La abogada francesa Sophie Thonon está satisfecha luego de que el Tribunal Oral federal número 5 de la Ciudad de Buenos Aires condenara con 15 años de prisión al inspector retirado de la Policía Federal y quien comandó el operativo de la patota de la ESMA que secuestró a Hernán Abriata en octubre de 1976, durante la última dictadura cívico militar eclesiástica. Ella fue la responsable de sostener, defender y llevar a buen puerto ante la Justicia francesa el pedido de extradición que su par argentina presentó para poder juzgar al represor en el territorio en donde cometió los crímenes que siempre negó: “Mi gran esperanza era que lo condenaran por crímenes de lesa humanidad, es una satisfacción que haya podido lograrse”, declaró en diálogo con este medio.
Thonon estaba familiarizada con las dictaduras regionales que azotaron a América Latina durante la década de los 70. De hecho, es la responsable de haber denunciado a principios de los años 2000 ante la Justicia de su país a represores argentinos por la desaparición de decenas de ciudadanos franceses --un proceso que sigue todavía sin resolución--. Sin embargo, conoció a Sandoval, su vida inventada en París y su vínculo con el terrorismo de Estado argentino cuando el medio de comunicación francés que tradujo la nota en la que Página/12 reveló que el inspector se hacía el profesor experto en la Sorbona la contrató para que lo defendiera: Sandoval lo había demandado --a ese medio y a otros tantos-- por difamación. La abogada ganó el juicio y poco tiempo después, Argentina la contactó para que trabajara en el proceso de extradición.
–¿Siguió el juicio desde París?
–Sí, a través de las transmisiones de La Retaguardia. Luego oí los testimonios que resumieron ayer (por la compilación que ese medio comunitario emitió el miércoles mientras se esperaba el veredicto) y escuché a Sandoval en sus indagatorias y ayer también. Sabía que había sospechas de que fuera condenado a una pena menor, pero siempre tuve la gran esperanza de que lo hallaran culpable de crímenes de lesa humanidad a pesar de lo que había dicho su defensor sobre que la decisión de la Justicia francesa no lo permitía. No era así: la decisión de extradición había sido muy clara y precisa. La tengo debajo de mis ojos ahora: imposición de torturas, privación ilegal de la libertad agravada, crímenes contra la humanidad, cometidos contra Hernán Abriata. El abogado defensor la había negado, pero el tribunal le hizo honor a la verdad. Mi gran alegría fue confirmar que Argentina no claudica y que a pesar de algunas excepciones sigue en su camino de ser ejemplo del mundo en juzgar genocidas.
–Fue la abogada que representó a la Argentina en el pedido de extradición de Sandoval para que pudiera ser juzgado en el país. ¿Cuál fue el mayor desafío?
–Fueron ocho años, desde que comenzó el proceso hasta que Sandoval se subió a un avión rumbo a Buenos Aires sin pasaje de regreso a Francia. En el medio, presentó siete recursos ante la Justicia francesa y en Estrasburgo (el Tribunal Europeo de Derechos Humanos) y cada vez fuimos a rehacer el juicio en su contra, a recordar cada argumento que fundamentó su extradición, que era nuestro objetivo. La Justicia francesa no debía determinar si Sandoval era culpable o no de más de 500 secuestros y torturas. Eso era trabajo de Argentina. La Justicia francesa debía, en primer lugar, corroborar si Sandoval era realmente el Sandoval acusado en Buenos Aires. Luego determinar si el crimen por el que se lo requería existía en Francia también, cosa que sí existía. Y por último, si no estaba prescripto en ninguno de los dos países. Allí radicó el desafío del proceso, nuestro problema más importante, pues en Francia la discusión estaba clara en el ámbito penal, pero no así en el civil. Y la discusión sobre una extradición, más allá de que los delitos por los que se lo requerían son de índole penal, no lo era. La Justicia de Francia no debía condenar, sino emitir una decisión favorable o no a la extradición. Finalmente lo logramos.
–¿Hubo presiones del gobierno francés para evitar la extradición de Sandoval?
–No. Sandoval no tenía con personalidades políticas lazos estrechos. Él trabajó sobre todo en cargos provisorios en universidades e institutos, así que sus vínculos eran universitarios y cuando circuló y aquellos supieron de su posible papel en la dictadura argentina, todo el mundo se alejó. Frente a semejante acusación, que el pedido de Argentina volvía seria aunque no estuviera todavía confirmada, se alejaron. Nadie se puso a defenderlo. Sandoval no fue asesor de (el ex presidente Nicolás) Sarkozy. Tenía muchos lazos con los paramilitares colombianos, la extrema derecha colombiana. Que se lo haya contactado para dar consejos cuando se contemplaba la liberación de Ingrid Betancourt, bueno pudo haber sucedido. Pero no fue asesor de Sarkozy. De hecho, ni siquiera él hizo alarde de eso, no lo llamó para pedirle ayuda. A veces decía que él había luchado para Francia, pero de una manera muy abstracta y sin elementos concretos. Entonces, influencia, presión política en su caso, no hubo, no.
–Uno de los puntos que colectivos de derechos humanos y sobrevivientes de la ESMA reclaman en relación al proceso judicial contra Sandoval es que solo se lo puede juzgar por el caso Abriata. ¿Habría alguna alternativa para ampliar los límites de su extradición?
–La Justicia argentina pidió su extradición para juzgarlo por algo más de 500 casos de secuestros y torturas. La justicia francesa no se pronunció sobre la veracidad o no de los hechos por los que se lo acusó a Sandoval, pero sí evaluó sobre la cantidad y valor de la prueba que respaldaron esas acusaciones. Y decidió que en el caso de Abriata las pruebas eran contundentes, no así las que acompañaron los otros casos. No obstante, no hay ningún impedimento para que abogados de esas víctimas y otros actores del proceso pidan a jueces argentinos que soliciten extender la extradición de Sandoval por esos otros casos, pruebas nuevas mediante, pruebas sustento más sólido.