En materia cinematográfica, tanto en lo que respecta a la producción como a la exhibición, 2022 será recordado como el primer año pleno de la pospandemia. El primero donde las consecuencias de haber detenido al mundo casi por completo durante más de un año, comenzaron a dejar de ser conjeturas para convertirse en certezas. Entre las más claras se encuentra, por un lado, el replanteo de las condiciones de exhibición en sala, una pérdida de espacio que golpea sobre todo al cine producido más allá de los muros de Hollywood. Por el otro, el asentamiento del formato de Video On Demand (VOD), que hasta el año pasado tuvo a Netflix como líder indiscutido, pero que con el cambio de reglas atomizó la oferta en un número creciente de plataformas disponibles.
Mientras tanto, las películas volvieron a recorrer con normalidad los circuitos habituales. No solo el de las salas comerciales, limitadas de forma casi exclusiva a la promoción de blockbusters, sino también el de los festivales, que con el correr de los meses comenzaron a recuperar el beneficio de la presencialidad plena. Berlín, Cannes, Venecia, San Sebastián, Toronto se ubicaron de nuevo como los centros neurálgicos donde las películas recobraron el protagonismo. Todo lo contrario pasó en la revuelta entrega de los Oscar, cuyos ganadores ya han sido olvidados, pero todos recuerdan el cachetazo de Will Smith a Chris Rock, un momento que, junto a la confusión de ganadores entre La La Land y Moonlight de la edición 2017, quedará entre los más extraños y meméticos de la historia de los premios de la Academia en el siglo XXI.
La batalla de la exhibición
La disputa territorial entre el streaming y las proyecciones en salas volvió a ocupar el centro de la pelea por la exhibición. Solo que ahora los roles parecen haberse invertido, para colocar a las plataformas en una posición dominante y a las salas casi en un lugar de resistencia. Una ecuación que hasta la pandemia aún se avizoraba distante. La lucha contra el COVID-19 le impuso al mundo una serie de cambios obligados. En el terreno de la industria del cine, las plataformas no desaprovecharon el inesperado lugar de privilegio en el que las dejó el cambio en las costumbres de consumo impulsado por la cuarentena.
Aunque 2022 también esbozó una recuperación importante por parte de la exhibición en salas, todavía se está lejos de los números de 2019. En Argentina, por ejemplo, el año anterior al inicio de la pandemia dejó un saldo de casi 47 millones de espectadores, mientras que este año difícilmente alcance los 34 millones. Mucho, si se piensa en la actividad casi nula o acotada de 2020 y 2021, pero el camino de la recuperación aparece todavía muy largo.
Estos cambios afectaron sobre todo a las películas destinadas al público adulto y a las producciones internacionales, pero no tanto a los grandes blockbusters de Hollywood. Es que los exhibidores también usufructuaron la oportunidad para privilegiar los productos de potencial más taquillero, quitándole espacio a aquellos de rendimiento históricamente menor en la venta de entradas.
El de la Argentina puede tomarse como caso testigo. Acá algunos complejos dedicados hasta 2019 a programar producciones independientes nacionales e internacionales, cine europeo o títulos del segmento identificado con el rótulo de “cine arte”, como el Arte Multiplex del barrio de Belgrano, tomaron la decisión de homogeneizar su programación tras la pandemia. Durante 2021 y 2022 su cartelera se llenó de las mismas películas que ya podían verse en las salas de las grandes cadenas internacionales. El resultado: el Arte Multiplex perdió a su público histórico y cerró sus puertas de forma definitiva el mes de agosto pasado. La posibilidad de acceder a ese cine ahora quedó prácticamente limitada a la oferta disponible en plataformas de VOD, en especial a aquellas especializadas en cine de autor, como Mubi y en menor medida Qubit.
En el mismo sentido, las plataformas, con Netflix a la cabeza, siguieron negándose a cederle a los teatros una ventana de exhibición razonable para sus películas, obturando la posibilidad de organizar un plan amplio de proyección en salas. Las consecuencias de esa disputa se vieron con claridad en el estreno de Ruido de fondo (White Noise), última película de Noah Baumbach producida por Netflix, que el 8 de diciembre desembarcó de manera fantasmal, casi sin anuncios, en un número limitado de salas y que ya el 30 de este mes se incorporará al catálogo de la N roja. Esas módicas tres semanas de exclusividad fueron la razón por la que las grandes cadenas se negaron a incluir a ese título en su programación. Algo similar había pasado algunos meses antes con el estreno de Argentina, 1985, la precandidata argentina a los Oscar dirigida por Santiago Mitre y producción de Prime Video. El entuerto parece estar lejos de resolverse: continuará…
Lo más visto, todavía lejos
En materia de consumo a nivel global, las tendencias se mantuvieron, aunque también se confirmaron algunas de las novedades surgidas durante la pandemia. Por un lado, Jurassic World: Dominio, tercera parte de la histórica saga creada por Steven Spielberg, superó los mil millones de dólares de recaudación global. Mientras que Top Gun: Maverick, la tardía secuela del clásico pop de los años ’80 protagonizada por Tom Cruise, se quedó con el primer lugar de la lista, rozando los 1.500 millones. Un montón, pero ni cerca de los casi 2.800 millones que recaudó Avengers: Endgame, la película más vista de 2019, o de los nueve títulos que ese mismo año superaron la barrera de los mil millones.
El top ten de las películas más vistas del año en todo el mundo también confirma la tendencia del siglo XXI: el negocio del cine le sigue perteneciendo a los superhéroes. Las producciones de los estudios Marvel, una de las principales unidades de negocios del imperio Disney, colocó a tres de sus títulos en los lugares de privilegio: Doctor Strange en el multiverso de la locura en el 3°, Pantera Negra: Wakanda por siempre en el 5°; y Thor: Amor y trueno en el 7°. Por su parte, su eterno rival DC Comics ubicó a The Batman, nueva y oscura versión del hombre murciélago dirigida por Matt Reeves, en el 6°. Aun así, ninguna logró superar los mil millones de taquilla, quedando lejos incluso de Spiderman: Sin camino a casa, que con 1.900 millones fue lo más visto de 2021.
Otra tendencia que confirma esta lista de películas más vistas es el crecimiento de la industria china que, gracias a su mercado de 1.400 millones de espectadores potenciales, comenzó a meter sus producciones entre las 10 más rendidoras a partir de 2020. Esta vez se trata de Water Gate Bridge, película bélica que narra la intervención del ejército chino durante la Guerra de Corea, y de la comedia de ciencia ficción Moon Man, que ocupan el 9° y el 10° lugar de la lista.
Con ello lograron colocarse por encima de superproducciones occidentales como la nueva entrega de la saga harrypotteriana Animales Fantásticos, el musical Elvis, dirigido por Baz Luhrmann, el film de superacción Tren Bala protagonizado por Brad Pitt, o de Lighyear, la película animada de Disney Pixar basada en el personaje de la saga Toy Story, que con la breve escena de un beso entre mujeres volvió a poner en el tapete el tema de la inclusión. El top ten del año se completa con Minions: Nace un villano, que desde la 4° posición cumple con la cuota del cine animado, otro de los motores de la industria del cine en el siglo XXI.
El paraíso de los festivales
Como es habitual, la competencia del Festival de Cannes volvió a ser la plataforma de lanzamiento de algunas de las películas más comentadas de 2022. De hecho, solo tres de las siete películas reconocidas entre los rubros principales de su palmarés quedaron fuera de la shortlist de nominadas al Oscar a Mejor Película Internacional (curiosamente Triangle of Sadness, del sueco Ruben Östlund, ganadora de la Palma de Oro, es una de ellas). Se trata de Decision to Leave, del coreano Park Chan-wook (Corea del Sur, Mejor Director); Boy From Heaven, de Tarik Saleh (Suecia, Mejor Guión); Close, de Lukas Dhont (Bélgica, Grand Prix); y EO, de Jerzy Skolimowski (Polonia, Premio del Jurado). A ellas se les suma la danesa Holly Spider, del iraní Ali Abbasi, cuya protagonista Zar Amir-Ebrahimi recibió el premio a mejor actriz en el festival francés. Todas ellas compiten con Argentina, 1985 por un lugar en la terna definitiva.
Unos meses antes, la Berlinale había entregado el Oso de Oro, su mayor distinción, a la película española Alcarrás, dirigida por la catalana Carla Simón, mientras que el gran Premio del Jurado recayó en The Novelist’s Film del surcoreano Hong Sang-soo. Además, el festival de la capital alemana reconoció a la coproducción mexicano-argentina Manto de Gemas, de la boliviana Natalia López Gallardo, con el Oso de Plata. En tanto que la cineasta francesa Claire Denis ganó el premio a la Mejor Dirección por Avec amour et acharnement. Por su parte, el Festival de Venecia fue el trampolín del trabajo de Santiago Mitre: en sus salas se produjo la comentada ovación de varios minutos que recibió su película sobre el juicio a las juntas militares, protagonizada por Ricardo Darín.
Entre las premiadas en Venecia hay varias que suenan fuerte en la temporada de premios 2023. Tár, último trabajo de Todd Field, recibió el premio a la Mejor Actriz (Cate Blanchett), mientras que Colin Farrell se quedó con el de Mejor Actor por Los espíritus de la Isla, lo nuevo del británico Martin McDonagh, la película con más nominaciones en los Globos de Oro 2023, con un total de ocho. En tanto que el Gran Premio del Jurado recayó en Saint Omer, de la francesa Alice Diop, otra de las aspirantes al Oscar internacional. Finalmente, All The Beauty And The Blodshell, de Laura Poitras, precandidata al Oscar a Mejor Documental, se llevó el León de Oro, mientras que el siciliano Luca Guadagnino mereció el León de Plata a la Mejor Dirección por Hasta los Huesos. Habrá que esperar y ver si algunas consiguen lugar en las salas en 2023.
Los superhéroes y el pase del año
2022 volvió a encontrar en los superhéroes el combustible para alimentar la maquinaria de la industria del cine-espectáculo de los Estados Unidos. Sin embargo, varias de las películas pusieron en evidencia los signos de fatiga estructural de un universo sobrecargado. De hecho, los mejores exponentes resultaron aquellos que eligieron ubicarse en los extremos. De un lado está el Batman de Matt Reeves, con Robert Pattinson como protagonista, que apostó por la estética noir y un realismo sucio en la línea de Guasón, de Todd Phillips. En el otro se ubica Thor: Amor y trueno, de Taika Waititi, que recorre los caminos del humor, el exceso y el absurdo para darle forma a una disfrutable pieza pop. En el medio, tomando en cuenta sus moderados éxitos de taquilla y una recepción crítica signada por el desinterés, se puede decir que Morbius, Black Adam y las secuelas de Pantera Negra y Doctor Strange pasaron sin gloria.
Para el año que viene quedaron dos títulos del universo DC originalmente programados para 2022. Se trata de The Flash, dirigida por el argentino Andy Muschietti (el mismo detrás del díptico It, basado en la novela de Stephen King) y la segunda parte de Aquaman. La primera cuenta con el atractivo adicional de marcar el regreso de Michael Keaton al papel de Batman, 30 años después de las dos películas de Tim Burton sobre el personaje.
Pero lo más interesante de 2023 estará dado por el salto que el director James Gunn dará de una escudería a otra. Convertido en uno de los nombres fuertes del equipo Marvel gracias a su labor en la trilogía Guardianes de la Galaxia, cuya tercera entrega tendrá su estreno en mayo próximo, Gunn pasará a ser la cabeza del universo cinematográfico de la competidora DC, para quienes ya dirigió El Escuadrón Suicida, la mejor película de superhéroes de 2021. De probada capacidad para abordar con frescura y eficiencia la temática superheroica, se espera que Gunn eleve una vara que Zack Snyder, su antecesor en el cargo, nunca consiguió poner muy alto. Su presencia tal vez le permita a DC disputarle de igual a igual a Marvel una hegemonía que ya lleva 15 años.