiación, con los nombres de “sus papás biológicos”. “Hoy es un día muy cálido en el corazón y lo digo porque lo siento así”. “Es una alegría enorme estar con José y entregarle no sólo el acta de su nacimiento, sino también la de sus tres hijos, que están presentes, para que pueda tener la documentación que debería haber tenido cuando él vino a este mundo en Reconquista”, el 26 de marzo de 1977. “Cumplimos la obligación del Estado” y las “instrucciones que recibimos” de la ministra de Gobierno Celia Arena, del secretario de Justicia Gabriel Somaglia y “por supuesto, siguiendo la línea de conducción del gobernador Omar Perotti”, dijo Gálvez. “Estamos felices de estar a tu lado, José, de acompañarte en tu lucha por la identidad y haber reparado las actas de tu nacimiento y las de tus hijos”.
“Muchas gracias por estar acá”, dijo Puyol. Le costaba contener la emoción porque integró –junto con Valeria Silva- el equipo jurídico de Hijos que querelló en los dos juicios: el que condenó a Sambuelli y al grupo de tareas que persiguió a Maulin y a Luisa Pratto, en 2013 y después, a Góngora y Nasatki por la apropiación de José, en 2016. Y ahora, como secretaria de Derechos Humanos, le tocaba entregarle el acta de su nacimiento, como mandó el Tribunal de Santa Fe.
“Gracias, Rubén, por confiar en nosotras y nosotros”, le dijo Puyol a Maulin. “El trabajo fue muy duro desde lo subjetivo en esta causa por apropiación”, la primera en la provincia. “Fuimos a ver a las Abuelas de Plaza de Mayo y comenzamos el juicio. Fue muy duro escuchar a José en su reclamo por el derecho a la identidad y por no haber conocido a sus abuelos y abuelas que tanto lo buscaron cuando él estaba apropiado” por el matrimonio Góngora-Segretín, que tenía vínculos con la Fuerza Aérea.
La sentencia del Tribunal Oral de Santa Fe de setiembre de 2016 que condenó a Góngora (a 8 años de prisión) y Nasatsky (a seis) es cosa juzgada. La Cámara de Casación Penal la confirmó en diciembre de 2019 y la Corte Suprema de Justicia la dejó firme el 24 de noviembre de 2022, seis meses después del fallecimiento de Góngora, el 19 de mayo de este año.
A pesar de que el fallo declaró que “el certificado de nacido vivo a nombre de José Luis Segretín era falso” y ordenó al Registro Civil de Reconquista que lo “rectifique” y “expida un nuevo documento que acredite la verdadera identidad” de José, el trámite nunca prosperó en el gobierno de Miguel Lifschitz. “El reclamo quedó trabado en la gestión anterior, por eso llevó tantos años”, reveló Puyol. “Pero como bien dijo Mariano (Gálvez) pudimos concretarlo en este gobierno y hoy José y sus hijos tienen sus partidas de nacimientos y pronto un nuevo DNI”.
“José ya sabe quién es, pero en marzo de 1977, cuando fue apropiado, era un no ser, un niño que no tenía futuro ni pasado, que no sabía su origen biológico”, explicó Puyol. “Hoy lo sabe y desde hace mucho tiempo”. Pero estaba pendiente la reparación de las partidas de nacimiento y los documentos de identidad. “Era algo que teníamos que hacer para dejar atrás ese pasado que fue tan doloroso para su grupo familiar”.
“El pueblo argentino fue víctima del terrorismo de estado, pero quienes hemos perdido a familiares sabemos que todos los días debemos trabajar en la construcción de memoria en nuestra sociedad”, planteó Puyol. “Por eso, nos parecía tan importante hacer este acto público en Reconquista, frente al pueblo, para que también se sepa que acá hubo terrorismo de estado y la apropiación de un niño, pero que hoy también tenemos un Estado presente que repara derechos”. “El 10 de diciembre comenzamos a transitar 40 años de democracia, estos hechos la fortalecen”, remarcó Puyol.
José –sentado al lado de su padre, Rubén Maulin- recordó a sus abuelos y abuelas. “No me cabe otra cosa que mirar al cielo y dar las gracias a aquellos que no llegamos a conocer, pero que han estado” en la lucha por su identidad. “Hoy es un día muy especial, me siento más completo, con todos mis derechos. Es uno de los días más importantes y felices de mi vida. Esperé 13 años por esto, han pasado más de seis años desde de la sentencia y hoy se termina de hacer justicia. Gracias”.