Francisco Pracánico es parte fundamental de la etapa de consolidación del tango. Sus comienzos tuvieron esa dosis de pobreza, bohemia y talento autodidacta que le dan un aroma de romanticismo especial a su historia. A los ocho años dejó el colegio para trabajar como lustrabotas en la calle y allí fue donde comenzó a entretenerse haciendo música con lo que tuviera a mano. Dicen que primero alguien le regaló una una flauta, después otro, una guitarra, y más adelante un vecino le dio un piano al que tuvo que arreglar para que las teclas funcionaran bien. Con ese piano aprendió música. Un día de 1913 en el que faltó el pianista del cine con café de su localidad, donde trabajaba de lavacopas, Pracánico lo reemplazó ejecutando el tango El caburé y pocos meses más tarde ya ganaba 150 pesos mensuales en el Cine-Teatro Variedades. También allí debutó dirigiendo desde el piano su primera orquesta, integrada por sus dos hermanos en bandoneón y violín, Moncagatti en contrabajo y Scagliotti en violonchelo. En 1914 empezó a estudiar en el conservatorio de Adolfo Carabelli.
Entre 1918 y 1919 llegó a Buenos Aires para tocar en el Bar Domínguez como pianista del conjunto de Augusto Pedro Berto y cuando se desvincula de este, arma otra orquesta propia con la que actúa en el Jockey Club, el Tigre Hotel, el Conte de Mar del Plata y el Chantecler. Allí estaban Gabriel "Chula" Clausi y Domingo Scarpino en los bandoneones, Manlio Francia y Elvino Vardaro en los violines y Ángel Moncagatti en el contrabajo, bajo la dirección de Pracánico desde el piano. Desde 1935 hasta 1938 se desempeñó como pianista de la orquesta de tango de Juan D´Arienzo. En 1938 fundó su propia orquesta típica. Acompañó a Azucena Maizani cuando cantó en ocasión de la inauguración del Teatro Astral y luego secundó los trabajos de las cancionistas Mercedes Carné, Ada Falcón y Carmen Duval.