Mientras que en la Ciudad de Buenos Aires se percibieron durante los primeros nueve meses de 2022 un total de 247.411 pesos por habitante en concepto de ingresos tributarios, para el conjunto de provincias ese monto se ubicó en 150.693 pesos por habitante. Es decir, que la CABA recibió ingresos tributarios por habitante un 64 por ciento superiores a los que en promedio percibieron las provincias argentinas.

Cabe aclarar que a los ingresos de las Provincias provenientes de tributos provinciales se le sumó una estimación de tributos percibidos por las municipalidades en su propio origen, según el cuadro consolidado de Esquema Ahorro Inversión Financiamiento Municipal de la Dirección Nacional de Asuntos Provinciales.

Si tomamos en consideración la posibilidad del gasto por kilómetro cuadrado, las diferencias son muy superiores: en la CABA el ingreso tributario por kilómetro cuadrado fue de 3774 millones de pesos, mientras para el conjunto de las provincias fue de solo 2,3 millones. Es decir, el ingreso tributario de CABA por superficie es 1613 veces el ingreso de las provincias. Con estos números a la vista, las posibilidades de sostener servicios a la población son totalmente desiguales.

Desigualdad

Alguien podría decir que es una cuestión de méritos, pero si en economía se piensa en el mérito, una de las posibilidades de contrastarlo con la competitividad a nivel internacional. Al verificar las estadísticas de exportaciones por origen provincial se observa que la CABA solo aporta el 0,3 por ciento del total exportado por el país, según las estadísticas al primer semestre de 2022.

Seguramente habrá que rastrear en la historia argentina las causas de las inequidades y del poder concentrado a nivel corporativo e institucional que lleva a una relación tan injusta entre la CABA y las provincias. Sin embargo, en su último fallo la Corte modifica la distribución de recursos para favorecer a la CABA. ¿Los supremos habrán tenido en cuenta estos datos?

Cuando se habla de ingresos en las jurisdicciones y a nivel local, el total se conforma a partir de lo que es la coparticipación y en los recursos propios. Por ejemplo, en la provincia de Santa Fe, la coparticipación a Municipalidades y Comunas se realiza con un sistema que implica mayor coparticipación por habitante en las ciudades de mayor ingreso, es decir tiene un carácter regresivo y desigual. 

Sin embargo, el gasto realizado por el gobierno provincial a nivel local tiene un carácter progresivo. Las ciudades y comunas de los departamentos del norte santafesino (evidentemente más pobre) tienen una compensación. El gasto que allí se hace en salud, seguridad, educación por habitante es mayor. De esta manera, se produce un equilibrio entre una coparticipación regresiva y un gasto del gobierno central a nivel local de carácter progresivo.

Por ello, es conveniente analizar coparticipación, ingresos propios jurisdiccionales y gasto jurisdiccional del Gobierno central para poder ver el impacto de los recursos y gastos a nivel local.

El desconocimiento de la importancia del gasto a nivel local efectuado por el Gobierno central implica ampliar las asimetrías de un país desigual. Evidentemente, asignar más gastos del gobierno central en las jurisdicciones de mayor ingreso implica multiplicar las diferencias de una manera injusta y arbitraria. 

Las provincias no pueden ser despojadas de las inversiones y de los gastos del gobierno central para que se otorguen esos recursos a la CABA, que tiene ingresos tributarios totales un 65 por ciento superiores al conjunto de provincias y un ingreso por superficie 1613 veces mayor.

* Director Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales UCSF