El 28 de abril de 2002, River jugó un partido clave frente a Racing. Todo indicaba que el resultado iba a terminar igualado en cero, hasta que a los 44 minutos una falta cerca del área del Millonario terminó en tiro libre para La Academia. La adrenalina y la necesidad de ambos equipos produjeron algunos empujones entre los jugadores y Daniel Giménez, arbitro de aquel encuentro, a los 44 minutos del segundo tiempo expulsó a Ángel David Comizzo, arquero del equipo que dirigía Ramón Díaz. Sin más cambios disponibles, quien se hizo cargo del arco fue el hombre que volvió a estar en el radar de toda la comunidad riverplatense y del fútbol local: Martín Demichelis.
El joven defensor, con el antecedente de su papá arquero en los potreros de Justiniano Posse –pueblo de Córdoba de menos de 10 mil habitantes–, no dudó en vestir el buzo negro con el número 12 de Comizzo, acomodarse los guantes y armar la barrera. Parado cerca de su palo izquierdo, observó como la jugada preparada de Racing no prosperó: la pelota terminó dando de lleno en esa muralla que lo tenía a Esteban “Cuchu” Cambiasso con los ojos bien abiertos para detener el remate de Claudio Úbeda y el rebote derivó en una corrida cinematográfica de Nelson “Pipino” Cuevas –prólogo de lo que haría después el Pity Martínez en el Santiago Bernabéu frente a Boca– quien se sacó de encima a Gustavo Campagnuolo e hizo el gol de la victoria.
Demichelis, veinte años después de aquel momento histórico, pone un pie de nuevo en River. Pero esta vez no en calidad de jugador, ahora la oportunidad es nada más y nada menos que para ser el reemplazante de Marcelo Gallardo. Para ponerse al frente de un relato que dejó escrito los siete años y medio más gloriosos de la institución de Nuñez. "No es poca cosa llegar después de Marcelo. Que hayan decidido que sea yo... Por tener un estómago más de entrenador pude controlar las emociones y tener un equilibrio que me permitió disfrutar de la realidad con mi mujer y mis hijos. Estoy plenamente agradecido a la gente que depositó la confianza en mí y lo estoy disfrutando, con alegría y con una sonrisa", fueron sus palabras en una charla con el sitio oficial del club que titularon “Otra vez en casa”.
Con la idea de mantener en el banco de suplentes a alguien vinculado a la institución, Enzo Francescoli entendió que la persona indicada se centraba en Demichelis. El exfutbolista, que se formó en River y después se puso las camisetas de Bayern Munich, Málaga, Atlético de Madrid, Manchester City, creyó que ya era momento de volver a donde había comenzado todo. “Hace 19 años y medio que no estoy en el país y a más de uno le generará duda de estos entrenadores modernos, jóvenes, que nos formamos allá, de que venimos a hablar difícil. Mi familia obviamente por haber vivido en diferentes países hablando diferentes idiomas. Pero en casa se habla uno solo, que es el idioma riverplatense”, dijo en Salón auditorio del Más Monumental
Con un curriculum que detalla sus tres años y medio, casi cuatro, como entrenador a cargo del segundo equipo del Bayern Munich, uno de los equipos más importantes del fútbol mundial, no duda en dejar atrás su buen pasar en suelo alemán y subirse al barco de esta travesía a la que arribó con toda su familia, para mantenerse acompañado en este nuevo desafío. “Agradezco al Mundo River y a toda la dirigencia por los tres años de contrato, tanto para mí como para todo el grupo de trabajo”, se emocionó en su presentación oficial, acompañado por Jorge Brito (presidente de River) y Francescoli, entre otros.
Bajo la impronta de conformar un plantel competitivo en todos los frentes en los que le toque jugar, en su pizarrón lo predominante parece estar en las transiciones que marque el termómetro de cada partido. “Intentaré darle una solidez defensiva, pero sin negociar el ir para adelante. Vengo de una cultura donde las transiciones marcan diferencia a nivel mundial. Claro que soy amante de la pelota, pero no de esa posesión que aburre. Intentaremos ser lo más vertical posible, siempre y cuando el momento lo considere”, aclaró en su testimonio de bienvenida.
Demichelis cuenta con más de cinco años de formación para asumir esta decisión y pretende estar en línea con el exigente trabajo de mantener un lenguaje similar al de Gallardo. En su cuerpo técnico tiene entre sus filas a Javier Pinola y Germán Lux (ayudantes de campo); Flavio Pérez y Diego Riberi (preparados físicos) y Alejandro Saccone (entrenador de arqueros). “River te prepara, te educa, te forma, te inculca principios y cultura. No es solo una forma de jugar, es un estilo de vida. Esos principios a mí se me metieron dentro del ADN por eso estoy 100% seguro que empecé a ser entrenador cuando vine en aquel momento, no ahora cuando me llamaron. River exige desde la historia y es maravilloso ver el progreso dentro de una etapa dura del país y el fútbol argentino", dijo en la intimidad de la charla “Otra vez en casa”.
En ese lema que requiere un compromiso extra, los objetivos de Demichelis se mantienen en la escuadra de una escuela europea con la que busca tomar las riendas de una línea comparativa que siempre lo tienta a decir que la institución de Núñez tiene muchas coincidencias con el equipo alemán donde se consagró como ídolo. "Bayern y River manejan principios muy similares y tienen historias muy similares: ambos te exigen ganar partidos, campeonatos y las formas son fundamentales. Va a haber detalles, matices, donde el equipo va a ir mutando, pero la esencia será la misma. Mi equipo va a ir en busca del protagonismo, siempre", dice al reflexionar sobre estos dos clubes donde su nombre escaló a lo más alto de la memoria de los hinchas.
Su marcada presencia anima el futuro de un club que escribió lo mejor su historia en esta última década. Demichelis se sonríe ante las preguntas, responde con el ABC del manual riverplatense, como esos artistas que saben meterse a la gente en el bolsillo, y lo que retumba en el auditorio de los pasillos de River es una cita que no falla. "Un entrenador glorioso de esta gloriosa institución dijo una frase hace un tiempo que quedó para siempre: 'Que la gente crea porque hay equipo con qué creer'; bueno, sigamos creyendo"