La convalecencia de Pelé llevó en los últimos días repasar diversos momentos en la vida del astro futbolístico brasileño. Además de recordarse su etapa de esplendor en el Santos, los mundiales ganados con Brasil, sus idas y vueltas con Diego Maradona, su paso por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso como ministro de Deportes, también asoma en la memoria una película. En inglés, se llama Victory.
Sin embrago el mundo hispanohablante la conoce como Escape a la victoria. Es una de las películas sobre fútbol más conocidas y contó en su elenco con jugadores reales, con O Rei a la cabeza.
"El partido de la muerte"
El origen de la película, ambientada en la Segunda Guerra Mundial, es un hecho verídico, aunque con modificaciones en el guión. El 9 de agosto de 1942, un grupo de prisioneros ucranianos se enfrentó en un partido a un combinado de militares alemanes. Había pasado un año de la invasión nazi y faltaban seis meses para la derrota del Tercer Reich en Stalingrado, el punto de inflexión del conflicto.
Los ucranianos habían formado un equipo en el campo. La mayoría había jugado en el Dínamo de Kiev antes de la guerra. El denominado FC Start jugó siete partidos contra equipos de otras guarniciones. Los ganó todos, uno solo por un gol de diferencia, el resto fueron goleadas.
El último partido fue el que pasó a la historia. Se jugó con público en el estadio del Zenit, contra un equipo de la fuerzas área, y con un arbitraje tendencioso, que no cobraba las faltas en contra. Antes de salir a jugar los advirtieron de posibles represalias si ganaban. Se impusieron por 5 a 3. Quedó en el recuerdo como "el partido de la muerte".
Una semana después se produjo la revancha. Esta vez ganaron 8 a 0. Días más tarde, sufrieron torturas y casi todos murieron a manos de los nazis. Un puñado de sobrevivientes haría conocer la historia que se convertiría en Escape a la victoria.
Actores y futbolistas
Estrenada en 1981 y con un presupuesto de 10 millones de dólares, la acción se trasladó a un campo de prisioneros en el frente occidental. Allí, para pasar el tiempo, algunos que antes de la guerra eran futbolistas, juegan al fútbol. De visita en el campo, el oficial alemán que interpreta Max Von Sydow, exjugador, reconoce a algunos de sus antiguos colegas y organiza el partido a a disputarse en el estadio Colombes en París.
La vuelta de tuerca llega con la posibilidad de escaparse durante el partido, una idea que plantea un prisionero estadounidense (Sylvester Stallone), que se convierte en el improvisado equipo que capitanea Michael Caine. En la película, el grueso de los jugadores del equipo eran futbolistas de relieve internacional, con Pelé a la cabeza.
Que un estudio de Hollywood, en este caso Paramount, apostara 10 millones de dólares a una película sobre un deporte ajeno a la cultura popular estadounidense solamente se explica en el contexto del fallido intento de instalar el fútbol a través de la liga surgida a mediados de los 70 y que tuvo, como equipo principal, al Cosmos de Nueva York. Pelé era la estrella de ese equipo.
Los productores consiguieron a un nombre mítico para dirigir Escape a la victoria: John Huston, que había dirigido a Caine en 1975 en El hombre que sería rey. El veterano cineasta tuvo que vérselas con un elenco formado, mayormente, por jugadores, es decir, actores improvisados.
Además de Pelé, hubo otros dos jugadores campeones del mundo: el inglés Bobby Moore, capitán de la Inglaterra de 1966, ya retirado, y el argentino Osvaldo Ardiles. El cordobés era campeón mundial y vigente y ya descollaba en el Tottenham Hotspur.
Entre otros jugadores, se sumaron el polaco Kazimierz Deyna (aquel a quien el Pato Fillol le atajó un penal y un formidable tiro libre en el Mundial 78), el noruego Hallvar Thoresen y el escocés John Wark. También hubo dos futbolistas ya retirados como Moore: el belga Paul van Himst y el neerlandés Co Prins. Sin embargo, la atracción era Pelé. Moore tuvo algunas líneas en la película y Ardiles quedó inmortalizado por Huston mientras realiza una “bicicleta” en el partido contra los alemanes.
No obstante, las cámaras se centraron filmar desde varios ángulos la espectacular chilena con la que Pelé empata el partido. Para darle cierta credibilidad a su presencia como prisionero de guerra (la película está ambientada en el comienzo de la ocupación de Francia y Brasil recién envió tropas en 1944), su personaje, Luis Fernández, fue presentado como nativo de Martinica, colonia francesa.
La película, filmada en Hungría, funcionó en la taquilla respecto de su presupuesto, al recaudar 27 millones de dólares. No quedó como una película memorable en la filmografía de Huston ni sirvió mucho para popularizar el fútbol al norte del Río Grande, pese a la presencia de Pelé y de Stallone, que estaba en la cresta de la ola por el éxito de Rocky.
Pese a ello, quedó como un relato citado a menudo por los fanático del fútbol, que vieron a varios de los mejores jugadore de los 60, 70 y comienzos de los 80, liderados por el mítico Edson Arantes do Nascimento. Un film que ancla en la nostalgia.