“Nunca hagas caso cuando te digan que sos el mejor. El día que te sientas el mejor dejarás de serlo” y “el físico es tu herramienta de trabajo. Por lo que puedo ver, tenés muy buen físico. Cuídalo. En la vida hay tiempo para todo, incluso siendo jugador. Hay tiempo para salir, para tomar una copa, fumar un cigarrillo, acostarse tarde, comer una comida que a uno le guste. Pero hacelo con equilibrio. Haz siempre lo que no dañe a tu físico porque si no se acaba todo”.
Estos fueron apenas algunos de los consejos que Pelé le dio a Diego Maradona el 9 de abril de 1979, en Río de Janeiro. Era la primera vez que se juntaban. Pelé, ya retirado, venía de jugar en un homenaje a Zico. Diego iba camino a romperla en el Mundial juvenil de Tokio. Su sueño era conocer a Pelé, entonces el mejor jugador de la historia. El único rey. Recién con los años Maradona lo sucedería en el trono.
El periodista de El Gráfico Guillermo Blanco había gestionado ese encuentro. “Nadie sabía que íbamos a Río. Ni siquiera los dirigentes de Argentinos Juniors”, le recuerda Blanco a Página 12.
En el verano de ese año, cuenta Blanco, le había hecho a Diego una entrevista en un balneario uruguayo. “Era la primera vez que la familia Maradona se iba de vacaciones. Fui a hacerle un reportaje, que terminó siendo la primera tapa de Diego en El Gráfico, con los brazos levantados, en el Centenario de Montevideo. Chitoro (Don Diego) tenía una alegría increíble de estar ahí. Diego me contó que su sueño era conocer a Pelé. Entonces nos pusimos a trabajar para concretar eso”.
La revista El Gráfico era una aplanadora periodística en esos tiempos. Así como su editorial, Atlántida, jugaba para la dictadura, también marcaba la agenda del periodismo deportivo. Su incidencia era a nivel mundial. Su redacción se componía de las firmas más destacadas. En la reunión semanal, Blancó tiró la idea. “‘Si hacemos la nota, es un golazo’, dije. Y nos pusimos en campaña. Contactamos a Tarlis Batista, el corresponsal en Brasil, que además era amigo de Pelé. Él se puso en campaña allá y yo acá, con Diego. Una vez que Pelé dijo que aceptaba el encuentro, nos pusimos en eso. Con toda la infraestructura de El Gráfico se logró, sobre todo por la gestión de Orcasitas (Osvaldo, periodista emblemático de aquella redacción), que era el alma de El Gráfico: organizaba todo. Y el 9 de abril se logró hacer la nota”, cuenta Blanco.
El 8 de abril, después de un Huracán 1-Argentinos 3, Blanco y Diego partieron en un remís hacia el aeropuerto de Ezeiza, donde esperaban Don Diego, el fotógrafo Ricardo Alfieri y su manager de entonces, Jorge Cyterszpiler. Se instalaron en el hotel Palace, en Copacabana. Los periodistas en una habitación doble y Maradona y los suyos en una triple. “Mirá cómo eran aquellos tiempos que no fueron a una suite. Es más, a la madrugada Cyterszpiler me llamó para preguntarme si podían abrir la heladerita de la habitación porque Diego tenía sed”, se ríe.
Pelé los esperó en la mansión del multimillonario Alfredo Saad. Vista al río, helipuerto, guardias de seguridad, gimnasio. Allí se hospedaba cuando viajaba a Río de Janeiro. “Al aparecer, nos esquivó a todos y al primero que abrazó fue a Don Diego. ‘Hola, papá’, le dijo. Con ese ‘hola, papá’ rompió todo. Desde ahí, la charla, que duró una hora, fue maravillosa, como un encuentro de amigos. Incluso Pelé tocó la guitarra. Y le dio consejos a Diego. Muchos de esos consejos anticiparon lo que después le iba a pasar a Diego”, lamenta Blanco.
Aquella nota, que hoy es histórica, no fue tapa de la edición 3106 de El Gráfico, que salió el 17 de abril. “Exclusivo: El encuentro Pelé-Maradona”, se lee abajo, a la izquierda. La foto principal es para Víctor Galíndez, quien el 14 había recuperado el título AMB de los medio pesados ante Mike Rossman. “Eso también forma parte de cómo era aquel momento”, compara. Ninguno de los protagonistas cobró por la charla.
Blanco recuerda que en esos años “Pelé era considerado el mejor de la historia. Había varios príncipes, como Cruyff o Platini, pero el sucesor, el rey, fue Diego, aunque recién en 1986”.
Fallecido Pelé, sólo Blanco queda como testigo presencial de aquella jornada. Que pudo haberse realizado antes de no ser porque Diego nunca podía viajar a Brasil los lunes, el día que mejor le venía al brasileño. “Recién al volver al aeropuerto Diego me contó por qué no quería ir los lunes, que era el día que le daban libre en el club después de jugar los domingos, en Argentinos: “Mirá, Guillermo. ¿Sabés qué pasa? Que los lunes son para la Claudia”, le dijo con una sonrisa.