1. Si uno atiende como corresponde, a las palabras con las que Cristina Kirchner describe la situación nacional, una serie de cuestiones emergen de un modo pleno: el país ha entrado en estado de excepción (no el clásico descripto por Carl Schmitt ) sino el que propicia el nuevo neoliberalismo. Apropiación del Estado y el gobierno sin necesidad de recurrir al golpe de Estado clásico.
Los dispositivos del poder han cruzado todas las líneas que constituyen a una democracia, han destruido la Justicia y conducido a la ruina la vida política del país. Las tres palabras que suele evocar Cristina: poder mafioso, estado paralelo, partido judicial, si se captan en su alcance real, no hablan simplemente de un daño que haya hecho la oposición al país, dado los grupos económicos que representan, se trata de algo más profundo y que afecta a la raíz misma de la condiciones de los fundamentos democráticos.
Dicho en términos más contundentes, según el diagnóstico de Cristina, la Argentina ha ingresado a un colapso ético y político que alcanza su cima más alta en el intento de magnicidio.
¿Qué respuesta merecería semejante estado de cosas de parte del movimiento nacional, popular y democrático? Esta pregunta solo es admisible realizarla si hemos descartado la lógica sacrificial de los llamados a la violencia, esos que la propia derecha siempre está esperando que se produzcan para fortalecer su propia posición.
2. El bastón de mariscal que cada peronista lleva en la mochila es una de las agudezas más logradas del General. En un universo simbólico regido por la verticalidad, la conducción estratégica bajo la tutela del líder, la fórmula del bastón en la mochila, además del ejercicio irónico del General, constituía un recurso paradójico, un modo de descompletar, de destotalizar, el compacto universo de la conducción estratégica. Más bien funciona como un suplemento que de últimas se puede traducir así: si el movimiento nacional y popular debe reinventarse para afrontar una situación donde el pais corre un severo riesgo debido al entramado mafioso, se impone conjugar el movimiento colectivo con la lógica del uno por uno. En cada uno se debe en primer lugar extender hacia otros el debate sobre la función del peronismo en el siglo XXI, el peronismo marcado definitivamente por el kirchnerismo.
La elección que ha propuesto Cristina para el 24 no tiene vueltas, o peronismo o mafias. El peronismo, si a la vez se autotransforma es la única opción que puede salvar la República. Esto exige una revolución ética en el peronismo y si se trata del bastón de cada uno, es una experiencia que debe tener consecuencias que afectan no sólo al colectivo sino a la particulardad de cada uno. Existe una ventaja en el movimiento nacional, democrático y popular, y es que está basado en una Idea, en un concepto de sociedad y en un modo de experimentar lo político.
El poder mafioso y neoliberal no tiene una Idea, es solo una máquina de apropiación y destrucción. El peronismo en su transcurso histórico ha demostrado que tiene una Idea. No todos los movimientos políticos la tienen. La continuidad del peronismo solo se explica porque tiene una idea de cómo articular: Pueblo, Estado y Nación. Ésta articulación es lo que la mafia neoliberal intenta destruir definitivamente.
Por eso en el discurso de Cristina surgió este desafío historico, solo la reinvención del peronismo puede (y no se debe dar por adelantado) salvar a la nación de la deriva mafiosa de su destrucción.